El Ejército sirio irrumpe con tanques en barrios suníes de la ciudad de Banias
Clinton descarta cualquier comparación de Bachar el Asad con el libio Muamar el Gadafi
Jerusalén, El País
Este sábado varias columnas de tanques han entrado en Banias y han cercado los barrios suníes, donde se realizaron las manifestaciones durante las últimas semanas. La ciudad portuaria se ha quedado sin teléfonos y aislada del resto del país. La operación militar parecía, en principio, menos cruenta de la realizada anteriormente en Deraa. Un equipo de la Cruz Roja ha proporcionado las primeras noticias fiables sobre Deraa yha asegurado que la destrucción era muy inferior a la descrita por los activistas locales que informan a la prensa internacional.
Según el equipo de la Cruz Roja, enviado a la localidad fronteriza con Jordania para proporcionar ayuda humanitaria a la población tras el asalto militar, "no se percibe destrucción masiva, hay agua y electricidad disponibles para la mayor parte de la ciudad, hay alguna escasez de comida pero no entraña riesgo de muertes y el Ejército distribuye pan y otros productos esenciales porque las tiendas están cerradas". El equipo médico ha admitido que había personas demasiado asustadas como para acudir al hospital local, donde se habían registrado detenciones de heridos, y pidió a sus oficinas centrales el envío de un hospital móvil para poder atender a domicilio.
Resulta comprensible que los activistas locales, fuente casi exclusiva de información sobre las protestas dada la ausencia de periodistas extranjeros, exageren la importancia de sus propias manifestaciones callejeras y la dureza con que el régimen las reprime. La cuestión es si las exageraciones llegan a deformar el sentido de lo que ocurre en Siria. Mientras el país permanezca cerrado será imposible disipar la confusión. Incluso las cifras de muertos, que según distintos recuentos oscilan entre 600 y 800 (entre ellos unos 100 soldados) desde el inicio de la revuelta, podrían no ajustarse a la realidad.
Teléfonos cortados
Los activistas dijeron que los tanques habían entrado en Banias y en varias poblaciones suníes al sur de la ciudad y que las tropas iban casa por casa, realizando numerosas detenciones. El Ejército ocupó también el castillo de Marqab, una antigua fortaleza de los cruzados desde la que se domina Banias. Esas informaciones no hablaron de disparos ni de enfrentamientos en las calles. Como desde hacía dos días, los teléfonos estaban cortados.
En Homs se celebraron los funerales por tres de las personas muertas el viernes por disparos de las fuerzas de seguridad; a diferencia de otras ocasiones, no se tuvo noticia de que tras la ceremonia hubiera disturbios.
La presión internacional sobre el presidente Bachar el Asad mantuvo el habitual tono moderado. La jefa de la diplomacia estadounidense, Hillary Clinton, insistió en que la vía de una reforma política impulsada por el propio El Asad era aún posible, pese a la sangre derramada por el régimen desde que en marzo comenzaron las protestas. Clinton definió la situación en Siria como "compleja" y descartó cualquier comparación de Bachar el Asad con el libio Muamar el Gadafi: "Nadie creía que Gadafi fuera a hacer reformas", dijo, mientras del presidente sirio eso, según ella, todavía podía esperarse.
Jerusalén, El País
Este sábado varias columnas de tanques han entrado en Banias y han cercado los barrios suníes, donde se realizaron las manifestaciones durante las últimas semanas. La ciudad portuaria se ha quedado sin teléfonos y aislada del resto del país. La operación militar parecía, en principio, menos cruenta de la realizada anteriormente en Deraa. Un equipo de la Cruz Roja ha proporcionado las primeras noticias fiables sobre Deraa yha asegurado que la destrucción era muy inferior a la descrita por los activistas locales que informan a la prensa internacional.
Según el equipo de la Cruz Roja, enviado a la localidad fronteriza con Jordania para proporcionar ayuda humanitaria a la población tras el asalto militar, "no se percibe destrucción masiva, hay agua y electricidad disponibles para la mayor parte de la ciudad, hay alguna escasez de comida pero no entraña riesgo de muertes y el Ejército distribuye pan y otros productos esenciales porque las tiendas están cerradas". El equipo médico ha admitido que había personas demasiado asustadas como para acudir al hospital local, donde se habían registrado detenciones de heridos, y pidió a sus oficinas centrales el envío de un hospital móvil para poder atender a domicilio.
Resulta comprensible que los activistas locales, fuente casi exclusiva de información sobre las protestas dada la ausencia de periodistas extranjeros, exageren la importancia de sus propias manifestaciones callejeras y la dureza con que el régimen las reprime. La cuestión es si las exageraciones llegan a deformar el sentido de lo que ocurre en Siria. Mientras el país permanezca cerrado será imposible disipar la confusión. Incluso las cifras de muertos, que según distintos recuentos oscilan entre 600 y 800 (entre ellos unos 100 soldados) desde el inicio de la revuelta, podrían no ajustarse a la realidad.
Teléfonos cortados
Los activistas dijeron que los tanques habían entrado en Banias y en varias poblaciones suníes al sur de la ciudad y que las tropas iban casa por casa, realizando numerosas detenciones. El Ejército ocupó también el castillo de Marqab, una antigua fortaleza de los cruzados desde la que se domina Banias. Esas informaciones no hablaron de disparos ni de enfrentamientos en las calles. Como desde hacía dos días, los teléfonos estaban cortados.
En Homs se celebraron los funerales por tres de las personas muertas el viernes por disparos de las fuerzas de seguridad; a diferencia de otras ocasiones, no se tuvo noticia de que tras la ceremonia hubiera disturbios.
La presión internacional sobre el presidente Bachar el Asad mantuvo el habitual tono moderado. La jefa de la diplomacia estadounidense, Hillary Clinton, insistió en que la vía de una reforma política impulsada por el propio El Asad era aún posible, pese a la sangre derramada por el régimen desde que en marzo comenzaron las protestas. Clinton definió la situación en Siria como "compleja" y descartó cualquier comparación de Bachar el Asad con el libio Muamar el Gadafi: "Nadie creía que Gadafi fuera a hacer reformas", dijo, mientras del presidente sirio eso, según ella, todavía podía esperarse.