El tortuoso retorno del dinero robado por los dictadores
Libia, Túnez y Egipto afrontan un largo proceso para recobrar fondos desviados
Madrid, El País
Si apartar a un dictador del poder es difícil, recuperar el dinero que durante años robó a su pueblo suele serlo aún más. Los nuevos regímenes surgidos con la primavera árabe en Túnez, Egipto y Libia se enfrentan a un complejo y largo proceso legal para lograr que las fortunas de sus antiguos gobernantes, congeladas en cuentas bancarias en Suiza, Reino Unido, Francia y otros países europeos, vuelvan a las arcas públicas.
Pese a que la caída de Muamar el Gadafi ha resultado más difícil que la del egipcio Hosni Mubarak y el tunecino Zine el Abidine ben Ali, son los libios los que, paradójicamente, tienen mayores probabilidades de recuperar la mayor parte del dinero embargado por Naciones Unidas. Resulta casi imposible cuantificar la fortuna que el depuesto régimen de Gadafi tiene en el exterior. Las estimaciones más recatadas hablan de 50.000 millones de dólares (35.000 millones de euros), pero otras elevan la cifra a 150.000 millones de dólares, en parte depositados en bancos occidentales, como el HSBC, Goldman Sachs, Société Générale y Unicredit, según la organización Global Witness.
Uno de los aspectos ventajosos de esta fortuna es que tres cuartas partes son fondos públicos, propiedad de empresas estatales libias, y no están en cuentas personales, por lo que la restitución del dinero a las nuevas autoridades de Trípoli será legalmente más sencilla en cuanto la ONU levante el embargo. "Recuperar este dinero es más fácil, porque en cuanto haya un nuevo Gobierno reconocido, el dinero se podrá devolver sin pasar por ningún proceso legal", afirma en una entrevista telefónica el catedrático de Derecho Penal Mark Pieth, presidente del Instituto de Gobernanza de Basilea, organismo que asesora a estos países en el largo camino legal para recuperar los fondos.
Mientras la ONU ultima un acuerdo para anular el embargo de los activos libios en el exterior, la comunidad internacional acaba de anunciar el desbloqueo inmediato de 15.000 millones de dólares de esos fondos públicos, muchos en manos del Banco Central libio, la Corporación Nacional de Petróleo y la Autoridad de Inversión de Libia, el multimillonario fondo soberano de los Gadafi.
La restitución del dinero se complica cuando las cuentas están vinculadas de forma directa a los dictadores y sus familias o se trata de propiedades a su nombre, como mansiones, aviones privados y coches de lujo. Si la fortuna amasada por los Gadafi es enorme, la de los Mubarak no se queda atrás: se calcula que el dinero reunido por él y sus hijos asciende a miles de millones. A comienzos de año, cuando estallaron las protestas, Suiza congeló cuentas suyas por valor de 320 millones de euros. Las autoridades helvéticas también han embargado depósitos vinculados con Ben Ali y antiguos altos cargos tunecinos por valor de 620 millones de euros (47 a nombre del propio Ben Ali). En el caso de Libia, Suiza ha congelado 280 millones de euros en cuentas personales del entorno del coronel Gadafi.
Los nuevos Gobiernos de Egipto y Túnez ya han solicitado a Suiza que libere este dinero, y se prevé que el Ejecutivo libio siga sus pasos. "El primer y principal obstáculo es detectar, entre la maraña de transacciones oficiales y privadas, los fondos dentro o fuera del país directamente vinculados a la corrupción y el abuso del poder. El segundo problema es la complicadísima tramitación legal para solicitar la devolución de dichos fondos. Esto implica la exoneración del secreto bancario y las leyes de varios países que protegen a rajatabla la propiedad privada", explica el historiador Alfonso Quiroz, experto en la corrupción en Perú.
Las autoridades suizas han enviado asesores a Egipto y Túnez para explicar cómo recuperar el dinero: deben demostrar su origen ilícito; en concreto, deben buscar pruebas de abuso de poder o robo de fondos públicos y cómo han ido a parar a depósitos suizos. "Estos casos pueden eternizarse; los procesos pueden durar 10 años", explica Mark Pieth.
Las cuentas personales de los dictadores y su gente deben permanecer tres años congeladas en Suiza. Si los demandantes no pueden demostrar finalmente el origen ilícito de los fondos, las autoridades helvéticas deben liberar, en principio, el dinero. "¿Cuánto se puede recuperar? Depende del momento, la habilidad del equipo que reclama el dinero y, por supuesto, la suerte. Cada caso es diferente. Algunos recuperan una parte considerable de decenas de millones; otros, apenas una fracción", afirma Mark V. Vlasic, socio de Ward & Ward, un bufete de Washington, y experto en procesos de restitución de fondos. Cada caso es diferente y cada país tiene su legislación.
Dos importantes casos fallidos fueron los del haitiano Jean-Claude Duvalier y el congolés Mobutu Sese Seko. En el primer caso, Suiza ordenó que se devolvieran a Haití 4,5 millones de euros, bloqueados hace 23 años, pero el trámite no se ha hecho efectivo debido a la avalancha de recursos presentada por la familia Duvalier. En el segundo caso, el Estado suizo se vio forzado en 2009 a levantar el bloqueo de unos 4,6 millones de euros y devolver el dinero a los familiares del dictador derrocado, porque no se pudo demostrar el origen ilícito de los fondos.
