Gadafi dice seguirá luchando; seguidores atacan centro petrolero
Trípoli, AP
El prófugo Moamar Gadafi acusó el lunes a las fuerzas revolucionarias de entregar Libia a la influencia extranjera y prometió que seguirá su resistencia, mientras sus milicianos atacaban una instalación petrolera.
Fallecieron al menos 15 de los agresores, dijo un comandante que lucha contra Gadafi.
"No seremos gobernados después de que fuimos los amos", afirmó el breve comunicado atribuido a Gadafi y leído en la televisora al-Rai de Siria por su propietario Mishan al-Jaburi, ex legislador iraquí y partidario de Gadafi.
El mensaje describió a las fuerzas de oposición como "traidores" dispuestos a entregar las riquezas petroleras de Libia a intereses extranjeros.
"No entregaremos Libia al colonialismo una vez más, como desean los traidores", afirmó Gadafi en el comunicado, donde se comprometió a enfrentar el "golpe de Estado".
Las palabras de Gadafi para arengar a la población contrastan agudamente con las enormes pérdidas para su régimen en semanas recientes, las cuales incluyen haber sido expulsado de la capital Trípoli y quedar con sólo un puñado de bastiones rodeados por los ex rebeldes.
Se desconoce su paradero, pero sus seguidores dicen que Gadafi aún está en Libia. Algunos de sus familiares han huido al vecino Níger, el más reciente de ellos su hijo al-Saadi.
Aunque ahora los ex insurgentes controlan la mayor parte de Libia y siguen siendo respaldados por bombardeos de la OTAN, hay indicios de que los leales a Gadafi todavía pueden propinar golpes militares.
En la importante terminal petrolera de Ras Lanuf, presuntos milicianos del derrocado régimen implementaron ataques consecutivos que comenzaron con incendios provocados seguidos por un convoy de pistoleros que llegó desde el desierto.
El coronel Hamid al-Hasi, comandante de las fuerzas contrarias a Gadafi en el este de Libia, dijo que un grupo de 15 empleados prendió fuego a las instalaciones, en la costa del Mediterráneo a unos 615 kilómetros (380 millas) al sureste de Trípoli. Cinco de los saboteadores murieron y el resto fueron arrestados, dijo.
En un ataque que posiblemente estuvo coordinado, el puerto fue blanco posteriormente de un convoy de hombres armados que aparentemente residen en un campamento de refugiados a unos 30 kilómetros (18 millas) al sur de Ras Lanuf. Un comandante de los ex rebeldes, Fadl-Alá Harun, dijo que un total de 15 personas perdieron la vida en ambos ataques.
Entretanto, decenas de automóviles colmados de familias libias, que cargaban con sus pertenencias, abandonaban el lunes el principal bastión de Bani Walid donde se han congregado las tropas leales a Gadafi, como anticipo de un ataque de las fuerzas revolucionarias.
Los combatientes tratan de controlar a los simpatizantes de Gadafi que se han emplazado en Bani Walid desde el viernes y han capturado gran parte de la mitad del norte del pueblo, situado a 140 kilómetros al sureste de Trípoli.
Una residente, Fadila Salim, que abandonaba el lugar el lunes en un vehículo dijo que se le había informado que "el combate sería brutal".
Su hijo, Mohammed Ibrahim, dijo que no había electricidad, ni agua potable y a los negocios se les comenzaba a terminar los alimentos. dijo que muchos "han quedado estancados en sus viviendas y temen salir".
El prófugo Moamar Gadafi acusó el lunes a las fuerzas revolucionarias de entregar Libia a la influencia extranjera y prometió que seguirá su resistencia, mientras sus milicianos atacaban una instalación petrolera.
Fallecieron al menos 15 de los agresores, dijo un comandante que lucha contra Gadafi.
"No seremos gobernados después de que fuimos los amos", afirmó el breve comunicado atribuido a Gadafi y leído en la televisora al-Rai de Siria por su propietario Mishan al-Jaburi, ex legislador iraquí y partidario de Gadafi.
El mensaje describió a las fuerzas de oposición como "traidores" dispuestos a entregar las riquezas petroleras de Libia a intereses extranjeros.
"No entregaremos Libia al colonialismo una vez más, como desean los traidores", afirmó Gadafi en el comunicado, donde se comprometió a enfrentar el "golpe de Estado".
Las palabras de Gadafi para arengar a la población contrastan agudamente con las enormes pérdidas para su régimen en semanas recientes, las cuales incluyen haber sido expulsado de la capital Trípoli y quedar con sólo un puñado de bastiones rodeados por los ex rebeldes.
Se desconoce su paradero, pero sus seguidores dicen que Gadafi aún está en Libia. Algunos de sus familiares han huido al vecino Níger, el más reciente de ellos su hijo al-Saadi.
Aunque ahora los ex insurgentes controlan la mayor parte de Libia y siguen siendo respaldados por bombardeos de la OTAN, hay indicios de que los leales a Gadafi todavía pueden propinar golpes militares.
En la importante terminal petrolera de Ras Lanuf, presuntos milicianos del derrocado régimen implementaron ataques consecutivos que comenzaron con incendios provocados seguidos por un convoy de pistoleros que llegó desde el desierto.
El coronel Hamid al-Hasi, comandante de las fuerzas contrarias a Gadafi en el este de Libia, dijo que un grupo de 15 empleados prendió fuego a las instalaciones, en la costa del Mediterráneo a unos 615 kilómetros (380 millas) al sureste de Trípoli. Cinco de los saboteadores murieron y el resto fueron arrestados, dijo.
En un ataque que posiblemente estuvo coordinado, el puerto fue blanco posteriormente de un convoy de hombres armados que aparentemente residen en un campamento de refugiados a unos 30 kilómetros (18 millas) al sur de Ras Lanuf. Un comandante de los ex rebeldes, Fadl-Alá Harun, dijo que un total de 15 personas perdieron la vida en ambos ataques.
Entretanto, decenas de automóviles colmados de familias libias, que cargaban con sus pertenencias, abandonaban el lunes el principal bastión de Bani Walid donde se han congregado las tropas leales a Gadafi, como anticipo de un ataque de las fuerzas revolucionarias.
Los combatientes tratan de controlar a los simpatizantes de Gadafi que se han emplazado en Bani Walid desde el viernes y han capturado gran parte de la mitad del norte del pueblo, situado a 140 kilómetros al sureste de Trípoli.
Una residente, Fadila Salim, que abandonaba el lugar el lunes en un vehículo dijo que se le había informado que "el combate sería brutal".
Su hijo, Mohammed Ibrahim, dijo que no había electricidad, ni agua potable y a los negocios se les comenzaba a terminar los alimentos. dijo que muchos "han quedado estancados en sus viviendas y temen salir".