Nueva York responde al 11-S con otro rascacielos

NUEVA YORK, AP
Nueva York es una ciudad que mira siempre al cielo y por ello, tras años de trauma por los ataques con aviones secuestrados que destruyeron las Torres Gemelas, se prepara para responder al desafío levantando un rascacielos aún más alto.
De todos modos, empezar a curar la herida ha llevado una década, miles de millones de dólares y lamentables disputas entre los responsables neoyorquinos.
Pocas personas decían que las Torres Gemelas eran bellas, pero tenían algo épico y junto con el Empire State Building formaban parte del alma de Manhattan.
Símbolo del poder financiero estadounidense, y con gente del mundo entero en su interior, el World Trade Center nunca fue sólo un espacio de oficinas.
Rick Bell, director de la filial neoyorquina del Instituto estadounidense de Arquitectura, recuerda la sensación de asombro en el bar Windows of the World, situado en el piso más alto de una de las torres. “Veías al mundo entero a tus pies y no sólo los edificios y las luces de los edificios, sino el puerto y el océano”, dijo Bell a la AFP. “¿Si era mirar hacia abajo como si las personas fuesen bichitos? No, para nada. Era como mirar hacia los cielos desde un punto panorámico más allá de todo”, agregó.

Perder esas dos torres en cuestión de minutos el 11 de septiembre de 2001 no sólo costó la vida de unas 2.750 personas, sino que también afectó la confianza en sí de la ciudad, que tiene los rascacielos registrados en su ADN.
Y ese golpe, sumado al desafío arquitectónico y urbanístico, significó que la reconstrucción del World Trade Center, o incluso la decisión de reemplazarlo, nunca fuese fácil.
Durante años hubo disputas entre arquitectos e inversionistas inmobiliarios. Los políticos se mezclaron en esas disputas o carecieron de liderazgo. Entre tanto, Ground Zero, como se apodó al lugar tras los atentados, seguía siendo un agujero triste y desolador.
“Se perdió una enorme cantidad de tiempo tratando de determinar cómo proceder”, admite Larry Silverstein, un promotor inmobiliario que había adquirido el contrato de arrendamiento de las Torres Gemelas semanas antes de los ataques y que luchó con dureza contra las compañías de seguros tras los hechos.
Lo que surgió de todas esas discusiones y debates fue un plan para construir un World Trade Center completamente nuevo.
La torre principal, One World Trade Center, construida ya en tres cuartas partes, alcanzará 1.776 pies (541 metros), para convertirse en el edificio más alto de Estados Unidos. Su altura en pies corresponde al año de la independencia estadounidense.
La segunda torre será un poco más pequeña y las torres tres y cuatro aún un poco más.
Entre ellos habrá una nueva estación de trenes, un espacio subterráneo de comercios minoristas, un museo del 11 de septiembre y el memorial consistente en dos inmensas fuentes cuadradas situadas en el lugar donde se alzaban las Torres Gemelas.
Pero no todo el mundo está contento con el proyecto final.
A pesar de que edificio principal será más alto que las Torres Gemelas, los críticos ven su superficie angulosa y espejada como algo insípida, sin el impacto de sus poco delicadas pero imponentes antecesoras. Para Paul Goldberger, que escribe sobre arquitectura en la prestigiosa revista The New Yorker, la torre principal “es un edificio banal que parece diseñado más por consultores en seguridad que por su arquitecto, David Childs.”
Otros critican los plazos de tiempo de construcción y los costos. Es que si bien el memorial estará listo para el décimo aniversario de los atentados, el domingo, el One World Trade Center no quedará concluido hasta el próximo año y el resto del lugar en 2016, con un costo total estimado en 11.000 millones de dólares, la mayor parte subsidiada por el gobierno.
Para ser honestos, Estados Unidos quizás nunca tuvo un proyecto arquitectónico más difícil de encarar. Muchos estadounidenses consideran a Ground Zero como un terreno sagrado y esa sensibilidad, transformada a veces en crudo patriotismo y politiquería, ha vuelto cada cuestión, grande o pequeña, una discusión interminable.
El memorial es probablemente la única pieza del rompecabezas que obtiene aprobación unánime. Simples y deslumbrantes, las dos grandes fuentes y sus paredes desde donde fluye el agua sin cesar se convertirán con seguridad en uno de los monumentos más queridos de los estadounidenses.

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