El movimiento contra la violencia en México traza un plan político
México, Agencias
Los grupos que convocaron una caravana contra la violencia en México, que recorrió más de 3.000 kilómetros hasta Ciudad Juárez, en la frontera con Estados Unidos y azotada por el crimen, firman este viernes un pacto que reclama cambiar la estrategia antidroga y ambiciosas reformas políticas.
"Tenemos mucho dolor pero también mucha dignidad. Estamos firmes, estamos decididos" a revindicar nuestro papel como ciudadanos, no sólo como víctimas, señaló a periodistas el poeta Javier Sicilia, que convocó la caravana.
Sicilia logró reunir a dos centenares de organizaciones cívicas, grupos de derechos humanos y de víctimas de la violencia, aunque sin aceptar formalmente el respaldo de partidos.
El documento, de seis puntos, exige que se aclaren los más de 37.000 crímenes que atribuyen a la estrategia adoptada por el presidente mexicano, Felipe Calderón, en 2006 de enfrentar al narcotráfico con un despliegue militar.
Pide también que se asuma "una nueva estrategia de seguridad ciudadana con enfoque en los derechos humanos", así como centrarse en los problemas de desempleo, falta de oportunidades y educación que empujan a muchos mexicanos al crimen.
El documento plantea asimismo una reforma política, que abra la posibilidad a candidaturas independientes de los partidos y a la realación de plebiscitos.
Reclama que se ponga fin al monopolio en las telecomunicaciones, que sustenta a los más poderosos conglomerados económicos del país: Telmex del multimillonario Carlos Slim, Televisa de Emilio Jean Azcarraga, y TvAzteca de Ricardo Salinas.
Antes, este viernes, la caravana había sido recibida por cientos de mujeres en Campo Algonodero, en un terreno descampado de Ciudad de Juárez, donde en 2001 fueron violadas y asesinadas ocho jovencitas.
Por ese caso, uno de los 400 asesinatos contra mujeres ocurridos entre 1993 y 2003 en esta ciudad de 1,2 millones de habitantes y vecina de la estadounidense El Paso (Texas), la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó en 2009 al estado mexicano.
"Javier, las madres de Ciudad Juarez, tan afectadas por la violencia y el crimen, por la desaparición de nuestras hijas y la muerte de nuestros hijos, te abrazamos en solidaridad, porque el tuyo es también nuestro dolor", dijo Verónica Corchado, portavoz de la red de activistas contra los crímenes de mujeres, al recibir a Sicilia.
Esta caravana es la tercera protesta que organiza Sicilia tras el asesinato en marzo de su hijo Francisco y de otras seis personas en Cuernavaca, a manos de un grupo de narcotraficantes apoyados por un jefe policial local, según la investigación oficial.
A comienzos de mayo, Sicilia había organizado una marcha a pie desde Cuernavaca que finalizó con el reclamó, ante 85.000 personas reunidas en el zócalo (plaza central) de Ciudad de México, de la renuncia del jefe de la Policía Federal, Genaro García Luna. Ese reclamo no fue consultado con otros líderes.
El reto que tiene Sicilia, señala Manuel Canto, investigador de Universidad Autonóma Metropolitana (UAM) de México, es "evitar que este movimiento se convierta en un botín político, que busque beneficios electorales".
Canto, profesor de Cultura y Política, cree sin embargo que hasta ahora el movimiento ha permitido "dar cauce a una amplia gama de exigencias que se salen de esa ortodoxia electoral y abrir la participación política a toda la sociedad, y esa es una demanda fundamental".
Julián Le Baron, miembro de una familia que varios de cuyos miembros fueron asesinados por protestar contra los secuestros en los alrededores de Ciudad Juárez, y convertido en un alter ego de Sicilia, con quien recorrió codo a codo en la caravana, cree que con propósitos políticos o no, lo fundamental del movimiento es que se escuche la voz de la mayoría de mexicanos silenciada por el miedo o el ostracismo.
"La gran prensa, las grandes cadenas de televisión, no nos dan la cobertura que merecemos, apenas un minuto en una hora de noticias y nosotros somos más: en México somos millones y millones de buenos y muy pocos los delincuentes", se queja Le Baron ante los periodistas.
