150 detenidos en enfrentamientos entre policías y estudiantes chilenos
La quiebra del diálogo con el Gobierno aviva los disturbios en la capital
Santiago, El País
La capital chilena ha vivido un día de agitación en las calles, después que la policía militarizada reprimiera con chorros de agua, gases lacrimógenos y piquetes a caballo y a pie a cientos de estudiantes que intentaban marchar por la principal avenida, Alameda Bernardo O’Higgins, hacia el palacio presidencial de La Moneda, desafiando la prohibición de hacerlo, en repudio al rechazo del Gobierno de la petición de gratuidad en la educación. Al menos 150 personas fueron detenidas en Santiago y en Valparaíso, y 27 carabineros y cinco civiles heridos en la capital, según informes del Gobierno y de la prensa local.
La quiebra, la noche del miércoles, de la tercera reunión de la mesa de diálogo entre el ministro de Educación y los dirigentes de estudiantes y profesores ha avivado las movilizaciones. Los dirigentes del movimiento, que pide una reforma de fondo del sistema educativo y mantiene semiparalizadas a universidades, colegios y liceos desde hace cinco meses, resolvieron retirarse del diálogo acusando al Gobierno de intransigencia y de no ceder.
Dos visiones contrapuestas de la educación chocaron en la mesa de diálogo: la de La Moneda, que busca dar beneficios focalizados en los más pobres, lo que permite mantener el actual sistema educativo y no aplicar nuevos impuestos, y la de los jóvenes, que aspiran a la entrega de beneficios universales, para todos, que solo se pueden financiar con mayores impuestos. Para el ministro de Educación, Felipe Bulnes, “no corresponde que los pobres subsidien la educación de los ricos”, mientras la portavoz de los universitarios, Camila Vallejo, replica: “Queremos que los más ricos financien a los más pobres a través de una reforma tributaria”.
Bulnes dijo a los estudiantes en la mesa de diálogo que su oferta de mejorar el sistema actual, dando becas al 40% más vulnerable y becas y créditos al 20% inmediatamente superior, era la última y no habrá más. “Era prácticamente hablar con una pared”, según describió la reunión un dirigente estudiantil. Según Bulnes, los estudiantes dieron un “portazo” al diálogo y el portavoz de Gobierno afirmó que los sectores más extremos “están primando o se apoderaron” del movimiento.
Frente a esta negativa, y a la no entrega de becas de alimentación a los jóvenes de familias de bajos ingresos que faltaron a clases por estar en paros o tomas de centros educativos, los estudiantes resolvieron salir a las calles por la ruta emblemática que ellos querían seguir y rechazaron marchar por el recorrido que propuso la intendenta regional, Cecilia Pérez.
La movilización comenzó temprano con barricadas. Pasadas las diez de la mañana, los estudiantes que comenzaron a reunirse en Plaza Italia fueron reprimidos con chorros de agua y gases lacrimógenos por los carabineros, a pesar de que los manifestantes mantenían una actitud pacífica.
La intendenta Pérez, máxima autoridad del Gobierno en la región, culpó a los “liderazgos irresponsables” de los incidentes y anunció la presentación de querellas contra los detenidos.
Ante la prohibición de marchar por la Alameda, los estudiantes, ya varios miles, intentaron hacerlo, entrando de forma simultánea desde distintas calles en la avenida, donde interrumpían el tránsito. Los jóvenes quemaron basura y la utilizaron como barricadas, derribaron semáforos y algunos de ellos, con sus rostros cubiertos, se enfrentaron a la policía arrojando piedras.
Los incidentes se generalizaron en el centro de la ciudad y, por momentos, la policía fue desbordada por el número de lugares en los que simultáneamente se moviliz aban los jóvenes. Varias estaciones del Metro cerraron sus puertas, para evitar que se pudieran refugiar los estudiantes que huían de los carabineros. Un policía arrojó gases a los conductores que tocaban los claxon de sus coches en apoyo a los jóvenes. Bastaba que los carabineros se retiraban de un lugar para que los estudiantes, que se replegaban en sus facultades y colegios, lo retomaran.
Al mediodía, el tránsito estaba interrumpido en la Alameda en una extensión superior a 20 cuadras. “Después de cinco meses movilizados seguimos con más de lo mismo y continúa la represión más brutal que nunca”, afirmó Vallejo en Twitter. Ella recibió el impacto de los cañones de agua y llamó a realizar un cacerolazo contra el Gobierno. Al atardecer, los incidentes comenzaron a amainar.
En los incidentes en Santiago, los carabineros detuvieron al periodista Luis Narváez, del canal Chilevisión, por exigir la identidad de un policía que golpeó a un cámara. En La Moneda, los periodistas no pudieron usar la red de fibra óptica para transmitir las manifestaciones y la represión policial. Varios periodistas fueron alcanzados por los chorros de agua y golpeados, según denunció Radio Cooperativa.
En Valparaíso, donde marcharon unos 2.500 estudiantes por las calles, un grupo de parlamentarios opositores extendió en el edificio del Congreso Nacional un gran lienzo que pedía “educación libre, digna y gratuita”. Tras el anuncio de que las sedes tomadas de la Universidad Católica de Valparaíso iban a ser desalojadas por los carabineros, muchos estudiantes se retiraron de ellas.
