Argentina a puro cambio, de jugadores y de esquema
Buenos Aires, Clarín
Era muy difícil imaginar el escenario actual. Con Argentina jugándose la clasificación el lunes próximo en Córdoba, frente a Costa Rica. Pero mucho peor es pensar, como piensan muchos, que la débil Costa Rica le puede hacer fuerza a la Selección, y que puede hacer tambalear la clasificación.
Las dos actuaciones anteriores del equipo conducido por Sergio Batista sostienen esa amarga sensación. El empate (1-1) frente a Bolivia en La Plata dejó poco para elogiar. Pero era el debut en la Copa América y se le podía atribuir a la ansiedad esa producción pobre, con más reproches que aplausos. Pero llegó Colombia, rival más poderoso por cierto, pero tampoco podía inspirar demasiados temores. Era la gran oportunidad para sacar pecho con fútbol y goles. Y terminó en frustración. Otra igualdad (0-0) con sabor a injusticia para los colombianos. Con sentencia en las tribunas para la Argentina: silbidos para el equipo y para el entrenador.
Ante este panorama el técnico Batista tomó el bisturí y está decidido a operar. Habrá cambios de nombres y de esquema. Una mini revolución para encarar el partido más importante de la Selección en el año, sí, frente a Costa Rica. Una final. De aquí en adelante si sigue en la Copa jugará todas finales.
Se cambia la delantera completa. En la cabeza de Batista la idea es armar el tridente ofensivo con Sergio Agüero, Gonzalo Higuaín (para tener una fuerte referencia en el área) y Angel Di María. Unos metros más atrás, en función de enganche y con obligaciones de trabajar en ataque, estaría Lionel Messi. El mediocampo quedaría con dos mediocampistas de contención, Mascherano casi con seguridad y otro más, que podría salir del terceto integrado por Esteban Cambiasso, Lucas Biglia y EverBanega. En el fondo no habría modificaciones. Se ratificaría la confianza a Pablo Zabaleta, Nicolás Burdisso, Gabriel Milito y Javier Zanetti. En el arco aparece el punto más fuerte, Sergio Romero, con el puesto asegurado.
La movida implica también un cambio de esquema. Dejar de lado el dibujo táctico que más le gusta al entrenador, el 4-3-3, para darle lugar al 4-2-1-3. Esquema que también fue practicado desde que el grupo se concentró en Ezeiza a principios de junio. Y que le dio buenos resultados en los Juegos Olímpicos de Beijing, donde logró la medalla dorada. Claro que en esa oportunidad el organizador del juego era Juan Román Riquelme que ahora no está. Y no fue citado porque su semestre no fue el mejor.
Los que se quedan afuera son Carlos Tevez, de flojísimo desempeño en los dos primeros encuentros y Ezequiel Lavezzi, quien no pudo imponer su habitual velocidad y desborde.
Esta Selección no es la misma que le ganó a España, Portugal, Brasil y varios más desde que asumió Batista como entrenador en agosto del año pasado.
El técnico fijó una premisa básica: tener la posesión de la pelota. Y a partir de allí elaborar el juego. Se intentó armar un equipo alrededor del mejor jugador del mundo: Lionel Messi y se construyó una ilusión que compró todo el pueblo argentino. Esta Copa América que, precisamente se juega en suelo argentino era la gran oportunidad para todos. Para los jugadores. Muchos de ellos vienen arrastrando varias frustraciones futboleras como las dos últimas copas y el Mundial de Sudáfrica. Para el técnico, que buscaba consenso para su trabajo a futuro y para el mismo Julio Grondona, presidente de la AFA, jaqueado por varias lados y con elecciones en el horizonte.
Pero el equipo no funcionó hasta el momento. Ahora, además de fútbol, hace falta carácter (lo dice el mismo entrenador) para enderezar la historia. Se necesita colgar de la percha del vestuario los egoísmos y salir a la cancha con actitud solidaria y fortaleza mental y física. Si persiguen el camino de la gloria deben entender que para eso hace falta poner el cuerpo y el alma.
También es cierto que los jugadores no llegan en plenitud física. La exigente temporada europea los deja comprometidos. Se vio ante Bolivia y se hizo patético frente a Colombia. No había explosión. A todos les costaba eludir a un rival. Messi lo consiguió contra los bolivianos, pero no pudo ante los colombianos acentuando los interrogantes. Por eso no está mal que en lugar de buscar su desnivel a fuerza de velocidad se busque que se convierta en un efectivo colocador de pases profundos para los delanteros.
También es cierto que las marcaciones que tuvo que atravesar el equipo con estos equipos sudamericanos son distintas a las que plantean los equipos europeos. Pero encontrarle una solución a este tipo de cerrojos es obligación de los grandes, como lo es Argentina.
En estos días el clima de adentro, la mano firme de Batista para manejar el grupo serán claves para saber cuál es el rumbo. Si se da un golpe de timón para hacer crecer nuevamente las esperanzas o si ésta será otra selección que dejará a los hinchas con un profundo vacío.
