Copa Aerosur: Wilstermann recuperó altura en el segundo clásico


Incidencias del clásico cochabambino de ida por la Copa Aerosur.| Foto archivo - Daniel  James Los Tiempos

José Vladimir Nogales
Un Wilstermann recompuesto, en fisonomía y actitud, derrotó (2-1) a un Aurora descompuesto, que careció de fútbol y cuya displicencia tuvo un efecto corrosivo en su funcionamiento. Que los celestes ganaran en la definición por penales (4-3), es un hecho anecdótico, sin otra derivación que la configuración de los emparejamientos en semifinales. Aunque el hecho de quedar como vencedores de la llave dé, a los hombres de Baldivieso, un motivo para celebrar; su baja producción debió hacer saltar las alarmas. Algo opuesto a lo vivido en Wilstermann, que no acusó efecto por su suerte en la serie de penales, toda vez que en ella no estaba comprometido su futuro. Por esa razón, los rojos se quedaron con lo conseguido en los 90 minutos, con el orden exhibido y el buen fútbol que, durante varios pasajes, adornó la tarde-noche.

EL PARTIDO

Ambos equipos saltaron al campo con patrones tácticos muy parecidos (3-4-1-2), pero con un contenido técnico muy diferente. Aurora exhibía mayor munición en ofensiva y suficiente capacidad de abastecimiento. Wilstermann, en cambio, buscó blindarse para, a partir de la seguridad, intentar elaborar con la pelota.

Con el balón, Aurora exhibía marcada displicencia. Su parsimonia y pasividad delataron el exceso de confianza con que encararon la batalla, pero también un funcionamiento poco aceitado, de movimientos muy rígidos y de precaria conjunción. Con dos puntas muy estáticos (de características similares, lo que les reduce el margen de maniobra), la demanda de pelotas inducía a la verticalidad, a falta de opciones de descarga sobre las bandas (Zegovia y Rodríguez recorrían el andarivel sin mayor sentido de profundidad) y de volantes (Robles o Edson Zenteno) que se desdoblaran para establecer otro circuito, uno que no sobrecargase el eje. Para satisfacer aquella verticalidad, Sanjurjo debía tener una precisión quirúrgica en las habilitaciones. Y no la tuvo. Sus envíos casi siempre acabaron atascados en el bosque de piernas que opuso Wilstermann. Ante esa dificultad, Aurora tendió un puente aéreo para acercar alimento a sus delanteros, usufructuando la potencia aérea de Aquilino Villalba que, ante la insistencia, arrojó algunos dividendos, desestabilizando a una defensa débil por lo alto.

Con el discurrir de los minutos, Wilstermann fue acomodándose. Fracturados los circuitos del
rival en mitad de campo, intentó manejar la pelota. Propuso una circulación segura y fluida, pero de escaso sentido constructivo y mínima profundidad. El problema residía en que la proyección de los laterales era lineal en exceso, sin apoyos, y expuesta al escalonamiento rival como para fructificar. Tampoco Amilcar Sánchez conseguía enganchar la salida con los puntas, dado que se recostaba en demasía sobre la banda izquierda para escaparle a la presión del doble medio centro rival. Ahí, recluído sobre una zona blanda, intentó articular un dispositivo con Bengolea, pero apenas tuvo éxito. Juárez y Rojas (los atacantes) escasamente conseguían provisión para trascender, por lo que eran fácilmente neutralizados cuando se activaban con algún balón que, con dificultad, les acercaban.

La historia de la batalla cambiaría dramáticamente cuando Melgar, con un disparo que dibujó una impresionante curva en el aire, anotó el primer gol para los rojos.

