Puno recupera aliento tras tregua en protesta indígena antiminera
Lima, Agencias
"Ya hay tranquilidad en Puno", dice Maritza Lima, una vendedora de golosinas en la Plaza de Armas de esta ciudad, en el sureste de Perú, tras la decisión de los manifestantes aymaras de declarar un receso de siete días en su protesta contra la minería para no afectar la elección presidencial del domingo.
Ella, una madre aymara de 41 años, salió a vender nuevamente dulces y gaseosas aunque reconoce con pesar que los turistas, quienes mueven la economía de Puno, sobre el Lago Titicaca, se han ido tras las violentas protestas de la semana pasada.
"No he vendido nada, estaba en mi casa, tenía miedo de salir porque los indígenas estaban con 'chicotes' (lianas de cuero vacuno), estaban pegando a los transeúntes", dice a la AFP la mujer.
Poco antes los indígenas decidieron, en un cabildo en Puno, a 1.300 km al sureste de Lima, una pausa a sus protestas a partir del martes por una semana, mientras se realizan las elecciones populares, fijadas para el domingo, entre el izquierdista Ollanta Humala y la derechista Keiko Fujimori.
"Hemos tomado la decisión que a partir de hoy hasta el miércoles de la próxima semana se declara un cuarto intermedio (receso de las protestas), con el único objetivo de que no se pueda entrampar el proceso electoral", afirmó en una asamblea pública el líder de los indígenas, Walter Aduviri.
También anunció que "a partir de hoy día, bajo los principios del pueblo aymara, será terminantemente prohibido el ingreso al territorio aymara, de cualquier persona extraña, que no tiene nada que ver con nuestros territorios".
Este veto también será extensivo a "todas las camionetas de las transnacionales" petroleras y mineras.
Tras el anuncio, unos mil campesinos que aún permanecían en Puno retornaron en camiones a sus lugares de origen, principalmente a la frontera con Bolivia a un poco más de 100 km.
El punto más fiero del bloqueo caminero estaba en el poblado de Desaguadero, también sobre el Titicaca en la misma linea fronteriza, donde estaban varados más de 300 camioneros bolivianos desde hace 21 días.
Aduviri aseguró que se procederá a limpiar las carreteras para normalizar el tráfico vehicular, pero insistió que "vamos a retomar las protestas si el gobierno no nos escucha".
Miles de indígenas que viven en la frontera con Bolivia llegaron el martes pasado a Puno.
La semana pasada, con la ciudad bloqueada, fueron saqueadas jueves y viernes las oficinas de la Aduana, Impuestos y la Contraloría aunque los campesinos señalaron que ellos nada tuvieron que ver con esa violencia.
La protesta original se inició hace tres semanas con el corte del tránsito en la frontera que une los dos países en rechazo a un proyecto de la minera canadiense Bear Creek, porque contaminaría la zona, y que se extendió a un rechazo de toda actividad de explotación de minas y petróleo.
Puno vive del turismo y también es punto para el nutrido comercio bilateral, que estuvo parado por el corte de rutas.
El comercio y la banca ya funcionaban con normalidad este martes, al igual que el transporte público y los mercados de abasto, aunque en las calles aún se sentía la dureza de los conflictos de los días pasados.
"Puno está recuperando la tranquilidad, aunque queda el trauma que han dejado estos señores", señaló a la AFP el presidente del Gobierno Regional de Puno, Mauricio Rodríguez, quien destacó que los indígenas levantaran sus medidas de presión.
Según el reporte que maneja su oficina pública, los saqueos de la semana pasada dejaron unos 12 millones de dólares en pérdidas.
"Ya hay tranquilidad en Puno", dice Maritza Lima, una vendedora de golosinas en la Plaza de Armas de esta ciudad, en el sureste de Perú, tras la decisión de los manifestantes aymaras de declarar un receso de siete días en su protesta contra la minería para no afectar la elección presidencial del domingo.
Ella, una madre aymara de 41 años, salió a vender nuevamente dulces y gaseosas aunque reconoce con pesar que los turistas, quienes mueven la economía de Puno, sobre el Lago Titicaca, se han ido tras las violentas protestas de la semana pasada.
"No he vendido nada, estaba en mi casa, tenía miedo de salir porque los indígenas estaban con 'chicotes' (lianas de cuero vacuno), estaban pegando a los transeúntes", dice a la AFP la mujer.
Poco antes los indígenas decidieron, en un cabildo en Puno, a 1.300 km al sureste de Lima, una pausa a sus protestas a partir del martes por una semana, mientras se realizan las elecciones populares, fijadas para el domingo, entre el izquierdista Ollanta Humala y la derechista Keiko Fujimori.
"Hemos tomado la decisión que a partir de hoy hasta el miércoles de la próxima semana se declara un cuarto intermedio (receso de las protestas), con el único objetivo de que no se pueda entrampar el proceso electoral", afirmó en una asamblea pública el líder de los indígenas, Walter Aduviri.
También anunció que "a partir de hoy día, bajo los principios del pueblo aymara, será terminantemente prohibido el ingreso al territorio aymara, de cualquier persona extraña, que no tiene nada que ver con nuestros territorios".
Este veto también será extensivo a "todas las camionetas de las transnacionales" petroleras y mineras.
Tras el anuncio, unos mil campesinos que aún permanecían en Puno retornaron en camiones a sus lugares de origen, principalmente a la frontera con Bolivia a un poco más de 100 km.
El punto más fiero del bloqueo caminero estaba en el poblado de Desaguadero, también sobre el Titicaca en la misma linea fronteriza, donde estaban varados más de 300 camioneros bolivianos desde hace 21 días.
Aduviri aseguró que se procederá a limpiar las carreteras para normalizar el tráfico vehicular, pero insistió que "vamos a retomar las protestas si el gobierno no nos escucha".
Miles de indígenas que viven en la frontera con Bolivia llegaron el martes pasado a Puno.
La semana pasada, con la ciudad bloqueada, fueron saqueadas jueves y viernes las oficinas de la Aduana, Impuestos y la Contraloría aunque los campesinos señalaron que ellos nada tuvieron que ver con esa violencia.
La protesta original se inició hace tres semanas con el corte del tránsito en la frontera que une los dos países en rechazo a un proyecto de la minera canadiense Bear Creek, porque contaminaría la zona, y que se extendió a un rechazo de toda actividad de explotación de minas y petróleo.
Puno vive del turismo y también es punto para el nutrido comercio bilateral, que estuvo parado por el corte de rutas.
El comercio y la banca ya funcionaban con normalidad este martes, al igual que el transporte público y los mercados de abasto, aunque en las calles aún se sentía la dureza de los conflictos de los días pasados.
"Puno está recuperando la tranquilidad, aunque queda el trauma que han dejado estos señores", señaló a la AFP el presidente del Gobierno Regional de Puno, Mauricio Rodríguez, quien destacó que los indígenas levantaran sus medidas de presión.
Según el reporte que maneja su oficina pública, los saqueos de la semana pasada dejaron unos 12 millones de dólares en pérdidas.