La Copa de Oro se convierte en el torneo favorito de los hispanos en EE.UU
Dallas, Agencias
La Copa Oro, que se juega en varias ciudades de EE.UU hasta el 25 de junio, se ha convertido para los hispanos en el torneo de fútbol por excelencia y en la mejor oportunidad para ver a las estrellas de sus países de origen.
Durante la primera fecha, que se jugó el domingo en el Estadio de los Cowboys de Dallas, en Arlington (Texas), las más de las 80.000 personas que asistieron a los partidos entre México y El Salvador y Costa Rica contra Cuba llegaron desde tempranas horas para formar parte del espectáculo más allá del campo de fútbol.
Los estacionamientos aledaños al monumental estadio estaban invadidos de vehículos con aficionados que prefirieron cocinar sus platos típicos al aire libre, mientras esperaran a que abriera el estadio fuertemente resguardado.
Algunos mexicanos bailaban al ritmo de cumbias y corridos norteños, vestidos de color verde, rojo y blanco. Otros, compraban la nueva casaquilla oficial de su selección sin importar el precio: cerca de 70 dólares.
Además, hubo artistas que se sumaron a las celebraciones como la cantante mexicana Diana Reyes, la "Reina del Pasito Duranguense", y el exportero de la selección mexicana Jorge Campos tuvo que hacer una pausa en su labor como comentarista deportivo para repartir autógrafos entre los asistentes.
La algarabía se mezcló con leves abucheos cuando el público se percató de que el expresidente de México Vicente Fox se encontraba en el recinto.
Los salvadoreños se hicieron notar con cánticos acompañados de tambores mientras formaban un mar de azul y blanco en las puertas de entrada del estadio.
Los costarricenses, con la camiseta color rojo, portan banderolas con el lema "Pura vida".
Perla Soto, de Guanajuato (México), quien llegó de Roger (Arkansas) tras conducir unas seis horas, dijo que la fiesta se convirtió en mucho más de lo que ella se imaginaba.
"La idea es apoyar a la tricolor porque no muchas veces uno tiene la oportunidad para darte ese gusto", señaló Soto, quien celebró los cinco goles de su equipo.
Otra que viajó varias horas fue Nelsi Berrocal, originaria de la bahía del Puerto Golfito (Costa Rica), quien terminó de trabajar el sábado por la noche y manejó sin descansar desde Houston.
"No hay por qué quejarse. Ahora, después del partido, hay que realizar la misma faena y llegar a casa de madrugada porque hay que descansar para ir al trabajo mañana", sostuvo Berrocal.
Su compatriota, Ligia Guerrero, llegó de su país sólo para ver a la selección "Tica" y aprovechar para hacer turismo en Texas.
"Nosotros tenemos un estadio moderno en San José, pero este es de otro mundo", comentó Guerrero sobre las instalaciones del estadio de los Cowboys.
Otros, como Edilberto Cárgamo, de Metapán (El Salvador) y radicado en el estado de Arkansas, viajó con un grupo de 20 compatriotas hasta Arlington para ver a "la selecta".
"Y aunque el gasto de la estadía y el boleto para el partido supera los 500 dólares por persona, la satisfacción de ver a El Salvador contra México no tiene precio", señaló Cárgamo, obrero en el sector de la construcción.
Pero quizás los aficionados más singulares fueron los de Cuba, los más contados, como Giselle Covazos Rincón, quien radica en Dallas.
"No somos muchos el día de hoy pero yo represento a todos los cubanos que siguen y esperan mucho de este equipo", dijo Covazos, quien analizó el juego en el que su selección sumó una derrota de 5 a 0 contra Costa Rica.
"Creo que el gobierno cubano debería apoyarlos más, dejándolos salir a otros países para que ganen experiencia y si eso sucede, estarían en una mejor posición en el mundo del fútbol", añadió Covazos.
Pero no todos los que llegaron a Arlington lo hicieron con la intención de ver los partidos.
Julián Guerrero, natural de Honduras, viajó desde Houston para ganarse la vida pintando las banderas de los países de la Copa Oro en las mejillas de los hinchas.
"Hay que buscarla, la economía no está para juegos", afirmó Guerrero. "Yo soy artista y aprovecho la oportunidad para llevarme unos reales".
También las grandes multinacionales aprovecharon la ocasión para entregar a los presentes sus productos, desde cerveza hasta artículos para el sector de la construcción.
