Milan festejó el Scudetto con una goleada ante Cagliari


Roma, Agencias
Milan, en el día del festejo en San Siro de su 18º Scudetto, le ganó por goleada a Cagliari por 4 a 1: el brasilero Robinho metió un gran doblete, intermediado por un gol de Gennaro Gattuso, antes de que Andrea Cossu descontara y de que Clarence Seedorf le diera cifras definitivas al marcador.

Nada cambió para la tabla, puesto que el Diávolo, claramente, sigue primero, ahora con 81 puntos, mientras que los sardos, por su parte, se quedaron onceavos con 44 unidades.

El match no tuvo realmente historia: los rossoneri bajaron para que fiesta fuera y, al final, fiesta fue. Desde el primer minuto los locales jugaron mejor, lucieron dominio y seguridad y, al minuto 22, pasaron merecidamente en ventaja con un golazo de Robinho.

En la ocasión, el brasilero recibió cerca del vértice izquierdo del área, se fue hacia el medio gambeteado a tres rivales y, de derecha, despachó un latigazo inapelable.

Poco más tarde, Agazzi hizo lo posible para cerrar prácticamente al borde del área tanto sobre Pato cuanto sobre Seedorf, pero nada pudo cuando el balón rebotó alto y le quedó ahí a Gattuso, quien fue rápido y pícaro en conectar enseguida de cabeza para mandarla a guardar en el arco dejado libre.

Desde las tribunas empezaron a llegar los cantos de los hinchas en éxtasis y, en la cancha, los jugadores empezaron a lucirse un poco, con algunas buenas gambetas, caños y tacos. Sin embargo, el Diávolo no perdió su cinismo y a la media hora y pico, Pato armó una gran contra que terminó con un pase certero para Robinho y la definición fría y eficaz de éste último a la izquierda del portero.

Milan se relajó mucho y, poco más tarde, Cossu pudo meter el descuento con una jugada muy bella, recibiendo sobre el límite del off-side, algo por derecha, enganchando para esquivarlo a Yepes y definiendo con un zurdazo que no le dejó chances a Abbiati.

Ese tanto, que manchó un poco el excelente promedio defensivo de los campeones de Italia, lo molestó bastante a Allegri, quien no perdió esta ocasión para demostrar su perfeccionismo y su grande atención a los detalles.

En el segundo tiempo, la fiesta se completó con las entradas de Pirlo, Flamini e Inzaghi, sobre todo este último aclamado de manera conmovedora por el estadio repleto de hinchas rossoneri.

Por encima, antes de que entrara SuperPippo, para poner la clásica cereza sobre la torta había llegado también el golazo de Seedorf, una entrada central encantadora para recibir el excelente cuchillazo de Pato, controlarlo con delicadeza y definirlo con un zurdazo seco al ángulo bajo, casi como se coloca en el hoyo la última bola quedada en juego en la mesa de billar.

Así, con ésta gran goleada, Milan pudo festejar su 18º Scudetto: un título anhelado y buscado con fuerza, que ahora que llegó creó una explosión de alegría increíble en los hinchas, en los jugadores y en todo el ambiente del club.

Ahora queda solo la noche de fiesta en Milán, que luego de tantos años de colores negroazules, cambiara tonalidades para vestirse de rossonero, por decimoctava vez en la historia del campeonato italiano.

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