La sequía no es la verdadera causa de la hambruna en África
Africa, CNN
Imagínese si una sequía de largo plazo fuera a impactar a una parte de la población rural de Estados Unidos, por ejemplo Wyoming, o Montana.
Habría ejecuciones hipotecarias por parte de los bancos, mientras que el precio del ganado caería porque habría mucha oferta en el mercado, las familias perderían sus fincas de manera dramática, y las listas de compra de abarrotes se verían recortadas. Pero, ¿pasaría hambre la gente?, ¿en verdad se consumirían hasta que sus cuerpos comenzaran a devorarse a sí mismos?
En el sur de Somalia, Djibouti, ciertas áreas de Etiopía y en los campamentos de refugiados en Kenia, cerca de 12 millones de personas, es decir, la mitad de la población de Canadá, se enfrentan a la muerte.
En Somalia, las personas que ya están en crisis suman unos cuatro millones. Por ejemplo, las madres reeditan de nuevo, como en la novela La Decisión de Sophie, el difícil momento de cómo compartir entre sus hijos los pequeños restos de comida.
Los viejos y cansados términos para explicar todo esto se repiten de nuevo. La causa, se nos dice, es la sequía. La fórmula de "causado por la sequía" no sólo es periodismo fácil. Hemos escuchado cantar esa canción en varias ocasiones en el pasado, lo que ahora puede hacernos inmunes al reclamo de hambruna que recae sobre nosotros.
Ciertamente, la sequía es un factor que propicia la hambruna. Y el calentamiento global podría ampliar la duración de las sequías. Sin embargo, Amartya Sen, ganador del Premio Nobel de Economía, dijo que ninguna hambruna importante ha tenido lugar en una democracia liberal. Creo que Sen está en lo correcto.
Las hambrunas se dan en lugares donde la gente es tiranizada, ya sea por gobiernos o como en el caso del sur de Somalia, por ejércitos y milicias privadas.
Éstas se producen en los lugares en donde hasta en los años que la precedieron, los agricultores no siempre son capaces de sembrar bajo un esquema de seguridad, con la posibilidad de que podrían ser confiscados, o de que el granero del pueblo será quemados por los ejércitos tanto privados como gubernamentales.
Ante todo las hambrunas se producen en lugares donde las personas se las arreglan con unos pocos alimentos. Aunque en ciudades como Mogadishu, Somalia, la gente podría comer alimentos enlatados y una variedad de otros productos, para los agricultores en África oriental, los alimentos normales son las lentejas y el pan elaborado con dhurra, mijo o con un grano denominado teff.
Si la cosecha de granos es destruída por la sequía o por las plagas o por la indebida intervención del hombre, ahí se va el alimento principal.
Los pescadores de la costa de Somalia se ven a sí mismos reducidos a lo que pueden comer, dado que el precio de los granos está fuera de su alcance monetario. Los pueblos seminómadas que son dueños de ganado tienen una dieta de leche y carne. El ganado muere por no pastar, son robados, o tienen que ser vendidos o consumidos, y así hacen su vida.
En las democracias liberales, por más presión que puedan tener en estos momentos, si se nos quita una fuente de alimentos, tenemos la capacidad de cambiarla por otra. No lo es así para los 12 millones que las Naciones Unidas ha declarado están en peligro inminente de morir de hambre.
Entonces surgen las preguntas: ¿Por qué la gente en la Tierra, en pleno siglo 21, todavía sobrevive con un alimento básico -al igual que lo hicieron los irlandeses con la papa en la década de 1840?
Los gobiernos mantienen sistemas injustos en el ámbito de tenencia de la tierra; esa es una razón. Los gobiernos dirigen el dinero a las armas en vez de a la infraestructura - en carreteras, por ejemplo, a través de las cuales la ayuda puede ser transportada, o en instalaciones de almacenamiento de alimentos.
Uno tiene derecho a preguntar por qué después de toda la asistencia para emergencias y la cooperación para el desarrollo que se gastó en Etiopía hay una crisis alimentaria cada vez que hay sequía. ¿Es por la falta de lluvia o por un fracaso gubernamental?
Vemos la anteriormente mencionada "indebida intervención de los humanos" en el bienestar de los pueblos del este de África en el hecho de que, en el caso del sur de Somalia, el gobierno de Obama ha tenido que brindarle a las agencias de ayuda una garantía de libertad de juicio, incluso si parte de la ayuda tiene que ser dada, casi como un soborno de protección, al grupo militar fundamentalista denomindado Al Shabaab.
Al Shabaab ha rapiñado en el sur de Somalia año tras año. Las organizaciones caritativas deben brindar su mejor esfuerzo para impedir que Al Shabaab acumule alimentos y establezca impuestos sobre los mismos.
Estas realidades sobre el hambre son al igual, si no es que más que los desastres naturales, la causa de la hambruna. En algunos casos es el mal gobierno, y en el caso de Somalia son los asuntos referentes a los señores de la guerra.
La pregunta que surge es si esta realidad debería impedirnos de acudir en ayuda de nuestros conciudadanos mundiales en el este de África. En mi opinión, esto lo hace más apremiante.
Como dice la vieja canción de ayuda de la década de 1980, “We are the world (Nosotros somos el mundo)”. Entre tanto, sólo vamos a aprender a comprender y a enfrentar este fenómeno mortal si dejamos de citar “causada por la sequía” cada vez que nos enteremos de calamidades como ésta.