Imágenes de la policía argentina con los barras en River
Buenos Aires, Olé
Olé accedió a imágenes que demuestran connivencia de la Federal con barras y CD para apretar a Pezzotta. Piden ocho detenciones: entre ellas, al directivo Bravo.
Por regla general, los policías clave de cada seccional rotan cada dos o cuatro años de comisaría, para evitar que se “contaminen” con la zona que controlan. Pero en la 51, que es la que tiene jurisdicción sobre el Monumental, hay un caso extraño: el subinspector Matías Ponce hace ocho años que se mantiene allí a cargo de las brigadas que trabajan en espectáculos deportivos.
La curiosidad parece encontrar respuesta en las nuevas imágenes sobre lo sucedido en River-Belgrano a las que Olé accedió en exclusiva: al oficial se lo ve negociando con Gabriel Riccio, jefe de Seguridad del club, segundos antes del ingreso de Los Borrachos del Tablón por una puerta que estaba cerrada para amenazar a Sergio Pezzotta. Y se nota como en medio de esa charla aparta del lugar a un subalterno, para después irse con Riccio.
Pero esto no es todo: los dos policías apostados en la puerta del vestuario del árbitro abandonaron su posición cuando la barra se dirigió hacia la gerencia general, oficina donde esperaron hasta encarar a la terna. Y mientras cometían el delito, un empleado de River, cuyo apellido sería Bracenas, oficiaba de campana. Increíble.
Pero la complicidad policial no sería sólo de la 51. Un empleado del Ministerio de Seguridad declaró que al enterarse de lo que sucedía se acercó a personal de la división Eventos Deportivos de la Federal, y ante su requisitoria de qué hacía la barra allí, recibió por respuesta: “Vinieron al playón a buscar unas gaseosas”. Insólito.
En la Justicia también se produjo otro hecho clave: el empleado del Ministerio de Seguridad que dijo haber escuchado al secretario del club, Daniel Bravo, decir apenas terminó el primer tiempo, “háganlo ahora, pero háganlo rápido”, se presentó en la fiscalía de Saavedra y ratificó su afirmación. Con estos datos, el fiscal José María Campagnoli hizo un durísimo dictamen sobre la connivencia policías-barras-dirigentes y pidió a la jueza Wilma López (la misma del caso del militante del PO, Mariano Ferreyra, causa que tiene presos a barras, policías y sindicalistas) la detención de ocho personas: Daniel Bravo (de quien asegura que metió a Adrián Rousseau a trabajar en el gobierno de la Ciudad), Gabriel Riccio y Jajo Biernakiowicz, de seguridad interna, Néstor Morelli, vocal de la CD, los barras Martín Araujo, Héctor Caverna Godoy y Gustavo Larraín (este último tiene derecho de admisión pero se movió a sus anchas por el Monumental) y el policía Ponce. Y va más allá: acusa a la Federal de hacer la denuncia de la apretada en otra fiscalía (la del doctor Troncoso) para proteger a Ponce, a sabiendas de que en la dependencia de Saavedra todos conocían su cara perfectamente.
Así la investigación puede llegar aún más lejos. Cabe recordar que Campagnoli es el fiscal que logró demostrar la corrupción de la comisaría 49, seis de cuyos integrantes terminaron presos, y fue quien impulsó las causas por connivencia entre la barra y la administración Aguilar.
Olé accedió a imágenes que demuestran connivencia de la Federal con barras y CD para apretar a Pezzotta. Piden ocho detenciones: entre ellas, al directivo Bravo.
Por regla general, los policías clave de cada seccional rotan cada dos o cuatro años de comisaría, para evitar que se “contaminen” con la zona que controlan. Pero en la 51, que es la que tiene jurisdicción sobre el Monumental, hay un caso extraño: el subinspector Matías Ponce hace ocho años que se mantiene allí a cargo de las brigadas que trabajan en espectáculos deportivos.
La curiosidad parece encontrar respuesta en las nuevas imágenes sobre lo sucedido en River-Belgrano a las que Olé accedió en exclusiva: al oficial se lo ve negociando con Gabriel Riccio, jefe de Seguridad del club, segundos antes del ingreso de Los Borrachos del Tablón por una puerta que estaba cerrada para amenazar a Sergio Pezzotta. Y se nota como en medio de esa charla aparta del lugar a un subalterno, para después irse con Riccio.
Pero esto no es todo: los dos policías apostados en la puerta del vestuario del árbitro abandonaron su posición cuando la barra se dirigió hacia la gerencia general, oficina donde esperaron hasta encarar a la terna. Y mientras cometían el delito, un empleado de River, cuyo apellido sería Bracenas, oficiaba de campana. Increíble.
Pero la complicidad policial no sería sólo de la 51. Un empleado del Ministerio de Seguridad declaró que al enterarse de lo que sucedía se acercó a personal de la división Eventos Deportivos de la Federal, y ante su requisitoria de qué hacía la barra allí, recibió por respuesta: “Vinieron al playón a buscar unas gaseosas”. Insólito.
En la Justicia también se produjo otro hecho clave: el empleado del Ministerio de Seguridad que dijo haber escuchado al secretario del club, Daniel Bravo, decir apenas terminó el primer tiempo, “háganlo ahora, pero háganlo rápido”, se presentó en la fiscalía de Saavedra y ratificó su afirmación. Con estos datos, el fiscal José María Campagnoli hizo un durísimo dictamen sobre la connivencia policías-barras-dirigentes y pidió a la jueza Wilma López (la misma del caso del militante del PO, Mariano Ferreyra, causa que tiene presos a barras, policías y sindicalistas) la detención de ocho personas: Daniel Bravo (de quien asegura que metió a Adrián Rousseau a trabajar en el gobierno de la Ciudad), Gabriel Riccio y Jajo Biernakiowicz, de seguridad interna, Néstor Morelli, vocal de la CD, los barras Martín Araujo, Héctor Caverna Godoy y Gustavo Larraín (este último tiene derecho de admisión pero se movió a sus anchas por el Monumental) y el policía Ponce. Y va más allá: acusa a la Federal de hacer la denuncia de la apretada en otra fiscalía (la del doctor Troncoso) para proteger a Ponce, a sabiendas de que en la dependencia de Saavedra todos conocían su cara perfectamente.
Así la investigación puede llegar aún más lejos. Cabe recordar que Campagnoli es el fiscal que logró demostrar la corrupción de la comisaría 49, seis de cuyos integrantes terminaron presos, y fue quien impulsó las causas por connivencia entre la barra y la administración Aguilar.