Franceses cuestionan su actitudes hacia el sexo
París, Agencias
Francia tiene actitudes permisivas hacia las relaciones entre los sexos y se enorgullece de ello. El coqueteo, la seducción y la sensualidad son moneda corriente.
Por eso, a la gente no le molestaba la reputación de mujeriego que tenía el ex director del Fondo Monetario Internacional y aspirante a la presidencia Dominique Strauss-Kahn por más que estuviese casado.
Pero su detención en Nueva York bajo sospecha de haber querido violar a una empleada de un hotel y la reticencia de los franceses a admitir que podría ser culpable están haciendo que muchos se pregunten si esa actitud tolerante no allana el camino para que hombres poderosos se aprovechan de las mujeres.
La comentarista política Agnes Poirier dice que las relaciones entre los sexos en Francia son tan reconfortantes como problemáticas.
"Muchas de mis amigas británicas y estadounidenses cuando vienen a Francia me dicen, 'me siento una mujer porque los hombres me miran''', relató.
Como contrapartida, no obstante, las mujeres deben tolerar bromas y intentos de acercamiento que no son bienvenidos.
"Pero no van a la comisaría cada vez que sucede algo", indicó Poirier. "Le dan una bofetada al individuo o lo ponen en su lugar diciéndole algunas cosas fuertes".
La detención de Strauss-Kahn acusado de tratar de violar a una camarera de un hotel de Nueva York causó conmoción en Francia e hizo que se cuestionase su fama de país liberal, donde los hombres coquetean y las mujeres los rechazan sin hacer demasiada bulla.
El político de 62 años siempre ha tenido reputación de mujeriego y seductor.
Pero sus historias románticas jamás dieron de qué hablar. En Francia, a diferencia de lo que ocurre en otros países, sobre todo Estados Unidos, la prensa no se mete con la vida privada de los políticos. Lo que hacen en privado es asunto de ellos.
Algunos dicen que esa es una actitud extremadamente madura, mientras que otros consideran que es una forma de encubrir transgresiones graves y desalentar las denuncias de las víctimas de atropellos.
Las feministas sostienen que las mujeres que se dedican a la política, son ejecutivas o sobresalen en el periodismo tienen que soportar "coqueteos intensos" que casi constituyen acoso para salir adelante. Y que esa es una de las razones por las que apenas uno de casa cinco legisladores es mujer. Ese es un porcentaje ligeramente mayor que el de Estados Unidos, pero muy por debajo del de los países escandinavos.
Se espera que las esposas de los políticos acepten sus infidelidades sin hacer escándalos. La esposa de Strauss-Kahn, la conocida periodista Anne Sinclair, ha apoyado a su marido y puso el millón de dólares de su fianza.
El episodio, no obstante, desató un debate en torno a las actitudes de los franceses hacia el sexo. Un programa periodístico de televisión tituló un episodio "El retorno de las feministas" y preguntó: "¿Somos todas camareras?".
Algunas empezaron a cuestionar el comportamiento de los hombres. La prominente periodista Helene Jouan dijo que en sus comienzos tuvo que lidiar con políticos que "me golpeaban la puerta de la habitación del hotel" y le enviaban mensajes de tono subido. Indicó que muchas veces se sintió incómoda, pero que esas eran cosas que no se ventilaban en público.
La novelista Tristane Banon afirmó que Strauss-Kahn la agredió sexualmente hace nueve años, pero que no hizo una denuncia ante la policía. Su abogada declaró que la madre, militante del Partido Socialista de Strauss-Kahn, la presionó para que no hablase.
La escritora y cineasta Virginie Despentes opinó que el caso de Strauss-Kahn debería hacer que la gente se pregunte hasta que punto "es tan inocente" el que la gente influyente trate de aprovechar su posición con fines sexuales.
"Me gustaría ver la lista de mujeres que se benefician, porque me parece que solo uno de los bandos le saca provecho", escribió Despentes en el diario británico Guardian.
A numerosos franceses les cuesta creer que Strauss-Kahn haya intentado violar a la camarera. En una encuesta realizada la semana pasada, el 57% de los franceses consultados opinó que había un complot.
Más de un comentarista le restó importancia al incidente o dijo que era un malentendido entre personas de culturas diferentes.
El legislador y ex ministro Jack Lang dijo que se estaban exagerando las cosas y que, después de todo, "nadie ha muerto".
La prensa francesa, por otra parte, publicó el nombre de la camarera, algo que no se ha hecho en Estados Unidos, donde los medios generalmente se abstienen de identificar a las víctimas de agresiones sexuales.
Las feministas francesas están "escandalizadas" con algunas reacciones de los políticos franceses, según Catherine León, de 62 años y quien participó en una manifestación de protesta durante el fin de semana.
Igualmente irritante, dijo, es "el silencio ensordecedor de las políticas francesas, pues una o dos solamente abrieron la boca".
Poirier dice que nadie quiere cambiar el coqueteo francés por la "guerra de los sexos" que hay en los sitios laborales de Estados Unidos, donde todo el mundo se maneja con pies de plomo, cuidándose de incurrir en actitudes que puedan ser vistas como ofensivas.
Agregó, no obstante, que "algo bueno puede surgir de todo esto, ya que la gente estará más consciente" de los atropellos que se cometen.
"Tal vez sería mejor que las mujeres reaccionasen más enérgicamente" a las actitudes sexistas, expresó. "Muchos hombres piensan que pueden actuar con impunidad si nunca nadie les dice nada".
