Falcioni: “Me preocupa todo”
Buenos Aires, Olé
Falcioni está inquieto por el funcionamiento que no aparece y cree que tiene poco recambio. El 0-3 de ayer lo alertó. ¿Los dirigentes? Quieren más autocrítica...
La habitación 265 del imponente hotel The Grove, en las afueras de esta ciudad que nunca deja de impactar, es un consultorio de diván alargado. Falcioni sabe que su Boca necesita terapia. “Me preocupa todo”, dice, aunque la autocrítica pública sea un concepto difícil.
El técnico está inquieto. Si de balances se trata, la gira europea no lo dejó en default, pero tampoco le dio superávit. Más bien, un hábito a cambiar. La imagen de los tres partidos, aun con el atenuante de que ayer jugó el equipo alternativo, es elocuente: el funcionamiento colectivo por ahora es una cuenta pendiente. Similar a las idas y vueltas del campeonato pasado. Y el ambiente se pone espeso. Si hasta más de uno recordó ayer que la última vez de Falcioni en la Bombonera fue un concierto de silbidos en el video-homenaje-despedida a Palermo.
“Si llegamos a arrancar mal, agarrate”, se preocupa a cuenta un dirigente. Se sabe, tampoco es cuestión de lanzar sentencias que no se puedan borrar ni de bajar el martillo. El crédito está abierto. El campeonato no empezó. Cualquier conclusión terminante sería apresurada y poco rigurosa. En el verano, de hecho, se postuló a un Boca arrollador que finalmente se estrelló demasiado rápido. Aunque valga el detalle: entonces Falcioni había modificado el equipo de un plumazo, le había hecho lugar a Erviti y a Riquelme y desarmado el 4-4-2. Ahora, los nombres y el esquema que enfrentaron al Espanyol y al Arsenal serán los mismos que el domingo debuten en Bahía.
Y radica aquí una gran diferencia. Los rivales argentinos no tienen el poder ni la jerarquía de los europeos. Se intuye que Boca debería pasarla mejor ante conjuntos que no dan esa talla y de menos recursos que los propios. Sin embargo, el entrenador piensa que el Dream Team es un sueño jamás cumplido. Y no quiere que lo den otra vez como candidato. Prefiere que la carga la lleven otros. El DT cree que cuenta con un interesante 11 inicial y está conforme con la base, pero siente que le falta recambio de categoría. Entiende que si se baja algún titular por lesión o suspensión, mermará el rendimiento y dar ventajas durante cuatro o cinco fechas en un campeonato corto puede ser letal. Otros seis meses en el club sin conseguir un título también puede ser letal. JC apuesta a que los dirigentes tomen nota de la situación y contraten algunos refuerzos más.
El punto es que la realidad le muestra otro escenario al técnico. Varios directivos también están preocupados, pero por la falta de autocrítica de JC y por el funcionamiento que no aparece. Y se empiezan a cansar de sus (repetidos) pedidos por incorporaciones. Es más, la semana pasada ya le habían sugerido no hablar más del tema de Santiago Silva.
Los puntos oficiales todavía no se jugaron. Tiempo hay, es innegable. Y problemas también. ¿Habrá soluciones?
Falcioni está inquieto por el funcionamiento que no aparece y cree que tiene poco recambio. El 0-3 de ayer lo alertó. ¿Los dirigentes? Quieren más autocrítica...
La habitación 265 del imponente hotel The Grove, en las afueras de esta ciudad que nunca deja de impactar, es un consultorio de diván alargado. Falcioni sabe que su Boca necesita terapia. “Me preocupa todo”, dice, aunque la autocrítica pública sea un concepto difícil.
El técnico está inquieto. Si de balances se trata, la gira europea no lo dejó en default, pero tampoco le dio superávit. Más bien, un hábito a cambiar. La imagen de los tres partidos, aun con el atenuante de que ayer jugó el equipo alternativo, es elocuente: el funcionamiento colectivo por ahora es una cuenta pendiente. Similar a las idas y vueltas del campeonato pasado. Y el ambiente se pone espeso. Si hasta más de uno recordó ayer que la última vez de Falcioni en la Bombonera fue un concierto de silbidos en el video-homenaje-despedida a Palermo.
“Si llegamos a arrancar mal, agarrate”, se preocupa a cuenta un dirigente. Se sabe, tampoco es cuestión de lanzar sentencias que no se puedan borrar ni de bajar el martillo. El crédito está abierto. El campeonato no empezó. Cualquier conclusión terminante sería apresurada y poco rigurosa. En el verano, de hecho, se postuló a un Boca arrollador que finalmente se estrelló demasiado rápido. Aunque valga el detalle: entonces Falcioni había modificado el equipo de un plumazo, le había hecho lugar a Erviti y a Riquelme y desarmado el 4-4-2. Ahora, los nombres y el esquema que enfrentaron al Espanyol y al Arsenal serán los mismos que el domingo debuten en Bahía.
Y radica aquí una gran diferencia. Los rivales argentinos no tienen el poder ni la jerarquía de los europeos. Se intuye que Boca debería pasarla mejor ante conjuntos que no dan esa talla y de menos recursos que los propios. Sin embargo, el entrenador piensa que el Dream Team es un sueño jamás cumplido. Y no quiere que lo den otra vez como candidato. Prefiere que la carga la lleven otros. El DT cree que cuenta con un interesante 11 inicial y está conforme con la base, pero siente que le falta recambio de categoría. Entiende que si se baja algún titular por lesión o suspensión, mermará el rendimiento y dar ventajas durante cuatro o cinco fechas en un campeonato corto puede ser letal. Otros seis meses en el club sin conseguir un título también puede ser letal. JC apuesta a que los dirigentes tomen nota de la situación y contraten algunos refuerzos más.
El punto es que la realidad le muestra otro escenario al técnico. Varios directivos también están preocupados, pero por la falta de autocrítica de JC y por el funcionamiento que no aparece. Y se empiezan a cansar de sus (repetidos) pedidos por incorporaciones. Es más, la semana pasada ya le habían sugerido no hablar más del tema de Santiago Silva.
Los puntos oficiales todavía no se jugaron. Tiempo hay, es innegable. Y problemas también. ¿Habrá soluciones?