Los grupos que convocaron una caravana contra la violencia en México, que recorrió más de 3.000 kilómetros hasta Ciudad Juárez, en la frontera con Estados Unidos y azotada por el crimen, firman este viernes un pacto que reclama cambiar la estrategia antidroga y ambiciosas reformas políticas.
"Tenemos mucho dolor pero también mucha dignidad. Estamos firmes, estamos decididos" a revindicar nuestro papel como ciudadanos, no sólo como víctimas, señaló a periodistas el poeta Javier Sicilia, que convocó la caravana.
Sicilia logró reunir a dos centenares de organizaciones cívicas, grupos de derechos humanos y de víctimas de la violencia, aunque sin aceptar formalmente el respaldo de partidos.
El documento, de seis puntos, exige que se aclaren los más de 37.000 crímenes que atribuyen a la estrategia adoptada por el presidente mexicano, Felipe Calderón, en 2006 de enfrentar al narcotráfico con un despliegue militar.
Pide también que se asuma "una nueva estrategia de seguridad ciudadana con enfoque en los derechos humanos", así como centrarse en los problemas de desempleo, falta de oportunidades y educación que empujan a muchos mexicanos al crimen.
El documento plantea asimismo una reforma política, que abra la posibilidad a candidaturas independientes de los partidos y a la realación de plebiscitos.
Reclama que se ponga fin al monopolio en las telecomunicaciones, que sustenta a los más poderosos conglomerados económicos del país: Telmex del multimillonario Carlos Slim, Televisa de Emilio Jean Azcarraga, y TvAzteca de Ricardo Salinas.
Antes, este viernes, la caravana había sido recibida por cientos de mujeres en Campo Algonodero, en un terreno descampado de Ciudad de Juárez, donde en 2001 fueron violadas y asesinadas ocho jovencitas.
Por ese caso, uno de los 400 asesinatos contra mujeres ocurridos entre 1993 y 2003 en esta ciudad de 1,2 millones de habitantes y vecina de la estadounidense El Paso (Texas), la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó en 2009 al estado mexicano.
"Javier, las madres de Ciudad Juarez, tan afectadas por la violencia y el crimen, por la desaparición de nuestras hijas y la muerte de nuestros hijos, te abrazamos en solidaridad, porque el tuyo es también nuestro dolor", dijo Verónica Corchado, portavoz de la red de activistas contra los crímenes de mujeres, al recibir a Sicilia.
Esta caravana es la tercera protesta que organiza Sicilia tras el asesinato en marzo de su hijo Francisco y de otras seis personas en Cuernavaca, a manos de un grupo de narcotraficantes apoyados por un jefe policial local, según la investigación oficial.
A comienzos de mayo, Sicilia había organizado una marcha a pie desde Cuernavaca que finalizó con el reclamó, ante 85.000 personas reunidas en el zócalo (plaza central) de Ciudad de México, de la renuncia del jefe de la Policía Federal, Genaro García Luna. Ese reclamo no fue consultado con otros líderes.
El reto que tiene Sicilia, señala Manuel Canto, investigador de Universidad Autonóma Metropolitana (UAM) de México, es "evitar que este movimiento se convierta en un botín político, que busque beneficios electorales".
Canto, profesor de Cultura y Política, cree sin embargo que hasta ahora el movimiento ha permitido "dar cauce a una amplia gama de exigencias que se salen de esa ortodoxia electoral y abrir la participación política a toda la sociedad, y esa es una demanda fundamental".
Julián Le Baron, miembro de una familia que varios de cuyos miembros fueron asesinados por protestar contra los secuestros en los alrededores de Ciudad Juárez, y convertido en un alter ego de Sicilia, con quien recorrió codo a codo en la caravana, cree que con propósitos políticos o no, lo fundamental del movimiento es que se escuche la voz de la mayoría de mexicanos silenciada por el miedo o el ostracismo.
"La gran prensa, las grandes cadenas de televisión, no nos dan la cobertura que merecemos, apenas un minuto en una hora de noticias y nosotros somos más: en México somos millones y millones de buenos y muy pocos los delincuentes", se queja Le Baron ante los periodistas.