El BCE anuncia la compra de deuda española e italiana para evitar un 'lunes negro'
El Banco Central Europeo intervendrá en defensa de España e Italia .- Alemania y Francia piden garantizar la estabilidad del euro
Berlín, EP
El Banco Central Europeo (BCE) adoptó la noche del domingo una decisión clave para aliviar las tensiones que sacuden a España e Italia en los mercados. Apremiado por el temor a un hundimiento en las Bolsas, el organismo decidió la compra de deuda pública española e italiana en un intento por aliviar los elevados intereses que exigen los inversores a los bonos de ambos países. El presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, convocó por la tarde una videoconferencia urgente con los consejeros de la autoridad monetaria de la que salió la decisión de "aplicar activamente" el programa de compra de deuda de países con problemas, según el comunicado hecho público sobre las 11 de la noche. Aunque no detalla expresamente qué tipo de deuda se adquirirá, el comunicado arranca con un reconocimiento de las reformas en Italia y España y con la convicción de que es "esencial" aplicarlas para reducir los desequilibrios, lo que equivale a decir que estos serán los países beneficiados por la compra de bonos.
La decisión supone un salto cualitativo en las hasta ahora tímidas actuaciones de la autoridad monetaria respecto a la compra de deuda de países en apuros. El programa se activó en marzo, en principio para adquirir bonos griegos, y el pasado jueves Trichet habló de reactivarlo, aunque solo se detectaron movimientos que tenían como objetivo la deuda irlandesa y portuguesa. Pasar de auxiliar a esos países, de reducida dimensión, a intervenir en Italia y España representa un importante paso en la estrategia de la autoridad monetaria.
El BCE culminó casi tres horas de encuentro con la determinación de "responder decisivamente" a los embates de los mercados, según fuentes del organismo citadas por la agencia Reuters. El organismo analizó "cuidadosamente" la situación de España e Italia, y valoró "los anuncios de los Gobiernos" de ambos países en el sentido de acelerar las reformas. "El eurosistema intervendrá de forma muy significativa en los mercados y responderá de un modo cohesionado", aseguró la misma fuente a Reuters.
Sobre la mesa, una medida espinosa reclamada pese a los recelos alemanes: la conveniencia de que el BCE compre bonos italianos para evitar que Italia y España sigan la estela de Grecia y dejen de poder afrontar los intereses que les piden por su deuda. Durante todo el fin de semana se daba por plausible la compra de bonos italianos por parte del BCE. Sobre todo desde que el Gobierno italiano anunciara el viernes el endurecimiento de sus medidas de austeridad, interpretado como un mensaje para facilitar esa compra de bonos. La mayoría de analistas y fuentes que exigían anonimato apostaban también por la compra de bonos españoles para relajar su interés. Fuentes del organismo citadas por Reuters aseguraban que Trichet pretendía salir hoy de la reunión con una decisión tomada sobre la compra o no de bonos públicos.
En el trasfondo de esa decisión estaban los temores a que los bonos de Italia y España prosigan hoy su espiral ascendente. El diferencial de los bonos españoles e italianos respecto a los bonos alemanes llegó a superar el viernes los 400 puntos.
Durante todo el día se acumularon, no obstante, las señales de que el BCE se planteaba la posibilidad de comprar deuda soberana tanto de Italia como de España. Se esperaba, también, que la medida encuentre la oposición del presidente del Banco Central alemán (Bundesbank), Jens Weidmann, y de otros representantes centroeuropeos. Sus economistas consideran que la compra de bonos supone una violación de los tratados de la Unión Monetaria. Según sus críticos, el BCE está saliéndose de los límites de su mandato y favoreciendo, a costa de sus socios más competitivos, a los países que han gestionado mal sus cuentas.
El único comunicado emitido ayer fue uno conjunto de la canciller federal, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, en el que se dicen "confiados en que el análisis del BCE ponga las bases adecuadas para intervenir en los mercados secundarios". Una referencia que parece aludir más a la capacidad que tendrá el fondo de rescate europeo para intervenir comprando bonos de países con problemas que a las actuaciones del banco central. En ese sentido, piden la "aplicación completa" de los acuerdos adoptados en Bruselas el 21 de julio para potenciar el fondo de rescate. Pero también en el Gobierno alemán hay reticencias contra el programa de compra de bonos. Como Weidmann, muchos consideran que estas ayudas entorpecerán las reformas estructurales que consideran necesarias para que sus socios salgan del agujero. Es decir, que la compra de bonos aliviará los síntomas de la crisis sin arreglar sus causas.
De otro lado, los alemanes temen que la medida dispare la inflación en los países que mejor superaron la crisis económica. Los políticos desconfían de que la subida de precios pueda provocar un descontento que se refleje en las urnas. Además, muchos analistas destacan la aversión "histórica" de Alemania contra la subida de precios. Recuerdan como la hiperinflación de los años 20 desembocó en una profunda crisis social que dio alas al nazismo. Es el trauma alemán por antonomasia.
La compra de bonos es un sapo duro de tragar para el Gobierno de centro-derecha de Merkelque, tras rescatar a la banca durante la crisis financiera, aceptó a regañadientes otra ristra de medidas muy impopulares en el país. Empezando por los multimillonarios rescates de Grecia, Irlanda y Portugal.
Con ese trasfondo, los ministros de Hacienda y los jefes de los bancos centrales de los países más industrializados del mundo (G-7) celebraron ayer una conferencia telefónica para debatir medidas conjuntas. También lo hizo el G-20, que agrupa a los países más desarrollados y a los emergentes.
