Minor Vidal, un canto a la vida

Isla Brava, Abi
Minor Vidal, de 35 años, se hizo un ovillo en la última poltrona del fuselaje del Fairchild SA227-DC Metro 23, de propiedad de la privada Aerocon, luego de percibir que el avión volaba peligrosamente bajo, cerca de las copas de los árboles, en las proximidades del aeropuerto Jorge Henrich, de Trinidad, donde hacia las 19h00 del martes último la aeronave se estrelló cobrándose la vida de 6 pasajeros y 2 tripulantes.

El miedo que le infundió el brusco descenso de la aeronave le obligó a adoptar la posición fetal y, con fuerza, encajó su cabeza entre las piernas, tomada con ambas manos a la altura de la nuca, y se encomendó a Dios.

"Me pareció extraño porque (el avión) estaba volando muy bajo (..) sólo sentí el golpe", dijo Vidal que apareció el viernes, inexplicablemente vivo, de milagro, parado en sus propios pies, con una serie de contusiones en el cuerpo y cara, que lucía un tajo en 'u', que pronunciaba un escalpe y permitía ver músculos y partes óseas a la altura del arco superciliar y pómulo derechos.

Este importador de medicamentos, "un aventurero desde niño", dotado de una vocación de 'boy scout' y citadino "amante del campo", según sus familiares, es el único sobreviviente del Fairchild que explosionó, también la vida de otros 6 pasajeros, un ecuatoriano, un colombiano y 4 bolivianos, además de dos tripulantes criollos al tocar tierra el martes en Isla Brava, a 10 km de Aeropuerto de Trinidad.

Acto seguido un estruendo inenarrable, oscuridad, luces mortecinas, el crujir decreciente de los fierros retorcidos y, al último, el infierno de una explosión.

Dueño de una lucidez pasmante después de haberse aporreado cantidad inimaginable de veces contra todo, luego que parte del fuselaje se desprendiera tras el primer impacto con la tierra de Isla Brava, Vidal quedó inconsciente por horas, tal vez 12.

Todos los indicios hacen presumir que el hecho de tener puesto el cinturón de seguridad le salvó la vida, suerte que no corrieron sus eventuales compañeros de adversidad fatal.

Tras recuperar el sentido, "he tratado desde las 7 de la mañana de salir" de entre los fierros retorcidos del fuselaje y lo consiguió pese a tener varias costillas fisuradas o rotas. un pulmón perforado y adematizado.

Resuelto a pelearle palmo a palmo la vida al destino y la adversidad, Vidal comenzó a caminar en busca de auxilio, desorientado en la espesura del bosque amazónico, durante dos días y medio y dos noches, entre la mañana del miércoles y el viernes.

"El durmió tres días en el monte, él caminó herido en busca de ayuda, hizo una bandera, se alimentó con lo que pudo" y para combatir la deshidratación se bebió sus orinas, refirió la ministra de Defensa, Cecilia Chacón, que comandó los procedimientos de rescate por civiles y militares.

Sus conocimientos y vivencias en el campo le permitieron sortear obstáculos de diverso índole hasta alcanzar la orilla de Laguna Rosendi, que bordea Isla Brava, adonde llegó hacia las 6h00 del viernes, después de escuchar, horas antes, en una suerte de letanía, las voces de rescatistas y el típico 'trac-trac-trac' de las aspas de los helicópteros de la Fuerza Aérea Boliviana que sobrevolaban la zona en un permanente ir y venir.

En medio de la selva, en los días de trance, se aplicó cataplasmas y procedimientos artesanales para contrarrestar herrorragias e infecciones.

"Él escuchó todo el operativo del día de ayer (jueves) del rescate de los 8 cuerpos; él vio a los helicópteros, pero él estaba a una distancia considerable del lugar que no pudo gritar voz de socorro", describió dijo el comandante de la Armada en Beni, David Bustos.

Una lancha movida a motor del Segundo Distrito Naval II Tocopilla, que surcaba muy temprano del viernes las aguas de la Laguna Rosendi, con 4 efectivos abordo, divisó en una de las orillas de la isla a un hombre que agitaba una bandera, narró Bustos que, al clarear el alba, había desplazado a sus hombres en un radio de 360 grados, convencido, por un presentimiento y algunas convicciones, que el séptimo pasajero tenía vida, pese a que la inmensa mayoría de los diarios, radios y televisoras bolivianos firmó que no había sobrevivientes en Isla Brava.