Madrid, El País
Si apartar a un dictador del poder es difícil, recuperar el dinero que durante años robó a su pueblo suele serlo aún más. Los nuevos regímenes surgidos con la primavera árabe en Túnez, Egipto y Libia se enfrentan a un complejo y largo proceso legal para lograr que las fortunas de sus antiguos gobernantes, congeladas en cuentas bancarias en Suiza, Reino Unido, Francia y otros países europeos, vuelvan a las arcas públicas.
Pese a que la caída de Muamar el Gadafi ha resultado más difícil que la del egipcio Hosni Mubarak y el tunecino Zine el Abidine ben Ali, son los libios los que, paradójicamente, tienen mayores probabilidades de recuperar la mayor parte del dinero embargado por Naciones Unidas. Resulta casi imposible cuantificar la fortuna que el depuesto régimen de Gadafi tiene en el exterior. Las estimaciones más recatadas hablan de 50.000 millones de dólares (35.000 millones de euros), pero otras elevan la cifra a 150.000 millones de dólares, en parte depositados en bancos occidentales, como el HSBC, Goldman Sachs, Société Générale y Unicredit, según la organización Global Witness.
Uno de los aspectos ventajosos de esta fortuna es que tres cuartas partes son fondos públicos, propiedad de empresas estatales libias, y no están en cuentas personales, por lo que la restitución del dinero a las nuevas autoridades de Trípoli será legalmente más sencilla en cuanto la ONU levante el embargo. "Recuperar este dinero es más fácil, porque en cuanto haya un nuevo Gobierno reconocido, el dinero se podrá devolver sin pasar por ningún proceso legal", afirma en una entrevista telefónica el catedrático de Derecho Penal Mark Pieth, presidente del Instituto de Gobernanza de Basilea, organismo que asesora a estos países en el largo camino legal para recuperar los fondos.
Mientras la ONU ultima un acuerdo para anular el embargo de los activos libios en el exterior, la comunidad internacional acaba de anunciar el desbloqueo inmediato de 15.000 millones de dólares de esos fondos públicos, muchos en manos del Banco Central libio, la Corporación Nacional de Petróleo y la Autoridad de Inversión de Libia, el multimillonario fondo soberano de los Gadafi.
La restitución del dinero se complica cuando las cuentas están vinculadas de forma directa a los dictadores y sus familias o se trata de propiedades a su nombre, como mansiones, aviones privados y coches de lujo. Si la fortuna amasada por los Gadafi es enorme, la de los Mubarak no se queda atrás: se calcula que el dinero reunido por él y sus hijos asciende a miles de millones. A comienzos de año, cuando estallaron las protestas, Suiza congeló cuentas suyas por valor de 320 millones de euros. Las autoridades helvéticas también han embargado depósitos vinculados con Ben Ali y antiguos altos cargos tunecinos por valor de 620 millones de euros (47 a nombre del propio Ben Ali). En el caso de Libia, Suiza ha congelado 280 millones de euros en cuentas personales del entorno del coronel Gadafi.
Los nuevos Gobiernos de Egipto y Túnez ya han solicitado a Suiza que libere este dinero, y se prevé que el Ejecutivo libio siga sus pasos. "El primer y principal obstáculo es detectar, entre la maraña de transacciones oficiales y privadas, los fondos dentro o fuera del país directamente vinculados a la corrupción y el abuso del poder. El segundo problema es la complicadísima tramitación legal para solicitar la devolución de dichos fondos. Esto implica la exoneración del secreto bancario y las leyes de varios países que protegen a rajatabla la propiedad privada", explica el historiador Alfonso Quiroz, experto en la corrupción en Perú.
Las autoridades suizas han enviado asesores a Egipto y Túnez para explicar cómo recuperar el dinero: deben demostrar su origen ilícito; en concreto, deben buscar pruebas de abuso de poder o robo de fondos públicos y cómo han ido a parar a depósitos suizos. "Estos casos pueden eternizarse; los procesos pueden durar 10 años", explica Mark Pieth.
Las cuentas personales de los dictadores y su gente deben permanecer tres años congeladas en Suiza. Si los demandantes no pueden demostrar finalmente el origen ilícito de los fondos, las autoridades helvéticas deben liberar, en principio, el dinero. "¿Cuánto se puede recuperar? Depende del momento, la habilidad del equipo que reclama el dinero y, por supuesto, la suerte. Cada caso es diferente. Algunos recuperan una parte considerable de decenas de millones; otros, apenas una fracción", afirma Mark V. Vlasic, socio de Ward & Ward, un bufete de Washington, y experto en procesos de restitución de fondos. Cada caso es diferente y cada país tiene su legislación.
Dos importantes casos fallidos fueron los del haitiano Jean-Claude Duvalier y el congolés Mobutu Sese Seko. En el primer caso, Suiza ordenó que se devolvieran a Haití 4,5 millones de euros, bloqueados hace 23 años, pero el trámite no se ha hecho efectivo debido a la avalancha de recursos presentada por la familia Duvalier. En el segundo caso, el Estado suizo se vio forzado en 2009 a levantar el bloqueo de unos 4,6 millones de euros y devolver el dinero a los familiares del dictador derrocado, porque no se pudo demostrar el origen ilícito de los fondos.