El chavismo no quiere sustitutos
En el entorno del presidente de Venezuela no destaca ningún político que pueda hacerle sombra durante su convalecencia en La Habana
Caracas, El País
El vicepresidente Elías Jaua es quien, en ausencia de Hugo Chávez, se ha hecho cargo del poder en Venezuela. Preside el Consejo de Ministros; dialoga con los presidentes de los poderes públicos; recibe instrucciones del jefe de Estado y las transmite al Gobierno. Todo eso lo hace desde su despacho en el centro de Caracas, y no desde el Palacio de Gobierno, a una manzana de distancia. El mensaje que Jaua ha querido enviar al país es que ni él ni ninguna otra figura del chavismo sustituirá al presidente-comandante y que las oficinas del palacio de Miraflores siguen siendo su territorio exclusivo, al menos por ahora.
Jaua no es un hombre carismático. Si se les compara con el líder, ninguno de los hombres del presidente Chávez que hoy llevan las riendas del Gobierno lo es. Ni el canciller Nicolás Maduro; ni el ministro de Energía y Petróleos y presidente de la estatal Petróleos de Venezuela, Rafael Ramírez; ni el general Henry Rangel Silva, actual jefe del Comando Estratégico Operacional, que sirve de bisagra entre las tropas de la Fuerza Armada Nacional y el presidente. Tampoco el diputado Diosdado Cabello, secretario de organización del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
El presidente Chávez, quien se encuentra hospitalizado en La Habana desde el 10 de junio, reconoció el jueves pasado que fue operado de un tumor cancerígeno y aún no ha informado a los venezolanos cuándo estará de regreso en Caracas. Según dijo el viernes Elías Jaua, no volverá en los próximos tres meses. Aun así, Chávez se niega a delegar sus funciones presidenciales en la figura del vicepresidente, tal y como establece la Constitución en caso de ausencias temporales del jefe del Estado, y la mayoría oficialista en el Parlamento le autorizó a gobernar indefinidamente desde La Habana.
"Chávez está al mando del Gobierno de Venezuela, nunca ha dejado de estarlo. Por lo tanto aquí no vale la discusión sobre la delegación de competencias", ha insistido Jaua, una y otra vez. Este sociólogo de 42 años representa hoy a la joven izquierda radical que apoya al Gobierno. A diferencia de otros dirigentes del partido que, como el mismo Chávez, llegaron tarde a la política y los debates ideológicos, Jaua se ha formado como dirigente en los movimientos estudiantiles. Antes de ser vicepresidente, fue miembro de la Asamblea Constituyente (1999), ministro de la Secretaría de la Presidencia (2000-2001) y ministro de Agricultura y Tierras (2006). Es ambicioso pero disciplinado, y no representa una amenaza para Chávez.
La carrera política del canciller Nicolás Maduro dentro del chavismo ha sido similar a la de Jaua: fue dirigente juvenil de izquierdas, sindicalista, constituyente y diputado antes de convertirse en ministro. De ahí que se especule acerca de la posibilidad de que Maduro pueda, a medio plazo, no reconocer la autoridad de Jaua y crear un cisma dentro del partido.
Rafael Ramírez es una figura doblemente poderosa dentro del Gobierno. En este país que financia el 60% de su presupuesto a través de la renta petrolera, es el ministro de Energía y Petróleo y presidente de la estatal Petróleos de Venezuela. Ramírez ha sido radical dentro de la industria: ha dicho que quien no sea "rojo, rojito" debe ser execrado. Pero su discurso nunca se ha sometido a la calificación de los votos en una elección popular.
La oposición insiste en decir que Diosdado Cabello es un hombre peligroso, que si alguien sería capaz de dar un golpe de Estado contra Chávez sería él. Es teniente retirado, ex alumno de Chávez en la escuela militar y participó, junto a él, en la intentona del 4 de febrero de 1992 contra el Gobierno de Carlos Andrés Pérez. Durante otro golpe, el del 11 de abril de 2002 que derrocó a Chávez por 48 horas, Diosdado Cabello era vicepresidente y asumió la presidencia de Venezuela durante algunas horas, mientras las fuerzas militares rescataban a Chávez de la isla a la que fue llevado preso. A pesar de los rumores, el presidente venezolano no termina de alejarlo de su entorno más cercano y le ha dado ahora la responsabilidad de manejar, desde el cargo de secretario de organización, los hilos del Partido Socialista Unido de Venezuela en todo el país.
Todos estos hombres tienen la confianza de Chávez en mayor o menor medida. Pero a ninguno ha querido legarle su poder. Tal vez porque Chávez ha tenido muy en cuenta la experiencia de Cipriano Castro: el presidente venezolano que en 1908 enfermó y viajó a Alemania para someterse a una cirugía y nunca más pudo regresar. En diciembre de ese mismo año Castro fue derrocado por su "compadre", Juan Vicente Gómez, que gobernó Venezuela con mano dura durante los siguientes 27 años.