Santiago, El País
La capital chilena ha vivido un día de agitación en las calles, después que la policía militarizada reprimiera con chorros de agua, gases lacrimógenos y piquetes a caballo y a pie a cientos de estudiantes que intentaban marchar por la principal avenida, Alameda Bernardo O’Higgins, hacia el palacio presidencial de La Moneda, desafiando la prohibición de hacerlo, en repudio al rechazo del Gobierno de la petición de gratuidad en la educación. Al menos 150 personas fueron detenidas en Santiago y en Valparaíso, y 27 carabineros y cinco civiles heridos en la capital, según informes del Gobierno y de la prensa local.
La quiebra, la noche del miércoles, de la tercera reunión de la mesa de diálogo entre el ministro de Educación y los dirigentes de estudiantes y profesores ha avivado las movilizaciones. Los dirigentes del movimiento, que pide una reforma de fondo del sistema educativo y mantiene semiparalizadas a universidades, colegios y liceos desde hace cinco meses, resolvieron retirarse del diálogo acusando al Gobierno de intransigencia y de no ceder.
Dos visiones contrapuestas de la educación chocaron en la mesa de diálogo: la de La Moneda, que busca dar beneficios focalizados en los más pobres, lo que permite mantener el actual sistema educativo y no aplicar nuevos impuestos, y la de los jóvenes, que aspiran a la entrega de beneficios universales, para todos, que solo se pueden financiar con mayores impuestos. Para el ministro de Educación, Felipe Bulnes, “no corresponde que los pobres subsidien la educación de los ricos”, mientras la portavoz de los universitarios, Camila Vallejo, replica: “Queremos que los más ricos financien a los más pobres a través de una reforma tributaria”.
Bulnes dijo a los estudiantes en la mesa de diálogo que su oferta de mejorar el sistema actual, dando becas al 40% más vulnerable y becas y créditos al 20% inmediatamente superior, era la última y no habrá más. “Era prácticamente hablar con una pared”, según describió la reunión un dirigente estudiantil. Según Bulnes, los estudiantes dieron un “portazo” al diálogo y el portavoz de Gobierno afirmó que los sectores más extremos “están primando o se apoderaron” del movimiento.
Frente a esta negativa, y a la no entrega de becas de alimentación a los jóvenes de familias de bajos ingresos que faltaron a clases por estar en paros o tomas de centros educativos, los estudiantes resolvieron salir a las calles por la ruta emblemática que ellos querían seguir y rechazaron marchar por el recorrido que propuso la intendenta regional, Cecilia Pérez.
La movilización comenzó temprano con barricadas. Pasadas las diez de la mañana, los estudiantes que comenzaron a reunirse en Plaza Italia fueron reprimidos con chorros de agua y gases lacrimógenos por los carabineros, a pesar de que los manifestantes mantenían una actitud pacífica.
La intendenta Pérez, máxima autoridad del Gobierno en la región, culpó a los “liderazgos irresponsables” de los incidentes y anunció la presentación de querellas contra los detenidos.
Ante la prohibición de marchar por la Alameda, los estudiantes, ya varios miles, intentaron hacerlo, entrando de forma simultánea desde distintas calles en la avenida, donde interrumpían el tránsito. Los jóvenes quemaron basura y la utilizaron como barricadas, derribaron semáforos y algunos de ellos, con sus rostros cubiertos, se enfrentaron a la policía arrojando piedras.
Los incidentes se generalizaron en el centro de la ciudad y, por momentos, la policía fue desbordada por el número de lugares en los que simultáneamente se moviliz aban los jóvenes. Varias estaciones del Metro cerraron sus puertas, para evitar que se pudieran refugiar los estudiantes que huían de los carabineros. Un policía arrojó gases a los conductores que tocaban los claxon de sus coches en apoyo a los jóvenes. Bastaba que los carabineros se retiraban de un lugar para que los estudiantes, que se replegaban en sus facultades y colegios, lo retomaran.
Al mediodía, el tránsito estaba interrumpido en la Alameda en una extensión superior a 20 cuadras. “Después de cinco meses movilizados seguimos con más de lo mismo y continúa la represión más brutal que nunca”, afirmó Vallejo en Twitter. Ella recibió el impacto de los cañones de agua y llamó a realizar un cacerolazo contra el Gobierno. Al atardecer, los incidentes comenzaron a amainar.
En los incidentes en Santiago, los carabineros detuvieron al periodista Luis Narváez, del canal Chilevisión, por exigir la identidad de un policía que golpeó a un cámara. En La Moneda, los periodistas no pudieron usar la red de fibra óptica para transmitir las manifestaciones y la represión policial. Varios periodistas fueron alcanzados por los chorros de agua y golpeados, según denunció Radio Cooperativa.
En Valparaíso, donde marcharon unos 2.500 estudiantes por las calles, un grupo de parlamentarios opositores extendió en el edificio del Congreso Nacional un gran lienzo que pedía “educación libre, digna y gratuita”. Tras el anuncio de que las sedes tomadas de la Universidad Católica de Valparaíso iban a ser desalojadas por los carabineros, muchos estudiantes se retiraron de ellas.