Alguien eligió la camiseta verde que nos gusta a todos
La Paz, Erbol
Nos sucede como al niño que recibe el regalo del papá y, a fuerza de ponerse esa prenda termina por gustarle. Nos regalaron el verde y nos quedamos con el verde, aunque con diversos matices.
Bolivia jugó su primer partido por una eliminatoria el 22 de septiembre de 1957 y había que elegir un color. Hasta entonces el color de la casaca era blanco. Los narradores de la época dicen que ese verde lo eligió Víctor Agustín Ugarte, que para entonces tenía la voz cantante del grupo. Es que el verde le recordaba a su equipo Huracán de Tupiza.
Es probable que a la hora de elegir hayan lanzado tantas opiniones como colores. Eso sí, nada de blanco porque quedaba el recuerdo que con esa casaca se había recibido goleadas y la más contundente en el Mundial de 1950 con un 8-0 para olvidar. Pero, para no desprenderse del pasado quedó el blanco para el pantalón y las medias. Otro punto, las chuteras o cachos eran negros, nada de marrón, amarillo, verde, azul como en el presente.
En ese debut con la casaca verde, la Selección perdió en Santiago 2-1 frente a Chile, aunque dejando una buena impresión y la calidad individual de Víctor Brown, Máximo Alcócer, Wilfredo Camacho y el resto.
Para esa eliminatoria se eligieron a los jugadores de la Asociación de Fútbol de La Paz, pero en los torneos integrados de 1954 y 1955 ya habían mostrado sus condiciones los jugadores de Wilstermann, Mario Zabalaga, Máximo Alcócer, Ausberto García y Óscar Claure, de manera que Cochabamba empezaba a distinguirse como la cantera de buenos jugadores.
Casi no quedaban vestigios del gran Litoral, el equipo base de la Selección y que se había convertido en el más poderoso equipo del fútbol boliviano durante una década y era la base de la Selección. Ahora se tomaba en cuenta a jugadores de Bolívar, Wilstermann, The Strongest, Unión Maestranza y Municipal.
Don Félix Deheza era el técnico de este grupo. El hombre de bigotitos, mirada fija y cabello ondulado era profesor de Educación Física y muy respetado por su disciplina. Uno de los jugadores de entonces recuerda la arenga del entrenador previo al partido con Argentina al que se le ganó por 2-0. Las palabras fueron más o menos éstas: “muchachos, no hemos entrenado lo suficiente, pero todo se puede con garra. Cuando ataquemos, todos al ataque y cuando nos ataquen, todos a la defensa, fuerza carajo, vamos Bolivia”. Al final de ese partido, el público levantó en hombros a Deheza y a varios de sus dirigidos tras haberle pintado la cara a Argentina.
Claro está que ese día el equipo vistió con ese verde que gustó a los de ayer, a los de hoy y posiblemente a las generaciones que vendrán porque un día nos regalaron ese color y de tanto alegrarnos y entristecernos con esa camiseta, nos quedó un gusto especial por el verde.
Nos sucede como al niño que recibe el regalo del papá y, a fuerza de ponerse esa prenda termina por gustarle. Nos regalaron el verde y nos quedamos con el verde, aunque con diversos matices.
Bolivia jugó su primer partido por una eliminatoria el 22 de septiembre de 1957 y había que elegir un color. Hasta entonces el color de la casaca era blanco. Los narradores de la época dicen que ese verde lo eligió Víctor Agustín Ugarte, que para entonces tenía la voz cantante del grupo. Es que el verde le recordaba a su equipo Huracán de Tupiza.
Es probable que a la hora de elegir hayan lanzado tantas opiniones como colores. Eso sí, nada de blanco porque quedaba el recuerdo que con esa casaca se había recibido goleadas y la más contundente en el Mundial de 1950 con un 8-0 para olvidar. Pero, para no desprenderse del pasado quedó el blanco para el pantalón y las medias. Otro punto, las chuteras o cachos eran negros, nada de marrón, amarillo, verde, azul como en el presente.
En ese debut con la casaca verde, la Selección perdió en Santiago 2-1 frente a Chile, aunque dejando una buena impresión y la calidad individual de Víctor Brown, Máximo Alcócer, Wilfredo Camacho y el resto.
Para esa eliminatoria se eligieron a los jugadores de la Asociación de Fútbol de La Paz, pero en los torneos integrados de 1954 y 1955 ya habían mostrado sus condiciones los jugadores de Wilstermann, Mario Zabalaga, Máximo Alcócer, Ausberto García y Óscar Claure, de manera que Cochabamba empezaba a distinguirse como la cantera de buenos jugadores.
Casi no quedaban vestigios del gran Litoral, el equipo base de la Selección y que se había convertido en el más poderoso equipo del fútbol boliviano durante una década y era la base de la Selección. Ahora se tomaba en cuenta a jugadores de Bolívar, Wilstermann, The Strongest, Unión Maestranza y Municipal.
Don Félix Deheza era el técnico de este grupo. El hombre de bigotitos, mirada fija y cabello ondulado era profesor de Educación Física y muy respetado por su disciplina. Uno de los jugadores de entonces recuerda la arenga del entrenador previo al partido con Argentina al que se le ganó por 2-0. Las palabras fueron más o menos éstas: “muchachos, no hemos entrenado lo suficiente, pero todo se puede con garra. Cuando ataquemos, todos al ataque y cuando nos ataquen, todos a la defensa, fuerza carajo, vamos Bolivia”. Al final de ese partido, el público levantó en hombros a Deheza y a varios de sus dirigidos tras haberle pintado la cara a Argentina.
Claro está que ese día el equipo vistió con ese verde que gustó a los de ayer, a los de hoy y posiblemente a las generaciones que vendrán porque un día nos regalaron ese color y de tanto alegrarnos y entristecernos con esa camiseta, nos quedó un gusto especial por el verde.