En River se prevee golpe de timón

BUENOS AIRES, ESPN
El presente de River marca que en los últimos tres partidos cosechó igual cantidad de empates. Aquellos días idílicos del principio de campeonato, los que habían logrado aventar a los fantasmas que revoloteaban por las comprensiblemente susceptibles cabezas de los hinchas, hoy han tomado forma de enigma. Otras vez se instalaron las dudas, las inseguridades, los miedos. Porque aún tienen muy fresco el triste recuerdo del nefasto sprint final del torneo pasado, donde los 7 partidos consecutivos sin victorias depositaron al Millo en la Promoción, y allí esa racha adversa se prolongó con las consecuencias ya conocidas por todos.

Y como las heridas tardan en cicatrizar, y para muchos nunca lo harán, cuando la adversidad asoma los ánimos se turban. Por eso (más allá de incondicional apoyo, esto hay que destacarlo), la gente comenzó a exteriorizar su malhumor. Con algunos cánticos livianos, es cierto, pero ya le están empezando a hacer notar a su equipo que la historia debe modificarse.

¿Qué le está sucediendo a River? ¿Le tomaron la mano los rivales? En rigor de verdad, se produjo una suma de factores que, todos juntos, desembocaron en que hoy el Millo haya dejado de ser el equipo sensación de la B Nacional.

Por un lado, y tal cual le pasaba en primera división, todos los que lo enfrentan buscan tener su día épico, su momento de gloria. Redoblan esfuerzos, fortalecen la concentración, coquetean con la excelencia porque saben que un resultado positivo ante River les asegura trascendencia, exposición mediática y la observación de todo el mundo del fútbol. Comprensible. Pero más allá de las virtudes de los oponentes existe un quedo propio. La merma futbolística es notoria, innegable. Falla en lo colectivo, no le responden las individualidades, tampoco está fino en la definición y se muestra vulnerable en defensa.

Pero, por sobre todas las cosas, se lo ve como un equipo ansioso, que quiere demostrar en un minuto que está a la altura de las circunstancias y esa ansiedad es la que lo lleva a desordenarse, con la consecuencia de ofrecerle involuntariamente la mejilla a sus rivales para que le den una bofetada. Hasta el momento ninguno logró hacerlo, pero bien podrían haberlo hecho.

En este panorama, que no es apocalíptico pero sí preocupante, el indicador positivo es la dosis de realismo que mostraron tener los protagonistas. Desde Matías Almeyda hasta los propios futbolistas realizaron una autocrítica pública. Nadie intentó maquillar la verdad. Y ese es un buen punto de partida para ensayar un cambio. Por lo pronto el entrenador ya dijo que aún no encontró el equipo y anunció modificaciones. Que podrían pasar desde nombres hasta esquema. No sería descabellado imaginar a un River que juegue con un enganche y dos delanteros. Con mayor audacia ofensiva. Lo cual estaría yendo de la mano con la idea del DT, esa de recuperar el estilo histórico del club. En el horizonte cercano se observa un golpe de timón, el devenir del campeonato dirá si sirve o no para enderezar al barco...

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