Un gadafista suplica a un rebelde que le perdone la vida
Trípoli, EFE
En pleno Trípoli, un miembro de la guardia pretoriana gadafista ruega desesperado que se le "perdone" la vida porque tiene "hijos" y se vio "obligado" a hacer cosas que no quería, ante la mirada enfurecida de un rebelde armado contra quien combatió lejos de la capital.
Nizar Husein, un rebelde de unos 30 años de edad que viene por primera vez a Trípoli desde que la rebelión tomó el control de la capital, se topa por casualidad en la calle con este hombre, un miembro de la brigada más leal a Muamar Gadafi, según el insurrecto.
Según Husein, un ex militar de las fuerzas especiales que se pasó a la rebelión, este otro hombre, de unos 40 años de edad, "mató, secuestró y violó" en Zauiya, 40 kilómetros al oeste de Trípoli, y tiene que darle explicaciones.
El acusado empieza negando. "Soy inocente", dice. Luego pide disculpas al rebelde, quien tiene un fusil de asalto y una pistola. "Perdóname", logra decir, agobiado. "Sólo quería tener un automóvil. Las fuerzas de Gadafi decían que iban a regalar coches, dinero y casas a los voluntarios. Tengo hijos. Estoy con ustedes", agrega.
Un miembro del comité popular formado por los jóvenes rebeldes del barrio se interpone. "No lo toques", ordena. "Las nuevas autoridades se encargarán de él. No le digas a nadie dónde está. Puede haber gente furiosa porque le mató al padre o a la madre", añade.
"Puedo darte lo que sea cuando sea. Por favor, perdóname", repite el hombre. "No te preocupes", le contesta con frialdad Nizar Husein.
Las cosas se acaban sin violencia física, pero, al alejarse, el rebelde estalla en cólera. "Estaba en Zauiya. Los vi a él y a su grupo en la Plaza Verde. Mató, secuestró y violó", repite a los gritos. "Nadie conocía su escondite. Lo quiero matar por todo lo que hizo. Merece morir", añade.
Mientras tanto, Yusef, el padre del gadafista, defiende a su hijo ante miembros del comité popular. "Tienes que hacer algo con el problema relativo a mi hijo. Solucionar el tema de la seguridad", pide, negándose a revelar su apellido por temor a posibles represalias.
Aquí, como en otros lugares, hay puestos de control a la entrada y salida del barrio. Se detiene los coches y se pregunta a los desconocidos adónde van y a qué familia van a visitar.
Días antes, tras tomar el control de la capital, algunos rebeldes dieron palizas a miembros de fuerzas leales a Gadafi. Yusef espera que sus vecinos, en su mayoría miembros de la rebelión, lo defiendan. "Hace 45 años que vivo aquí. Si pasa algo, iré a verlos", explica.
Miembro de un "comité" del régimen, según los rebeldes, Yusef sólo reconoce haber trabajado "con militares". Sin embargo, contrariamente o otras familias del barrio favorables a Gadafi, que huyeron, él optó por quedarse. "No soy el único partidario de Gadafi del barrio. Todos los querían y lo apoyaban. No había otra opción cuando sus fuerzas controlaban las cosas. Era el presidente y yo soy sólo un ciudadano. Fui leal a Gadafi, ahora seré leal a los revolucionarios", asegura.
Incómodo, Yusef niega tener miedo. Por ahora, las cosas están "bien". Los rebeldes brindan víveres y agua a los habitantes del barrio. No obstante, sigue pensando que "se vivía bien" en la época de Gadafi. "Yo vivía desahogado. Cobraba un cheque a fin de mes, comía e iba a trabajar en paz", cuenta.
En pleno Trípoli, un miembro de la guardia pretoriana gadafista ruega desesperado que se le "perdone" la vida porque tiene "hijos" y se vio "obligado" a hacer cosas que no quería, ante la mirada enfurecida de un rebelde armado contra quien combatió lejos de la capital.
Nizar Husein, un rebelde de unos 30 años de edad que viene por primera vez a Trípoli desde que la rebelión tomó el control de la capital, se topa por casualidad en la calle con este hombre, un miembro de la brigada más leal a Muamar Gadafi, según el insurrecto.
Según Husein, un ex militar de las fuerzas especiales que se pasó a la rebelión, este otro hombre, de unos 40 años de edad, "mató, secuestró y violó" en Zauiya, 40 kilómetros al oeste de Trípoli, y tiene que darle explicaciones.
El acusado empieza negando. "Soy inocente", dice. Luego pide disculpas al rebelde, quien tiene un fusil de asalto y una pistola. "Perdóname", logra decir, agobiado. "Sólo quería tener un automóvil. Las fuerzas de Gadafi decían que iban a regalar coches, dinero y casas a los voluntarios. Tengo hijos. Estoy con ustedes", agrega.
Un miembro del comité popular formado por los jóvenes rebeldes del barrio se interpone. "No lo toques", ordena. "Las nuevas autoridades se encargarán de él. No le digas a nadie dónde está. Puede haber gente furiosa porque le mató al padre o a la madre", añade.
"Puedo darte lo que sea cuando sea. Por favor, perdóname", repite el hombre. "No te preocupes", le contesta con frialdad Nizar Husein.
Las cosas se acaban sin violencia física, pero, al alejarse, el rebelde estalla en cólera. "Estaba en Zauiya. Los vi a él y a su grupo en la Plaza Verde. Mató, secuestró y violó", repite a los gritos. "Nadie conocía su escondite. Lo quiero matar por todo lo que hizo. Merece morir", añade.
Mientras tanto, Yusef, el padre del gadafista, defiende a su hijo ante miembros del comité popular. "Tienes que hacer algo con el problema relativo a mi hijo. Solucionar el tema de la seguridad", pide, negándose a revelar su apellido por temor a posibles represalias.
Aquí, como en otros lugares, hay puestos de control a la entrada y salida del barrio. Se detiene los coches y se pregunta a los desconocidos adónde van y a qué familia van a visitar.
Días antes, tras tomar el control de la capital, algunos rebeldes dieron palizas a miembros de fuerzas leales a Gadafi. Yusef espera que sus vecinos, en su mayoría miembros de la rebelión, lo defiendan. "Hace 45 años que vivo aquí. Si pasa algo, iré a verlos", explica.
Miembro de un "comité" del régimen, según los rebeldes, Yusef sólo reconoce haber trabajado "con militares". Sin embargo, contrariamente o otras familias del barrio favorables a Gadafi, que huyeron, él optó por quedarse. "No soy el único partidario de Gadafi del barrio. Todos los querían y lo apoyaban. No había otra opción cuando sus fuerzas controlaban las cosas. Era el presidente y yo soy sólo un ciudadano. Fui leal a Gadafi, ahora seré leal a los revolucionarios", asegura.
Incómodo, Yusef niega tener miedo. Por ahora, las cosas están "bien". Los rebeldes brindan víveres y agua a los habitantes del barrio. No obstante, sigue pensando que "se vivía bien" en la época de Gadafi. "Yo vivía desahogado. Cobraba un cheque a fin de mes, comía e iba a trabajar en paz", cuenta.