Canadá concluye su misión de combate en Afganistán
Kabul, Agencias
Canadá puso fin este jueves a su misión de combate en Afganistán, que en nueve años le ha costado la muerte de 157 soldados y más de 11.000 millones de dólares.
La partida de cerca de 3.000 militares canadienses, que asumieron algunas de las batallas más duras en la provincia de Kandahar (sur), se produce en medio de los anuncios de retiradas graduales de fuerzas occidentales. En 2014 se prevé la retirada total.
Para marcar el final oficial de las operaciones de combate, se organizó una ceremonia en la base aérea de Kandahar. En el acto participaron soldados afganos, canadienses y estadounidenses. Luego, los mandos militares dieron discursos y entregaron formalmente el control de la misión a las fuerzas de Estados Unidos.
"En estos años han muerto canadienses, tanto militares como civiles", recordó el brigadier general Dean Milner, jefe de la misión de combate, en su discurso a las tropas. "Todos estos compañeros estarían orgullosos de conocer vuestros logros", añadió. "Aunque aún queda trabajo por hacer, estamos muy orgullosos de lo conseguido", se congratuló.
Los soldados canadienses fueron desplegados en Afganistán a comienzos de 2002, pocos meses después de la invasión liderada por Estados Unidos con el objetivo de derrocar a los talibanes, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. En total, 5.500 soldados canadienses sirvieron en el país asiático.
Tras la partida de las tropas de combate, otra misión canadiense, compuesta por 950 soldados, será enviada a Kabul para entrenar a las fuerzas afganas. Ottawa mantendrá además su ayuda al país asiático, de unos 2.100 millones de dólares de aquí a final de 2014.
El pasado mes, el presidente estadounidense, Barack Obama, anunció que retirará 33.000 militares de Afganistán para finales de 2012, es decir, un tercio de sus fuerzas. Francia y Bélgica siguieron a Gran Bretaña anunciando que pronto empezarán a retirar a sus soldados.
Según el calendario previsto, todas las fuerzas de combate extranjeras habrán partido de Afganistán a final de 2014, fecha en que la gestión de la seguridad pasará por completo a las fuerzas afganas.
Los comandantes del contingente canadiense insisten en que lograron grandes avances desde su despliegue en Kandahar, cuna de los talibanes y uno de los escenarios más peligrosos de la lucha contra la insurgencia.
Sin embargo, la violencia en la zona continuó, incluso en la ciudad de Kandahar, donde los rebeldes perpetraron en los dos últimos años numerosos ataques que se cobraron decenas de víctimas. La oposición de la opinión pública canadiense a la guerra aumentó en los últimos meses. Según un sondeo efectuado a comienzos de año por Vision Critical/Angus Reid, el 63% se oponía a ella, frente a un 47% en 2010.
Pese a la retirada, el conflicto afgano sigue siendo un asunto espinoso en Canadá. Desde hace un año, el país está pendiente del caso de sus soldados acusados de exponer deliberadamente a prisioneros afganos a malos tratos, entregándolos a las autoridades afganas cuando sabían que corrían el riesgo de ser torturados.
Canadá puso fin este jueves a su misión de combate en Afganistán, que en nueve años le ha costado la muerte de 157 soldados y más de 11.000 millones de dólares.
La partida de cerca de 3.000 militares canadienses, que asumieron algunas de las batallas más duras en la provincia de Kandahar (sur), se produce en medio de los anuncios de retiradas graduales de fuerzas occidentales. En 2014 se prevé la retirada total.
Para marcar el final oficial de las operaciones de combate, se organizó una ceremonia en la base aérea de Kandahar. En el acto participaron soldados afganos, canadienses y estadounidenses. Luego, los mandos militares dieron discursos y entregaron formalmente el control de la misión a las fuerzas de Estados Unidos.
"En estos años han muerto canadienses, tanto militares como civiles", recordó el brigadier general Dean Milner, jefe de la misión de combate, en su discurso a las tropas. "Todos estos compañeros estarían orgullosos de conocer vuestros logros", añadió. "Aunque aún queda trabajo por hacer, estamos muy orgullosos de lo conseguido", se congratuló.
Los soldados canadienses fueron desplegados en Afganistán a comienzos de 2002, pocos meses después de la invasión liderada por Estados Unidos con el objetivo de derrocar a los talibanes, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. En total, 5.500 soldados canadienses sirvieron en el país asiático.
Tras la partida de las tropas de combate, otra misión canadiense, compuesta por 950 soldados, será enviada a Kabul para entrenar a las fuerzas afganas. Ottawa mantendrá además su ayuda al país asiático, de unos 2.100 millones de dólares de aquí a final de 2014.
El pasado mes, el presidente estadounidense, Barack Obama, anunció que retirará 33.000 militares de Afganistán para finales de 2012, es decir, un tercio de sus fuerzas. Francia y Bélgica siguieron a Gran Bretaña anunciando que pronto empezarán a retirar a sus soldados.
Según el calendario previsto, todas las fuerzas de combate extranjeras habrán partido de Afganistán a final de 2014, fecha en que la gestión de la seguridad pasará por completo a las fuerzas afganas.
Los comandantes del contingente canadiense insisten en que lograron grandes avances desde su despliegue en Kandahar, cuna de los talibanes y uno de los escenarios más peligrosos de la lucha contra la insurgencia.
Sin embargo, la violencia en la zona continuó, incluso en la ciudad de Kandahar, donde los rebeldes perpetraron en los dos últimos años numerosos ataques que se cobraron decenas de víctimas. La oposición de la opinión pública canadiense a la guerra aumentó en los últimos meses. Según un sondeo efectuado a comienzos de año por Vision Critical/Angus Reid, el 63% se oponía a ella, frente a un 47% en 2010.
Pese a la retirada, el conflicto afgano sigue siendo un asunto espinoso en Canadá. Desde hace un año, el país está pendiente del caso de sus soldados acusados de exponer deliberadamente a prisioneros afganos a malos tratos, entregándolos a las autoridades afganas cuando sabían que corrían el riesgo de ser torturados.