Berlín, EP
El Banco Central Europeo (BCE) adoptó la noche del domingo una decisión clave para aliviar las tensiones que sacuden a España e Italia en los mercados. Apremiado por el temor a un hundimiento en las Bolsas, el organismo decidió la compra de deuda pública española e italiana en un intento por aliviar los elevados intereses que exigen los inversores a los bonos de ambos países. El presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, convocó por la tarde una videoconferencia urgente con los consejeros de la autoridad monetaria de la que salió la decisión de "aplicar activamente" el programa de compra de deuda de países con problemas, según el comunicado hecho público sobre las 11 de la noche. Aunque no detalla expresamente qué tipo de deuda se adquirirá, el comunicado arranca con un reconocimiento de las reformas en Italia y España y con la convicción de que es "esencial" aplicarlas para reducir los desequilibrios, lo que equivale a decir que estos serán los países beneficiados por la compra de bonos.
La decisión supone un salto cualitativo en las hasta ahora tímidas actuaciones de la autoridad monetaria respecto a la compra de deuda de países en apuros. El programa se activó en marzo, en principio para adquirir bonos griegos, y el pasado jueves Trichet habló de reactivarlo, aunque solo se detectaron movimientos que tenían como objetivo la deuda irlandesa y portuguesa. Pasar de auxiliar a esos países, de reducida dimensión, a intervenir en Italia y España representa un importante paso en la estrategia de la autoridad monetaria.
El BCE culminó casi tres horas de encuentro con la determinación de "responder decisivamente" a los embates de los mercados, según fuentes del organismo citadas por la agencia Reuters. El organismo analizó "cuidadosamente" la situación de España e Italia, y valoró "los anuncios de los Gobiernos" de ambos países en el sentido de acelerar las reformas. "El eurosistema intervendrá de forma muy significativa en los mercados y responderá de un modo cohesionado", aseguró la misma fuente a Reuters.
Sobre la mesa, una medida espinosa reclamada pese a los recelos alemanes: la conveniencia de que el BCE compre bonos italianos para evitar que Italia y España sigan la estela de Grecia y dejen de poder afrontar los intereses que les piden por su deuda. Durante todo el fin de semana se daba por plausible la compra de bonos italianos por parte del BCE. Sobre todo desde que el Gobierno italiano anunciara el viernes el endurecimiento de sus medidas de austeridad, interpretado como un mensaje para facilitar esa compra de bonos. La mayoría de analistas y fuentes que exigían anonimato apostaban también por la compra de bonos españoles para relajar su interés. Fuentes del organismo citadas por Reuters aseguraban que Trichet pretendía salir hoy de la reunión con una decisión tomada sobre la compra o no de bonos públicos.
En el trasfondo de esa decisión estaban los temores a que los bonos de Italia y España prosigan hoy su espiral ascendente. El diferencial de los bonos españoles e italianos respecto a los bonos alemanes llegó a superar el viernes los 400 puntos.
Durante todo el día se acumularon, no obstante, las señales de que el BCE se planteaba la posibilidad de comprar deuda soberana tanto de Italia como de España. Se esperaba, también, que la medida encuentre la oposición del presidente del Banco Central alemán (Bundesbank), Jens Weidmann, y de otros representantes centroeuropeos. Sus economistas consideran que la compra de bonos supone una violación de los tratados de la Unión Monetaria. Según sus críticos, el BCE está saliéndose de los límites de su mandato y favoreciendo, a costa de sus socios más competitivos, a los países que han gestionado mal sus cuentas.
El único comunicado emitido ayer fue uno conjunto de la canciller federal, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, en el que se dicen "confiados en que el análisis del BCE ponga las bases adecuadas para intervenir en los mercados secundarios". Una referencia que parece aludir más a la capacidad que tendrá el fondo de rescate europeo para intervenir comprando bonos de países con problemas que a las actuaciones del banco central. En ese sentido, piden la "aplicación completa" de los acuerdos adoptados en Bruselas el 21 de julio para potenciar el fondo de rescate. Pero también en el Gobierno alemán hay reticencias contra el programa de compra de bonos. Como Weidmann, muchos consideran que estas ayudas entorpecerán las reformas estructurales que consideran necesarias para que sus socios salgan del agujero. Es decir, que la compra de bonos aliviará los síntomas de la crisis sin arreglar sus causas.
De otro lado, los alemanes temen que la medida dispare la inflación en los países que mejor superaron la crisis económica. Los políticos desconfían de que la subida de precios pueda provocar un descontento que se refleje en las urnas. Además, muchos analistas destacan la aversión "histórica" de Alemania contra la subida de precios. Recuerdan como la hiperinflación de los años 20 desembocó en una profunda crisis social que dio alas al nazismo. Es el trauma alemán por antonomasia.
La compra de bonos es un sapo duro de tragar para el Gobierno de centro-derecha de Merkelque, tras rescatar a la banca durante la crisis financiera, aceptó a regañadientes otra ristra de medidas muy impopulares en el país. Empezando por los multimillonarios rescates de Grecia, Irlanda y Portugal.
Con ese trasfondo, los ministros de Hacienda y los jefes de los bancos centrales de los países más industrializados del mundo (G-7) celebraron ayer una conferencia telefónica para debatir medidas conjuntas. También lo hizo el G-20, que agrupa a los países más desarrollados y a los emergentes.