Ante la adversidad, Aurora intentó modificar el ritmo, pero a mayor velocidad no halló proporcional precisión. Al contrario, la velocidad degeneró en apuro. Wilstermann, en cambio, ganó en seguridad. Creció la figura de Melgar para tener el balón y darle un uso criterioso, aprovechando los espacios que Aurora abandonaba. La defensa se escalonó de mejor modo para contrarrestar posicionalmente lo que no podía neutralizar por arriba (Garzón sobre Villalba, Carballo sobre Reinoso y Arana libre, cuidándoles las espaldas). Antes del final de la etapa, Wilstermann logró otro gol, con un certero cabezazo de Juárez, desafiando al poder aéreo de los celestes.

Wilstermann se fue al descanso con una tranquilizadora ventaja de dos goles, pero con la preocupante desventaja de tener un hombre menos (Christian Machado fue mal expulsado por el juez Orozco).

Consciente de su ventaja numérica, Aurora intentó extraer réditos. Baldivieso dio entrada a Hurtado y Peña (por Zegovia y Edson Zenteno) para armar un dispositivo táctico más ofensivo, asumiendo el lógico desequilibrio que los rojos habrían de padecer en zona de contención. Con el sistema 3-3-2-2, el dominio de Aurora fue posicional. Apenas sí hizo daño con la pelota. Si bien ganó en profundidad con Hurtado sobre la izquierda, perdió gravitación en el centro, donde Sanjurjo y Peña se incomodaron (dos pasadores en el eje, por lo general, se anulan si a ambos los consume el estatismo). La consecuencia fue la ausencia de claridad para habilitar a los ávidos Reinoso y Villalba, atascados en el bosque rojo.

Contrariamente a lo que se pensaba, Wilstermann no introdujo variantes para compensar la amputación de su medio centro más defensivo. Chacior retrocedió a Amilcar Sánchez para rearmar el doble pivote y bajó unos metros a Erick Rojas para que sirviese de enlace entre la salida y Juárez. Con mucha laboriosidad (gran tarea de Arana y Carballo en la marca), Wilstermann neutralizó la artificiosa fogosidad de los celestes, escasos de brillo y estériles en el área. Además, con el balón en su poder plasmó un fútbol práctico, elegante y fluido. Amilcar Sánchez, con panorama para salir, fue gravitante. Abasteció de balones limpios a los puntas y dejó en evidencia a una defensa excedida en años y kilos. Melgar, recuperando y durmiendo el balón bajo la suela de su botín, durmió el partido. Le dio aire a la defensa e, inclusive, se animó a tejer arriba, entregando balones hirientes que los atacantes no usufructuaron.

Con el ingreso de Godoy, Wilstermann recuperó profundidad y estuvo tiro de anotar el tercero con un balón de emboquillada que sobró a Lanz y se estrelló en el travesaño.

Aurora dio entrada a Cardozo y Castellón (por Zegovia y el insultado Sanjurjo) para nutrir de efectivos su ofensiva, pero lo que hizo fue incrementar el congestionamiento y la confusión. Mucha gente en pocos espacios y con características análogas, propensas a neutralizarse.

A escasos dos minutos de final, Aurora descontó con un cabezazo de Reinoso. Otra vez la debilidad aérea penalizó a Wilstermann. El descuento trajo tensión a la recta final de la batalla, pero sin alcanzar a modificar la historia. Ganó bien Wilstermann y accedió con méritos a semifinales, a donde va acompañando a Aurora, que en los penales tuvo el acierto que le sobró en la primera batalla.

Wilstermann: Mauro Machado, Taboada, Garzón, Arana, Carballo, Bengolea (Villarroel, Melgar (Jucelio)), Christian Machado, Sánchez, Rojas (Godoy) y Juárez (Fernández).

Aurora: Lanz, Rodríguez (Hurtado), Peña, Edward Zenteno, Méndez, Zegovia (Cardozo), Edson Zenteno (Peña), Robles, Sanjurjo (Castelló), Reinoso y Villalba.

Árbitro: Raúl Orosco
ASISTENTES: Ernesto Zapata e Ismael Terceros
Expulsados: Cristhian Machado (W) y Aquilino Villalba (A)
PUBLICO: 9.513 espectadores
Recaudación: 228.740

Entradas populares