Francia tiene actitudes permisivas hacia las relaciones entre los sexos y se enorgullece de ello. El coqueteo, la seducción y la sensualidad son moneda corriente.
Por eso, a la gente no le molestaba la reputación de mujeriego que tenía el ex director del Fondo Monetario Internacional y aspirante a la presidencia Dominique Strauss-Kahn por más que estuviese casado.
Pero su detención en Nueva York bajo sospecha de haber querido violar a una empleada de un hotel y la reticencia de los franceses a admitir que podría ser culpable están haciendo que muchos se pregunten si esa actitud tolerante no allana el camino para que hombres poderosos se aprovechan de las mujeres.
La comentarista política Agnes Poirier dice que las relaciones entre los sexos en Francia son tan reconfortantes como problemáticas.
"Muchas de mis amigas británicas y estadounidenses cuando vienen a Francia me dicen, 'me siento una mujer porque los hombres me miran''', relató.
Como contrapartida, no obstante, las mujeres deben tolerar bromas y intentos de acercamiento que no son bienvenidos.
"Pero no van a la comisaría cada vez que sucede algo", indicó Poirier. "Le dan una bofetada al individuo o lo ponen en su lugar diciéndole algunas cosas fuertes".
La detención de Strauss-Kahn acusado de tratar de violar a una camarera de un hotel de Nueva York causó conmoción en Francia e hizo que se cuestionase su fama de país liberal, donde los hombres coquetean y las mujeres los rechazan sin hacer demasiada bulla.
El político de 62 años siempre ha tenido reputación de mujeriego y seductor.
Pero sus historias románticas jamás dieron de qué hablar. En Francia, a diferencia de lo que ocurre en otros países, sobre todo Estados Unidos, la prensa no se mete con la vida privada de los políticos. Lo que hacen en privado es asunto de ellos.
Algunos dicen que esa es una actitud extremadamente madura, mientras que otros consideran que es una forma de encubrir transgresiones graves y desalentar las denuncias de las víctimas de atropellos.
Las feministas sostienen que las mujeres que se dedican a la política, son ejecutivas o sobresalen en el periodismo tienen que soportar "coqueteos intensos" que casi constituyen acoso para salir adelante. Y que esa es una de las razones por las que apenas uno de casa cinco legisladores es mujer. Ese es un porcentaje ligeramente mayor que el de Estados Unidos, pero muy por debajo del de los países escandinavos.
Se espera que las esposas de los políticos acepten sus infidelidades sin hacer escándalos. La esposa de Strauss-Kahn, la conocida periodista Anne Sinclair, ha apoyado a su marido y puso el millón de dólares de su fianza.
El episodio, no obstante, desató un debate en torno a las actitudes de los franceses hacia el sexo. Un programa periodístico de televisión tituló un episodio "El retorno de las feministas" y preguntó: "¿Somos todas camareras?".
Algunas empezaron a cuestionar el comportamiento de los hombres. La prominente periodista Helene Jouan dijo que en sus comienzos tuvo que lidiar con políticos que "me golpeaban la puerta de la habitación del hotel" y le enviaban mensajes de tono subido. Indicó que muchas veces se sintió incómoda, pero que esas eran cosas que no se ventilaban en público.
La novelista Tristane Banon afirmó que Strauss-Kahn la agredió sexualmente hace nueve años, pero que no hizo una denuncia ante la policía. Su abogada declaró que la madre, militante del Partido Socialista de Strauss-Kahn, la presionó para que no hablase.
La escritora y cineasta Virginie Despentes opinó que el caso de Strauss-Kahn debería hacer que la gente se pregunte hasta que punto "es tan inocente" el que la gente influyente trate de aprovechar su posición con fines sexuales.
"Me gustaría ver la lista de mujeres que se benefician, porque me parece que solo uno de los bandos le saca provecho", escribió Despentes en el diario británico Guardian.
A numerosos franceses les cuesta creer que Strauss-Kahn haya intentado violar a la camarera. En una encuesta realizada la semana pasada, el 57% de los franceses consultados opinó que había un complot.
Más de un comentarista le restó importancia al incidente o dijo que era un malentendido entre personas de culturas diferentes.
El legislador y ex ministro Jack Lang dijo que se estaban exagerando las cosas y que, después de todo, "nadie ha muerto".
La prensa francesa, por otra parte, publicó el nombre de la camarera, algo que no se ha hecho en Estados Unidos, donde los medios generalmente se abstienen de identificar a las víctimas de agresiones sexuales.
Las feministas francesas están "escandalizadas" con algunas reacciones de los políticos franceses, según Catherine León, de 62 años y quien participó en una manifestación de protesta durante el fin de semana.
Igualmente irritante, dijo, es "el silencio ensordecedor de las políticas francesas, pues una o dos solamente abrieron la boca".
Poirier dice que nadie quiere cambiar el coqueteo francés por la "guerra de los sexos" que hay en los sitios laborales de Estados Unidos, donde todo el mundo se maneja con pies de plomo, cuidándose de incurrir en actitudes que puedan ser vistas como ofensivas.
Agregó, no obstante, que "algo bueno puede surgir de todo esto, ya que la gente estará más consciente" de los atropellos que se cometen.
"Tal vez sería mejor que las mujeres reaccionasen más enérgicamente" a las actitudes sexistas, expresó. "Muchos hombres piensan que pueden actuar con impunidad si nunca nadie les dice nada".