"Vimos una persona que nos agitaba una bandera. Inicialmente pensamos que era un pescador, porque en ese lugar se da la pesca de los comunarios. Nos acercamos y se lo vio un poco mal herido", pero ¡vivo!, relató Bustos.

Creyente a rajatabla, Vidal se prosternó cuando vio la lancha enrumbar hacia su posición.

Alzó los brazos, irguió la cabeza, clavó la mirada en el firmamento, proclamó su gratitud al Supremo y por último musitó oraciones.

"Nosotros (los marinos) hacemos simbólicamente este gesto, porque estamos en un momento que realmente nos conmueve. La mayor recompensa para nosotros es poder haber reunido a esta familia, después de tantas horas. Es un verdadero milagro", narró luego la ministra Chacón durante una conferencia de prensa.

"El se encuentra consciente, está hablando, está agradecido de poder reencontrase con su familia", agregó.

Vidal lucía el torso casi desnudo apenas cubierto por un género de algodón raído y llevaba enfundados pantalones jean.

Con la ayuda de militares, se montó en la barcaza, donde uno de ellos le guareció con una parca camuflada.

Vidal hablaba coherente y hasta contestaba, pese al dolor, algunas preguntas.

Ya en tierra lo montaron en una silla hechiza y por un camino de senda lo sacaron hacia Trinidad, en andas.

"El avión se hizo añicos", relató durante la andadura. "Agradezco de todo corazón a los militares que salieron a buscar no sólo a mí, sino a todos pasajeros", balbuceó mientras se tomaba las costillas con la mano sana para mitigar el dolor que causaba en traqueteo.

Mientras daba ansiosas chupadas a una pequeña bolsa plástica con jugo de frutas que alguien le alcanzó y luego buchadas inacabables a una botella de medio litro de agua, advirtió que "mis costillas están rotísimas".

Esto poco antes de llegar al Hospital Militar de la ciudad de Trinidad, a 900 km de La Paz y luego de hablar por teléfono celular con su esposa.

Ya en el nosocomio y luego de una exhaustiva revisión médica, el doctor Fidel Silva destacó el sorprendente estado de salud que lucía este hombre oriundo de Sucre, padre de una niña.

"Tiene un pronóstico vital bueno", relievó.

La única preocupación de los médicos era devolver elasticidad al pulmón infartado y reinjertar una lengua de 10 cm, ese escalpe, que colgaba sobre su rostro.

"Pensamos que con el procedimiento quirúrgico que le realizaremos estará mucho mejor, para hacer la corrección quirúrgica correspondiente", sostuvo el galeno.

Su hermana Rosario sólo atinó a dar gracias a Dios, apenas lo vio entrar por sus propios medios al Hospital. "El Señor es realmente poderoso es magnífico, el Señor es bueno, cumple cada una de sus promesas. Está (Vidal) caminando tal como nos prometió el Señor", proclamó la mujer.

Hacia media mañana la algarabía se extendió como reguero de pólvora en el país.

En La Paz el presidente Evo Morales manifestó su deseo de hablar con el hombre que le hizo un guiño a la muerte, que emboscó a otros 8 pasajeros y tripulantes del avión siniestrado.

"El Presidente está muy emocionado con esta linda noticia. Está ansioso por conocerlo. Vamos a esperar que se recupere un poquito y más adelante tendrá la reunión con el 'Presi'", matizó la directora departamental de la Agencia para el Desarrollo de la Macroregiones y Zonas Fronteriza en Beni, Jessica Jordan.

A 600 km de Trinidad, en el aeropuerto Viru Viru, de Santa Cruz, un piloto que seguía la noticia por televisión calificó de "impresionante" la forma en que Vidal salvó la vida.

Otra mujer que esperaba abordar un vuelo comercial, proclamó que obró un milagro.

"Yo no soy familiar pero a mí me conmovió mucho, tengo ganas de llorar de agradecimiento al Señor. Es una prueba que el Señor pone. Todos los bolivianos tenemos que saber que los milagros existen", dijo.

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