Alemania frena las expectativas sobre la cumbre del euro
Bruselas, Agencias
Alemania continúa echando jarros de agua fría sobre la cumbre extraordinaria de líderes de la zona euro, convocada el próximo jueves con el objetivo de buscar una solución definitiva para la crisis griega que desactive el riesgo de contagio a países como España o Italia.
La canciller alemana, Angela Merkel, descartó hoy que la reunión vaya a saldarse con un resultado "espectacular" que ponga fin a todos los problemas de la economía helena.
En una rueda de prensa que ofreció en Hannover junto al presidente ruso, Dmitri Medvédev, Merkel explicó que Grecia requiere de un "proceso controlado y dominado", con múltiples medidas para reducir el volumen de deuda del país y mejorar su competitividad.
En este sentido, aunque es "humano" pretender que ciertos problemas recurrentes "desaparezcan" definitivamente de la agenda, "quien se toma en serio sus responsabilidades políticas" debe evitar los golpes de efecto, a juicio de Merkel.
La opinión de la canciller germana, que desde el principio ha sido reticente a la convocatoria de la cumbre por dudar de su éxito, contrasta con la de los países más acosados por los mercados, como España o la propia Grecia.
Desde Atenas o Madrid, se han escuchado las declaraciones de distintos dirigentes que consideran que no es posible demorar aún más la búsqueda de una solución definitiva que ponga punto y final a una crisis de confianza sobre la deuda soberana de la zona euro, que ya dura más de un año.
"Las alternativas a tomar una decisión son pocas, por no decir ninguna", dijo hoy un alto funcionario europeo, quien advirtió de que "las consecuencias de no hacerlo podrían ser muy graves", dado el "enquistamiento de los problemas", los ataques a la deuda española e italiana, las dudas sobre las pruebas de solvencia a la banca y las necesidades de liquidez de Grecia en septiembre.
La fuente consideró que "las soluciones que se han dado hasta ahora no han sido suficientes, pues no han arreglado los problemas de fondo" y criticó el debate público de muchas de ellas, que "lo único que ha hecho ha sido agravar las cosas".
En este sentido, destacó que la solución a la crisis "no va a ser sencilla" ni va a permitir que "nadie se vaya de rositas", pues "todo el mundo va a tener que pagar" parte de la factura del rescate a Grecia, que es el asunto central que ocupa ahora las conversaciones.
En el corazón del problema se encuentran las diferencias entre Alemania y el Banco Central Europeo sobre la aportación del sector privado al segundo rescate de Grecia, valorada en unos 30.000 millones (que unidos a unos 80.000 millones de ayuda multilateral sumarían un total de 110.000 millones).
Un grupo liderado por Alemania, Holanda y Finlandia desea obtener una "sustancial" contribución de los bancos, a la que se oponen el BCE y otros países como España, ante el temor de que sea percibida como un impago parcial de la deuda helena y aliente una mayor desconfianza de los mercados hacia la deuda soberana de la zona.
Durante la jornada de hoy, un miembro del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE), Ewald Nowotny, abrió la puerta a una flexibilización de la postura del instituto emisor sobre la declaración de impago parcial, pero luego matizó sus declaraciones y se alineó con el presidente de la institución, Jean-Claude Trichet.
Trichet ha advertido en reiteradas ocasiones que el BCE no aceptará deuda griega como aval en las operaciones de refinanciación de la banca helena en caso de que se produzca una declaración de impago total o parcial.
Esta advertencia es muy importante, pues obligaría a diseñar herramientas para mantener el sistema bancario heleno a flote sin apoyo del BCE, lo que podría arruinar el efecto perseguido con la integración del sector privado en el rescate, que es reducir la contribución de los estados.
Más allá de los tecnicismos, se trata de valorar las consecuencias que acarrearía cada una de las opciones y decidirse por una al más alto nivel político, como recordó el alto funcionario europeo.
Alemania continúa echando jarros de agua fría sobre la cumbre extraordinaria de líderes de la zona euro, convocada el próximo jueves con el objetivo de buscar una solución definitiva para la crisis griega que desactive el riesgo de contagio a países como España o Italia.
La canciller alemana, Angela Merkel, descartó hoy que la reunión vaya a saldarse con un resultado "espectacular" que ponga fin a todos los problemas de la economía helena.
En una rueda de prensa que ofreció en Hannover junto al presidente ruso, Dmitri Medvédev, Merkel explicó que Grecia requiere de un "proceso controlado y dominado", con múltiples medidas para reducir el volumen de deuda del país y mejorar su competitividad.
En este sentido, aunque es "humano" pretender que ciertos problemas recurrentes "desaparezcan" definitivamente de la agenda, "quien se toma en serio sus responsabilidades políticas" debe evitar los golpes de efecto, a juicio de Merkel.
La opinión de la canciller germana, que desde el principio ha sido reticente a la convocatoria de la cumbre por dudar de su éxito, contrasta con la de los países más acosados por los mercados, como España o la propia Grecia.
Desde Atenas o Madrid, se han escuchado las declaraciones de distintos dirigentes que consideran que no es posible demorar aún más la búsqueda de una solución definitiva que ponga punto y final a una crisis de confianza sobre la deuda soberana de la zona euro, que ya dura más de un año.
"Las alternativas a tomar una decisión son pocas, por no decir ninguna", dijo hoy un alto funcionario europeo, quien advirtió de que "las consecuencias de no hacerlo podrían ser muy graves", dado el "enquistamiento de los problemas", los ataques a la deuda española e italiana, las dudas sobre las pruebas de solvencia a la banca y las necesidades de liquidez de Grecia en septiembre.
La fuente consideró que "las soluciones que se han dado hasta ahora no han sido suficientes, pues no han arreglado los problemas de fondo" y criticó el debate público de muchas de ellas, que "lo único que ha hecho ha sido agravar las cosas".
En este sentido, destacó que la solución a la crisis "no va a ser sencilla" ni va a permitir que "nadie se vaya de rositas", pues "todo el mundo va a tener que pagar" parte de la factura del rescate a Grecia, que es el asunto central que ocupa ahora las conversaciones.
En el corazón del problema se encuentran las diferencias entre Alemania y el Banco Central Europeo sobre la aportación del sector privado al segundo rescate de Grecia, valorada en unos 30.000 millones (que unidos a unos 80.000 millones de ayuda multilateral sumarían un total de 110.000 millones).
Un grupo liderado por Alemania, Holanda y Finlandia desea obtener una "sustancial" contribución de los bancos, a la que se oponen el BCE y otros países como España, ante el temor de que sea percibida como un impago parcial de la deuda helena y aliente una mayor desconfianza de los mercados hacia la deuda soberana de la zona.
Durante la jornada de hoy, un miembro del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE), Ewald Nowotny, abrió la puerta a una flexibilización de la postura del instituto emisor sobre la declaración de impago parcial, pero luego matizó sus declaraciones y se alineó con el presidente de la institución, Jean-Claude Trichet.
Trichet ha advertido en reiteradas ocasiones que el BCE no aceptará deuda griega como aval en las operaciones de refinanciación de la banca helena en caso de que se produzca una declaración de impago total o parcial.
Esta advertencia es muy importante, pues obligaría a diseñar herramientas para mantener el sistema bancario heleno a flote sin apoyo del BCE, lo que podría arruinar el efecto perseguido con la integración del sector privado en el rescate, que es reducir la contribución de los estados.
Más allá de los tecnicismos, se trata de valorar las consecuencias que acarrearía cada una de las opciones y decidirse por una al más alto nivel político, como recordó el alto funcionario europeo.