Masacre en Noruega: Cuando Europa mira para otro lado
La UE se ha concentrado en el terrorismo islámico ignorando la amenaza de la extrema derecha
Oslo, Agencias
El doble atentado de Oslo, de inspiración ultraderechista, ha sorprendido a la Unión Europea mirando para otro lado: a la amenaza del terrorismo islámico, "considerada como la principal por la mayoría de los Estados", según el último informe de Europol, la agencia que coordina las actividades policiales y de seguridad en los Veintisiete. Europol se propone ahora crear una célula con medio centenar de efectivos para investigar las amenazas de origen no islámico en los países nórdicos para cubrir urgentemente las inmensas lagunas en la materia de los responsables europeos de seguridad.
La lucha antiterrorista a escala comunitaria es una entelequia, al ser una atribución exclusiva de los Estados, cada uno de los cuales actúa en este asunto según sus propias circunstancias y preferentemente en relaciones bilaterales. De hecho, el núcleo duro antiterrorista en la UE lo forma el G-6, constituido originalmente por Alemania, España, Francia, Italia y Reino Unido, al que luego se sumó Polonia, sexteto no asociado orgánicamente a los Veintisiete.
Para ellos, con su poder ejecutivo, Europol es un mero instrumento, que tiene valor como coordinador de actividades genéricas y punta de lanza de determinadas actuaciones, como la que acaba de anunciar el director del ente sobre la creación de una célula específica de investigación sobre el terrorismo no islámico en Escandinavia.
Porque el hecho es que, hasta ahora, "el terrorismo islámico sigue siendo considerado como la principal amenaza por la mayoría de los Estados", de acuerdo con el informe de Europol de 2010, referido a 2009, último disponible. Como ataques terroristas de ultraderecha solo da cuenta el documento de cuatro intentos frustrados en Hungría. Noruega no figura en ese informe.
Europol, que ayer no respondía en su sede de La Haya a las llamadas realizadas desde Bruselas, no tenía en su web ninguna referencia a los sucesos de Oslo y ofrecía como última noticia una fechada el 18 de julio sobre cómo se había coligado con Eurojust, otra agencia europea, para combatir a los extremistas proderechos de los animales.
La estrategia antiterrorista de la UE, adoptada en 2005 a raíz de los atentados de Madrid de 2004, no alude a la extrema derecha. La palabra derecha (right, en inglés) solo está asociada a los derechos humanos, maridaje que se repite en el informe de actualización del pasado enero. Extremismo y extremistas se vinculan en 2005 con terroristas y extremistas en el contexto del choque entre islam y Occidente.
El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, habló ayer en Londres de la necesidad de dar "una respuesta europea compartida" contra el fanatismo, el radicalismo y la xenofobia. Zapatero no se refirió a ninguna respuesta concreta, porque hoy por hoy no puede haber nada más allá de la retórica o de los gestos simbólicos.
"Los servicios de información de los distintos países no quieren trabajar de manera institucionalizada ni multilateral", dice un diplomático, lo que confirma un policía: "A Europol no se le da información porque a veces los policías ni siquiera se la pasan entre compañeros, no sea que el otro le vaya a quitar una medalla".
Oslo, Agencias
El doble atentado de Oslo, de inspiración ultraderechista, ha sorprendido a la Unión Europea mirando para otro lado: a la amenaza del terrorismo islámico, "considerada como la principal por la mayoría de los Estados", según el último informe de Europol, la agencia que coordina las actividades policiales y de seguridad en los Veintisiete. Europol se propone ahora crear una célula con medio centenar de efectivos para investigar las amenazas de origen no islámico en los países nórdicos para cubrir urgentemente las inmensas lagunas en la materia de los responsables europeos de seguridad.
La lucha antiterrorista a escala comunitaria es una entelequia, al ser una atribución exclusiva de los Estados, cada uno de los cuales actúa en este asunto según sus propias circunstancias y preferentemente en relaciones bilaterales. De hecho, el núcleo duro antiterrorista en la UE lo forma el G-6, constituido originalmente por Alemania, España, Francia, Italia y Reino Unido, al que luego se sumó Polonia, sexteto no asociado orgánicamente a los Veintisiete.
Para ellos, con su poder ejecutivo, Europol es un mero instrumento, que tiene valor como coordinador de actividades genéricas y punta de lanza de determinadas actuaciones, como la que acaba de anunciar el director del ente sobre la creación de una célula específica de investigación sobre el terrorismo no islámico en Escandinavia.
Porque el hecho es que, hasta ahora, "el terrorismo islámico sigue siendo considerado como la principal amenaza por la mayoría de los Estados", de acuerdo con el informe de Europol de 2010, referido a 2009, último disponible. Como ataques terroristas de ultraderecha solo da cuenta el documento de cuatro intentos frustrados en Hungría. Noruega no figura en ese informe.
Europol, que ayer no respondía en su sede de La Haya a las llamadas realizadas desde Bruselas, no tenía en su web ninguna referencia a los sucesos de Oslo y ofrecía como última noticia una fechada el 18 de julio sobre cómo se había coligado con Eurojust, otra agencia europea, para combatir a los extremistas proderechos de los animales.
La estrategia antiterrorista de la UE, adoptada en 2005 a raíz de los atentados de Madrid de 2004, no alude a la extrema derecha. La palabra derecha (right, en inglés) solo está asociada a los derechos humanos, maridaje que se repite en el informe de actualización del pasado enero. Extremismo y extremistas se vinculan en 2005 con terroristas y extremistas en el contexto del choque entre islam y Occidente.
El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, habló ayer en Londres de la necesidad de dar "una respuesta europea compartida" contra el fanatismo, el radicalismo y la xenofobia. Zapatero no se refirió a ninguna respuesta concreta, porque hoy por hoy no puede haber nada más allá de la retórica o de los gestos simbólicos.
"Los servicios de información de los distintos países no quieren trabajar de manera institucionalizada ni multilateral", dice un diplomático, lo que confirma un policía: "A Europol no se le da información porque a veces los policías ni siquiera se la pasan entre compañeros, no sea que el otro le vaya a quitar una medalla".