Nueva jornada de funerales en Siria, dentro de un clima aún muy tenso
Damasco, Agencias
Una nueva jornada de funerales tuvo lugar este domingo en Siria tras la muerte, en dos días, de 50 personas por disparos de las fuerzas de seguridad en manifestaciones contra el régimen, de las cuales cinco en Homs (centro) el sábado en los funerales de las víctimas del viernes.
En Homs, la tercera ciudad del país, principal foco de las protestas, los funerales fueron la ocasión para una nueva movilización: centenares de manifestantes descendieron a las calles gritando "abajo el régimen", según un militante de defensa de los derechos humanos.
Amar Qurabi, presidente de la Organización Nacional de Derechos Humanos, indicó a la AFP que hubo disparos durante la procesión fúnebre, sin poder precisar si hubo víctimas.
El sábado, las fuerzas de seguridad mataron al menos a cinco civiles en Homs al abrir fuego contra una multitud que salía de un cementerio tras los funerales por las 13 víctimas de otro tiroteo ocurrido la víspera en la misma ciudad, durante una nueva jornada de movilizaciones en un país sacudido por las revueltas desde mediados de marzo.
Según Qurabi, los servicios de seguridad continuaban este domingo una campaña de arrestos en Homs y en la región de Idlib (oeste), también teatro de manifestaciones contra el régimen estos últimos días.
En Saqba, en los suburbios de Damasco, unas 10.000 personas se congregaron este domingo para el entierro de un hombre de 25 años muerto la víspera.
Las fuerzas de seguridad dispararon el sábado en Saqba, en donde manifestantes les lanzaron piedras, según unos militantes.
Según activistas humanitarios, al menos 44 manifestantes, entre ellos un niño de 12 años y varios adolescentes, murieron el viernes en todo el país como consecuencia de la represión.
Algunos manifestantes, en particular en Banias (noroeste), habían desfilado con el torso descubierto para mostrar que no portaban armas.
El régimen continúa atribuyendo los actos de violencia a "grupos terroristas" y a "grupos armados". Según la agencia oficial Sana, 32 oficiales de policía murieron -de los cuales uno el sábado en Saqba- y 547 resultaron heridos desde que comenzaron las protestas el 15 de marzo. La agencia no proporcionó un balance de víctimas civiles.
Las restricciones impuestas a la prensa extranjera impiden cualquier comprobación independiente sobre el terreno.
Según los activistas de derechos humanos, los disparos de las fuerzas de seguridad son el signo de que el gobierno está perdiendo su credibilidad. "Su feroz represión ha fracasado porque el muro del miedo se ha derrumbado, pese a las detenciones masivas y la tortura", aseguró un militante por teléfono.
"Nadie se cree ni un solo minuto sus propuestas de diálogo nacional porque el gobierno no va al corazón del problema. La cólera crece en la calles porque la gente desconoce hacia dónde vamos. Y las matanzas continúan alimentando esta cólera y este sentimiento de rencor", agregó.
Frente a una represión que ha provocado ya al menos 850 muertos, más de 8.000 detenciones de disidentes y el éxodo de miles de sirios, según las ONG y la ONU, Estados Unidos impuso sanciones contra el régimen de Asad, al que reclama dirigir una transición o que abandone el poder. Unas demandas que hasta ahora no fueron escuchadas por el régimen.
Incluso Turquía, aliado de Siria, advirtió al régimen de que continuar recurriendo a la fuerza contra los manifestantes puede acarrear "consecuencias muy negativas".
La Organización de la Conferencia Islámica (OCI) expresó su "profunda preocupación sobre la escalada de violencia en Siria" y abogó por el diálogo para instaurar reformas en ese país en donde el recurso a la fuerza podría hacer que la situación sea "incontrolable".
En el origen de este movimiento de contestación sin precedentes, los manifestantes reclamaban el fin del estado de urgencia en vigor desde hacía casi medio siglo, la liberación de los presos políticos, nuevas elecciones y la supresión de la supremacía del partido Baas.
Asad, que llegó al poder en 2000 tras la muerte de su padre, Hafez al Asad, anuló el estado de urgencia en abril con el fin de aplacar a los manifestantes, pero desde entonces, las consignas en favor de la caída del régimen no han dejado de multiplicarse.