Era muy difícil imaginar el escenario actual. Con Argentina jugándose la clasificación el lunes próximo en Córdoba, frente a Costa Rica. Pero mucho peor es pensar, como piensan muchos, que la débil Costa Rica le puede hacer fuerza a la Selección, y que puede hacer tambalear la clasificación.
Las dos actuaciones anteriores del equipo conducido por Sergio Batista sostienen esa amarga sensación. El empate (1-1) frente a Bolivia en La Plata dejó poco para elogiar. Pero era el debut en la Copa América y se le podía atribuir a la ansiedad esa producción pobre, con más reproches que aplausos. Pero llegó Colombia, rival más poderoso por cierto, pero tampoco podía inspirar demasiados temores. Era la gran oportunidad para sacar pecho con fútbol y goles. Y terminó en frustración. Otra igualdad (0-0) con sabor a injusticia para los colombianos. Con sentencia en las tribunas para la Argentina: silbidos para el equipo y para el entrenador.
Ante este panorama el técnico Batista tomó el bisturí y está decidido a operar. Habrá cambios de nombres y de esquema. Una mini revolución para encarar el partido más importante de la Selección en el año, sí, frente a Costa Rica. Una final. De aquí en adelante si sigue en la Copa jugará todas finales.
Se cambia la delantera completa. En la cabeza de Batista la idea es armar el tridente ofensivo con Sergio Agüero, Gonzalo Higuaín (para tener una fuerte referencia en el área) y Angel Di María. Unos metros más atrás, en función de enganche y con obligaciones de trabajar en ataque, estaría Lionel Messi. El mediocampo quedaría con dos mediocampistas de contención, Mascherano casi con seguridad y otro más, que podría salir del terceto integrado por Esteban Cambiasso, Lucas Biglia y EverBanega. En el fondo no habría modificaciones. Se ratificaría la confianza a Pablo Zabaleta, Nicolás Burdisso, Gabriel Milito y Javier Zanetti. En el arco aparece el punto más fuerte, Sergio Romero, con el puesto asegurado.
La movida implica también un cambio de esquema. Dejar de lado el dibujo táctico que más le gusta al entrenador, el 4-3-3, para darle lugar al 4-2-1-3. Esquema que también fue practicado desde que el grupo se concentró en Ezeiza a principios de junio. Y que le dio buenos resultados en los Juegos Olímpicos de Beijing, donde logró la medalla dorada. Claro que en esa oportunidad el organizador del juego era Juan Román Riquelme que ahora no está. Y no fue citado porque su semestre no fue el mejor.
Los que se quedan afuera son Carlos Tevez, de flojísimo desempeño en los dos primeros encuentros y Ezequiel Lavezzi, quien no pudo imponer su habitual velocidad y desborde.
Esta Selección no es la misma que le ganó a España, Portugal, Brasil y varios más desde que asumió Batista como entrenador en agosto del año pasado.
El técnico fijó una premisa básica: tener la posesión de la pelota. Y a partir de allí elaborar el juego. Se intentó armar un equipo alrededor del mejor jugador del mundo: Lionel Messi y se construyó una ilusión que compró todo el pueblo argentino. Esta Copa América que, precisamente se juega en suelo argentino era la gran oportunidad para todos. Para los jugadores. Muchos de ellos vienen arrastrando varias frustraciones futboleras como las dos últimas copas y el Mundial de Sudáfrica. Para el técnico, que buscaba consenso para su trabajo a futuro y para el mismo Julio Grondona, presidente de la AFA, jaqueado por varias lados y con elecciones en el horizonte.
Pero el equipo no funcionó hasta el momento. Ahora, además de fútbol, hace falta carácter (lo dice el mismo entrenador) para enderezar la historia. Se necesita colgar de la percha del vestuario los egoísmos y salir a la cancha con actitud solidaria y fortaleza mental y física. Si persiguen el camino de la gloria deben entender que para eso hace falta poner el cuerpo y el alma.
También es cierto que los jugadores no llegan en plenitud física. La exigente temporada europea los deja comprometidos. Se vio ante Bolivia y se hizo patético frente a Colombia. No había explosión. A todos les costaba eludir a un rival. Messi lo consiguió contra los bolivianos, pero no pudo ante los colombianos acentuando los interrogantes. Por eso no está mal que en lugar de buscar su desnivel a fuerza de velocidad se busque que se convierta en un efectivo colocador de pases profundos para los delanteros.
También es cierto que las marcaciones que tuvo que atravesar el equipo con estos equipos sudamericanos son distintas a las que plantean los equipos europeos. Pero encontrarle una solución a este tipo de cerrojos es obligación de los grandes, como lo es Argentina.
En estos días el clima de adentro, la mano firme de Batista para manejar el grupo serán claves para saber cuál es el rumbo. Si se da un golpe de timón para hacer crecer nuevamente las esperanzas o si ésta será otra selección que dejará a los hinchas con un profundo vacío.