Noruega homenajea a los 77 muertos en la matanza de hace un mes
Oslo, Agencias
Noruega homenajeó este domingo a los 77 muertos en la matanza de la isla de Utoya y el atentado previo llevados a cabo por un ultraderechista el pasado 22 de julio.
Unos 6.700 supervivientes, parientes de fallecidos y socorristas, así como la familia real y dirigentes de otros países nórdicos, se reunieron en una sala de concierto de Oslo con algunos de los artistas más famosos del país, como el grupo de pop A-ha.
“Ya hemos usado casi todas las palabras”, declaró el rey Harald V de Noruega, tratando de no estallar en sollozos, al iniciarse la ceremonia.
“Estas últimas semanas fueron difíciles para nosotros, pero es bueno para todos nosotros reunirnos hoy aquí”, dijo el monarca, vestido de traje negro y con lágrimas en los ojos, poco antes de la intervención del primer ministro Jens Stoltenberg, en el mismo escenario con forma de corazón.
También anunciaron su participación dirigentes de otros países, como los presidentes islandés Olafur Ragnar Grimsson y finlandés Tarja Halonen, todos los jefes de gobierno de los países nórdicos, la princesa heredera de Suecia y el príncipe de Dinamarca.
Además de grupos musicales, se decidió incluir en la ceremonia una lectura en voz alta de los nombres de las 77 personas fallecidas, en su mayoría jóvenes laboristas, por parte de actores noruegos.
“Al asistir al homenaje nacional para la gente que perdió su vida y para la gente cuya vida cambió para siempre, (pido que) nunca más haya odio”, escribió uno de los supervivientes de la masacre, Adrian Pracon, en Twitter.
El sábado, cientos de supervivientes habían regresado por primera vez a la isla de Utoya y recordaron cómo nadaron hasta la otra orilla o se escondieron para salvarse de la masacre, mientras otros jóvenes morían a balazos.
Pracon contó a la AFP que, contrariamente a otros compañeros, no logró huir nadando y vio al autor de la masacre en dos oportunidades en la pequeña isla de 0,12 km2 con forma de corazón (vista desde un avión).
La primera vez “me apuntó con el arma (...) y sólo atiné a decirle: 'no dispares'“, tras lo cual se fue. Minutos después, casi en el mismo lugar, Pracon se hizo “el muerto”, pero “igual me disparó para asegurarse de que estuviera muerto (...) y me dio en el hombro”, declaró el joven de 21 años de edad.
Anders Behring Breivik confesó haber realizado el doble ataque del pasado 22 de julio. La policía tardó una hora en detenerlo, desde que empezó a recibir las primeras llamadas desde Utoya.
Una hora y media antes de iniciar la matanza en la isla, el autor confeso de los hechos, que se había declarado en una cruzada contra el islam y el multiculturalismo en Europa, había accionado una bomba situada en una camioneta aparcada cerca de la sede del gobierno, causando ocho muertos.
Posteriormente, disfrazado de policía, llegó a Utoya, donde tenía lugar un encuentro de jóvenes laboristas. Llamó a los jóvenes para que se acercaran a él, diciéndoles que había tenido lugar el atentado que él mismo había cometido poco antes en el barrio de los ministerios, en el que murieron ocho personas.
Armado con un fusil semiautomático y una pistola, se puso a disparar contra los jóvenes, persiguiendo a los que intentaban huir y ultimando a los heridos metódica y tranquilamente, según los testigos.
Noruega homenajeó este domingo a los 77 muertos en la matanza de la isla de Utoya y el atentado previo llevados a cabo por un ultraderechista el pasado 22 de julio.
Unos 6.700 supervivientes, parientes de fallecidos y socorristas, así como la familia real y dirigentes de otros países nórdicos, se reunieron en una sala de concierto de Oslo con algunos de los artistas más famosos del país, como el grupo de pop A-ha.
“Ya hemos usado casi todas las palabras”, declaró el rey Harald V de Noruega, tratando de no estallar en sollozos, al iniciarse la ceremonia.
“Estas últimas semanas fueron difíciles para nosotros, pero es bueno para todos nosotros reunirnos hoy aquí”, dijo el monarca, vestido de traje negro y con lágrimas en los ojos, poco antes de la intervención del primer ministro Jens Stoltenberg, en el mismo escenario con forma de corazón.
También anunciaron su participación dirigentes de otros países, como los presidentes islandés Olafur Ragnar Grimsson y finlandés Tarja Halonen, todos los jefes de gobierno de los países nórdicos, la princesa heredera de Suecia y el príncipe de Dinamarca.
Además de grupos musicales, se decidió incluir en la ceremonia una lectura en voz alta de los nombres de las 77 personas fallecidas, en su mayoría jóvenes laboristas, por parte de actores noruegos.
“Al asistir al homenaje nacional para la gente que perdió su vida y para la gente cuya vida cambió para siempre, (pido que) nunca más haya odio”, escribió uno de los supervivientes de la masacre, Adrian Pracon, en Twitter.
El sábado, cientos de supervivientes habían regresado por primera vez a la isla de Utoya y recordaron cómo nadaron hasta la otra orilla o se escondieron para salvarse de la masacre, mientras otros jóvenes morían a balazos.
Pracon contó a la AFP que, contrariamente a otros compañeros, no logró huir nadando y vio al autor de la masacre en dos oportunidades en la pequeña isla de 0,12 km2 con forma de corazón (vista desde un avión).
La primera vez “me apuntó con el arma (...) y sólo atiné a decirle: 'no dispares'“, tras lo cual se fue. Minutos después, casi en el mismo lugar, Pracon se hizo “el muerto”, pero “igual me disparó para asegurarse de que estuviera muerto (...) y me dio en el hombro”, declaró el joven de 21 años de edad.
Anders Behring Breivik confesó haber realizado el doble ataque del pasado 22 de julio. La policía tardó una hora en detenerlo, desde que empezó a recibir las primeras llamadas desde Utoya.
Una hora y media antes de iniciar la matanza en la isla, el autor confeso de los hechos, que se había declarado en una cruzada contra el islam y el multiculturalismo en Europa, había accionado una bomba situada en una camioneta aparcada cerca de la sede del gobierno, causando ocho muertos.
Posteriormente, disfrazado de policía, llegó a Utoya, donde tenía lugar un encuentro de jóvenes laboristas. Llamó a los jóvenes para que se acercaran a él, diciéndoles que había tenido lugar el atentado que él mismo había cometido poco antes en el barrio de los ministerios, en el que murieron ocho personas.
Armado con un fusil semiautomático y una pistola, se puso a disparar contra los jóvenes, persiguiendo a los que intentaban huir y ultimando a los heridos metódica y tranquilamente, según los testigos.