Caracas, El País
El vicepresidente Elías Jaua es quien, en ausencia de Hugo Chávez, se ha hecho cargo del poder en Venezuela. Preside el Consejo de Ministros; dialoga con los presidentes de los poderes públicos; recibe instrucciones del jefe de Estado y las transmite al Gobierno. Todo eso lo hace desde su despacho en el centro de Caracas, y no desde el Palacio de Gobierno, a una manzana de distancia. El mensaje que Jaua ha querido enviar al país es que ni él ni ninguna otra figura del chavismo sustituirá al presidente-comandante y que las oficinas del palacio de Miraflores siguen siendo su territorio exclusivo, al menos por ahora.
Jaua no es un hombre carismático. Si se les compara con el líder, ninguno de los hombres del presidente Chávez que hoy llevan las riendas del Gobierno lo es. Ni el canciller Nicolás Maduro; ni el ministro de Energía y Petróleos y presidente de la estatal Petróleos de Venezuela, Rafael Ramírez; ni el general Henry Rangel Silva, actual jefe del Comando Estratégico Operacional, que sirve de bisagra entre las tropas de la Fuerza Armada Nacional y el presidente. Tampoco el diputado Diosdado Cabello, secretario de organización del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
El presidente Chávez, quien se encuentra hospitalizado en La Habana desde el 10 de junio, reconoció el jueves pasado que fue operado de un tumor cancerígeno y aún no ha informado a los venezolanos cuándo estará de regreso en Caracas. Según dijo el viernes Elías Jaua, no volverá en los próximos tres meses. Aun así, Chávez se niega a delegar sus funciones presidenciales en la figura del vicepresidente, tal y como establece la Constitución en caso de ausencias temporales del jefe del Estado, y la mayoría oficialista en el Parlamento le autorizó a gobernar indefinidamente desde La Habana.
"Chávez está al mando del Gobierno de Venezuela, nunca ha dejado de estarlo. Por lo tanto aquí no vale la discusión sobre la delegación de competencias", ha insistido Jaua, una y otra vez. Este sociólogo de 42 años representa hoy a la joven izquierda radical que apoya al Gobierno. A diferencia de otros dirigentes del partido que, como el mismo Chávez, llegaron tarde a la política y los debates ideológicos, Jaua se ha formado como dirigente en los movimientos estudiantiles. Antes de ser vicepresidente, fue miembro de la Asamblea Constituyente (1999), ministro de la Secretaría de la Presidencia (2000-2001) y ministro de Agricultura y Tierras (2006). Es ambicioso pero disciplinado, y no representa una amenaza para Chávez.
La carrera política del canciller Nicolás Maduro dentro del chavismo ha sido similar a la de Jaua: fue dirigente juvenil de izquierdas, sindicalista, constituyente y diputado antes de convertirse en ministro. De ahí que se especule acerca de la posibilidad de que Maduro pueda, a medio plazo, no reconocer la autoridad de Jaua y crear un cisma dentro del partido.
Rafael Ramírez es una figura doblemente poderosa dentro del Gobierno. En este país que financia el 60% de su presupuesto a través de la renta petrolera, es el ministro de Energía y Petróleo y presidente de la estatal Petróleos de Venezuela. Ramírez ha sido radical dentro de la industria: ha dicho que quien no sea "rojo, rojito" debe ser execrado. Pero su discurso nunca se ha sometido a la calificación de los votos en una elección popular.
La oposición insiste en decir que Diosdado Cabello es un hombre peligroso, que si alguien sería capaz de dar un golpe de Estado contra Chávez sería él. Es teniente retirado, ex alumno de Chávez en la escuela militar y participó, junto a él, en la intentona del 4 de febrero de 1992 contra el Gobierno de Carlos Andrés Pérez. Durante otro golpe, el del 11 de abril de 2002 que derrocó a Chávez por 48 horas, Diosdado Cabello era vicepresidente y asumió la presidencia de Venezuela durante algunas horas, mientras las fuerzas militares rescataban a Chávez de la isla a la que fue llevado preso. A pesar de los rumores, el presidente venezolano no termina de alejarlo de su entorno más cercano y le ha dado ahora la responsabilidad de manejar, desde el cargo de secretario de organización, los hilos del Partido Socialista Unido de Venezuela en todo el país.
Todos estos hombres tienen la confianza de Chávez en mayor o menor medida. Pero a ninguno ha querido legarle su poder. Tal vez porque Chávez ha tenido muy en cuenta la experiencia de Cipriano Castro: el presidente venezolano que en 1908 enfermó y viajó a Alemania para someterse a una cirugía y nunca más pudo regresar. En diciembre de ese mismo año Castro fue derrocado por su "compadre", Juan Vicente Gómez, que gobernó Venezuela con mano dura durante los siguientes 27 años.