El sombrío futuro de Sudán del Norte después de la secesión del Sur

Mogadicio, Agencias
La división de Sudán tendrá numerosas repercusiones negativas en el norte del país, afectado por problemas graves, que van desde una profunda crisis económica y una rebelión en el único Estado petrolero a una acusación de genocidio contra su presidente.

Sudán del Norte perderá 37% de sus ingresos después de la independencia, prevista el 9 de julio, de Sudán del Sur, una región rica en petróleo. Esto crea gran preocupación en Jartum, pues la deuda pública asciende a 38.000 millones de dólares, hay una inflación galopante y las sanciones estadounidenses pesan en la economía.

"La situación económica en el Norte es desastrosa. Juba (la capital de Sudán del Sur) y Jartum todavía no se han puesto de acuerdo en el reparto de los ingresos petroleros" y el Norte, donde el 90% de las divisas fuertes provienen del oro negro, "no ha preparado una alternativa", explica Fuad Hikmat, un experto sudanés del International Crisis Group.

"La mayoría de los sudaneses no es capaz de adaptarse al aumento de los precios de los alimentos. Además, muchas empresas sufren dificultades", agregó.

Se teme que el descontento con las autoridades centrales en las regiones periféricas abandonadas aumentará después de la secesión del Sur. Esto podría incrementar las divisiones dentro del Partido del Congreso Nacional (CNP), en el poder, entre moderados y partidarios de una línea dura, según los observadores.

Algunos llegan incluso a pronosticar un comienzo de división en lo que quedará de Sudán.

En este contexto de tensiones, el presidente sudanés, Omar El Bechir, que dirige un país a punto de perder la tercera parte de su territorio con la independencia de Sudán del Sur, ha hecho viajes audaces y polémicos para consolidar el respaldo de sus partidarios y acallar a sus adversarios.

Su visita oficial la semana pasada a China, donde se reunió con su homólogo, Hu Jintao, demostró que Sudán tiene aliados poderosos y fortaleció sus vínculos con su principal socio comercial.

Este desplazamiento de un presidente acusado de genocidio por la Corte Penal Internacional (CPI) fue criticado por las Naciones Unidas, Estados Unidos y las organizaciones de defensa de los derechos humanos.

Al mismo tiempo, la ocupación de Abyei, en el límite entre Sudán del Norte y Sudán del Sur, por el ejército nordista, y la violencia en Kordofán del Sur, el único Estado petrolero del Norte, fueron enérgicamente criticadas por la comunidad internacional y amenazan con aislar aún más a Jartum.

Muchos esperaban que con la aceptación de los resultados del referéndum de enero sobre la independencia del Sur y la secesión de esta región su situación con respecto al resto del mundo mejoraría.

Los diplomáticos consideran que no es demasiado tarde para que el Gobierno obtenga los beneficios de una rehabilitación internacional, como una ayuda para su deuda pública, si demuestra que está a favor de la paz.

Esto parece improbable, ya que todavía hay violencia en varias zonas, a pesar de un acuerdo concluido en junio para desmilitarizar a Abyei, y un convenio posterior sobre Kordofán del Sur, donde se registran enfrentamientos desde el 5 de junio.

La situación tampoco se ha resuelto en Darfur (oeste).

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