A Batista le piden jugar como el Barcelona, pero esto no es el Barcelona

Buenos Aires, Clarin
Se escuchó el reclamo a coro para Messi: “¿Por qué no jugás como en el Barsa?” El otro acusado fue Batista porque en el oído del hincha quedó una frase distorsionada: “Jugar como el Barsa”. Batista no dijo eso, dijo que “me gusta” la idea del Barsa y que trataría de llevar ese concepto al equipo. No es lo mismo. En cambio, parece un error trasladar aquella idea si se elige que Mascherano-Banega-Cambiasso elaboren los circuitos. Ninguno se acerca, ni por asomo, a las características de Xavi-Iniesta. Entonces, no habrá similitudes posibles con el equipo catalán si, de arranque, los intérpretes son tan distintos. Y luego están las funciones. Ante Bolivia no se terminó de entender de qué jugaban Ever y el Cuchu. Banega iba a ser “el socio” de Messi. Nunca estuvo cerca. Si en esa zona del campo está el núcleo de la idea, un complemento clave son los laterales. Tampoco hay espejos en Zanetti-Dani Alves ni en Rojo-Abidal o Maxwell. En la Selección, tampoco aparece la formulación de sociedades en las bandas ni vocación de profundidad y desbordes de los laterales. ¿Cómo se completa el cuadro? Lavezzi y Tevez unidireccionales, rectos. Pedro y Villa tienen variantes de movimiento.

Queda Messi, claro. En el Barsa le sobran ofertas de pase para tocar y salir a buscar la descarga, en la Selección no. En el Barsa se la dan siempre redonda y en el momento justo. En la Selección no, entonces retrocede a buscar la pelota, encara y pasa rivales hasta que se la quitan o lo bajan. Y él mismo, con su velocidad, obliga al resto a acompañarlo en un vértigo a cara o cruz: golazo o fracaso. Toda la apuesta a una carta, demasiado riesgo.

Se vislumbran cambios para el partido con Colombia. Agüero parece estar más fino que este momento de Tevez y que un Lavezzi sin freno. Y Pastore puede emparchar esa ausencia de pausa en la aceleración y ser el socio que Banega no fue y que Cambiasso no puede ser.
Todas las líneas anteriores son un puñado de obviedades. La Selección no es el Barsa. Ni lo será.

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