La Copa Oro, que se juega en varias ciudades de EE.UU hasta el 25 de junio, se ha convertido para los hispanos en el torneo de fútbol por excelencia y en la mejor oportunidad para ver a las estrellas de sus países de origen.
Durante la primera fecha, que se jugó el domingo en el Estadio de los Cowboys de Dallas, en Arlington (Texas), las más de las 80.000 personas que asistieron a los partidos entre México y El Salvador y Costa Rica contra Cuba llegaron desde tempranas horas para formar parte del espectáculo más allá del campo de fútbol.
Los estacionamientos aledaños al monumental estadio estaban invadidos de vehículos con aficionados que prefirieron cocinar sus platos típicos al aire libre, mientras esperaran a que abriera el estadio fuertemente resguardado.
Algunos mexicanos bailaban al ritmo de cumbias y corridos norteños, vestidos de color verde, rojo y blanco. Otros, compraban la nueva casaquilla oficial de su selección sin importar el precio: cerca de 70 dólares.
Además, hubo artistas que se sumaron a las celebraciones como la cantante mexicana Diana Reyes, la "Reina del Pasito Duranguense", y el exportero de la selección mexicana Jorge Campos tuvo que hacer una pausa en su labor como comentarista deportivo para repartir autógrafos entre los asistentes.
La algarabía se mezcló con leves abucheos cuando el público se percató de que el expresidente de México Vicente Fox se encontraba en el recinto.
Los salvadoreños se hicieron notar con cánticos acompañados de tambores mientras formaban un mar de azul y blanco en las puertas de entrada del estadio.
Los costarricenses, con la camiseta color rojo, portan banderolas con el lema "Pura vida".
Perla Soto, de Guanajuato (México), quien llegó de Roger (Arkansas) tras conducir unas seis horas, dijo que la fiesta se convirtió en mucho más de lo que ella se imaginaba.
"La idea es apoyar a la tricolor porque no muchas veces uno tiene la oportunidad para darte ese gusto", señaló Soto, quien celebró los cinco goles de su equipo.
Otra que viajó varias horas fue Nelsi Berrocal, originaria de la bahía del Puerto Golfito (Costa Rica), quien terminó de trabajar el sábado por la noche y manejó sin descansar desde Houston.
"No hay por qué quejarse. Ahora, después del partido, hay que realizar la misma faena y llegar a casa de madrugada porque hay que descansar para ir al trabajo mañana", sostuvo Berrocal.
Su compatriota, Ligia Guerrero, llegó de su país sólo para ver a la selección "Tica" y aprovechar para hacer turismo en Texas.
"Nosotros tenemos un estadio moderno en San José, pero este es de otro mundo", comentó Guerrero sobre las instalaciones del estadio de los Cowboys.
Otros, como Edilberto Cárgamo, de Metapán (El Salvador) y radicado en el estado de Arkansas, viajó con un grupo de 20 compatriotas hasta Arlington para ver a "la selecta".
"Y aunque el gasto de la estadía y el boleto para el partido supera los 500 dólares por persona, la satisfacción de ver a El Salvador contra México no tiene precio", señaló Cárgamo, obrero en el sector de la construcción.
Pero quizás los aficionados más singulares fueron los de Cuba, los más contados, como Giselle Covazos Rincón, quien radica en Dallas.
"No somos muchos el día de hoy pero yo represento a todos los cubanos que siguen y esperan mucho de este equipo", dijo Covazos, quien analizó el juego en el que su selección sumó una derrota de 5 a 0 contra Costa Rica.
"Creo que el gobierno cubano debería apoyarlos más, dejándolos salir a otros países para que ganen experiencia y si eso sucede, estarían en una mejor posición en el mundo del fútbol", añadió Covazos.
Pero no todos los que llegaron a Arlington lo hicieron con la intención de ver los partidos.
Julián Guerrero, natural de Honduras, viajó desde Houston para ganarse la vida pintando las banderas de los países de la Copa Oro en las mejillas de los hinchas.
"Hay que buscarla, la economía no está para juegos", afirmó Guerrero. "Yo soy artista y aprovecho la oportunidad para llevarme unos reales".
También las grandes multinacionales aprovecharon la ocasión para entregar a los presentes sus productos, desde cerveza hasta artículos para el sector de la construcción.