Una nueva jornada de funerales tuvo lugar este domingo en Siria tras la muerte, en dos días, de 50 personas por disparos de las fuerzas de seguridad en manifestaciones contra el régimen, de las cuales cinco en Homs (centro) el sábado en los funerales de las víctimas del viernes.
En Homs, la tercera ciudad del país, principal foco de las protestas, los funerales fueron la ocasión para una nueva movilización: centenares de manifestantes descendieron a las calles gritando "abajo el régimen", según un militante de defensa de los derechos humanos.
Amar Qurabi, presidente de la Organización Nacional de Derechos Humanos, indicó a la AFP que hubo disparos durante la procesión fúnebre, sin poder precisar si hubo víctimas.
El sábado, las fuerzas de seguridad mataron al menos a cinco civiles en Homs al abrir fuego contra una multitud que salía de un cementerio tras los funerales por las 13 víctimas de otro tiroteo ocurrido la víspera en la misma ciudad, durante una nueva jornada de movilizaciones en un país sacudido por las revueltas desde mediados de marzo.
Según Qurabi, los servicios de seguridad continuaban este domingo una campaña de arrestos en Homs y en la región de Idlib (oeste), también teatro de manifestaciones contra el régimen estos últimos días.
En Saqba, en los suburbios de Damasco, unas 10.000 personas se congregaron este domingo para el entierro de un hombre de 25 años muerto la víspera.
Las fuerzas de seguridad dispararon el sábado en Saqba, en donde manifestantes les lanzaron piedras, según unos militantes.
Según activistas humanitarios, al menos 44 manifestantes, entre ellos un niño de 12 años y varios adolescentes, murieron el viernes en todo el país como consecuencia de la represión.
Algunos manifestantes, en particular en Banias (noroeste), habían desfilado con el torso descubierto para mostrar que no portaban armas.
El régimen continúa atribuyendo los actos de violencia a "grupos terroristas" y a "grupos armados". Según la agencia oficial Sana, 32 oficiales de policía murieron -de los cuales uno el sábado en Saqba- y 547 resultaron heridos desde que comenzaron las protestas el 15 de marzo. La agencia no proporcionó un balance de víctimas civiles.
Las restricciones impuestas a la prensa extranjera impiden cualquier comprobación independiente sobre el terreno.
Según los activistas de derechos humanos, los disparos de las fuerzas de seguridad son el signo de que el gobierno está perdiendo su credibilidad. "Su feroz represión ha fracasado porque el muro del miedo se ha derrumbado, pese a las detenciones masivas y la tortura", aseguró un militante por teléfono.
"Nadie se cree ni un solo minuto sus propuestas de diálogo nacional porque el gobierno no va al corazón del problema. La cólera crece en la calles porque la gente desconoce hacia dónde vamos. Y las matanzas continúan alimentando esta cólera y este sentimiento de rencor", agregó.
Frente a una represión que ha provocado ya al menos 850 muertos, más de 8.000 detenciones de disidentes y el éxodo de miles de sirios, según las ONG y la ONU, Estados Unidos impuso sanciones contra el régimen de Asad, al que reclama dirigir una transición o que abandone el poder. Unas demandas que hasta ahora no fueron escuchadas por el régimen.
Incluso Turquía, aliado de Siria, advirtió al régimen de que continuar recurriendo a la fuerza contra los manifestantes puede acarrear "consecuencias muy negativas".
La Organización de la Conferencia Islámica (OCI) expresó su "profunda preocupación sobre la escalada de violencia en Siria" y abogó por el diálogo para instaurar reformas en ese país en donde el recurso a la fuerza podría hacer que la situación sea "incontrolable".
En el origen de este movimiento de contestación sin precedentes, los manifestantes reclamaban el fin del estado de urgencia en vigor desde hacía casi medio siglo, la liberación de los presos políticos, nuevas elecciones y la supresión de la supremacía del partido Baas.
Asad, que llegó al poder en 2000 tras la muerte de su padre, Hafez al Asad, anuló el estado de urgencia en abril con el fin de aplacar a los manifestantes, pero desde entonces, las consignas en favor de la caída del régimen no han dejado de multiplicarse.