Iglesia alerta “insuficiencia” y “relajamiento” en la lucha contra el narcotráfico
La Paz, Erbol
La Iglesia Católica, a través de los obispos, calificó como “insuficiente” la acción del gobierno en la lucha contra el narcotráfico y señaló con “preocupación” el “relajamiento” del control social por parte de las organizaciones sociales (cocaleros) instaladas en los lugares donde se produce la hoja de coca excedentaria (el Chapare). Además, planteó al Estado a encarar una verdadera lucha contra este mal atacándolo “también en sus movimientos financieros”.
En la carta pastoral, denominada “Los Católicos en la Bolivia de hoy: presencia de esperanza y compromiso”, presentada anoche a una parte de la comunidad católica, los obispos señalan que “el fenómeno relativamente nuevo de la difusión de sofisticados centros de producción de drogas en pueblos y aldeas a lo largo de todo el territorio nacional, incluso en regiones donde no se produce coca, muestra con claridad y honda preocupación la insuficiente acción del gobierno en una efectiva lucha contra el narcotráfico, además del relajamiento del control social y de la referencia ética de nuestra sociedad”.
“Las organizaciones sociales, particularmente las instaladas en los lugares donde se produce la hoja de coca excedentaria, tienen el desafío de ejercer un verdadero control social”, indica la Carta que tiene ocho capítulos, en los que se expresa el pensamiento de la Iglesia respecto a temas sociales, políticos y económicos.
Según los obispos, “los grupos locales que manejaban el narcotráfico, paso a paso, se han puesto al servicio de los clanes internacionales que han asentado su presencia en varias regiones, ejerciendo una actividad delictiva marcada por una creciente violencia”.
“No menos impactantes son las consecuencias sociales y morales del narcotráfico, en especial entre los adolescentes y jóvenes inmiscuidos en el mismo o dependientes de las drogas, sus familias”, señala el documento de la Iglesia, meses después que el arzobispo de Cochabamba Tito Solari denunciara el uso de niños por parte del narcotráfico en la región del Chapare, lo que le costó una andanada de críticas por parte de dirigentes cocaleros y autoridades del gobierno.
En este mismo sentido, los obispos también alertan que el narcotráfico impacta negativamente entre miembros de la Policía y agrega que “son cada día más las víctimas de la cocaína de otras drogas en nuestra sociedad”.
En opinión de la Iglesia, la economía de la coca, por su rendimiento económico elevado, actúa como catalizador para varios pequeños y medianos productores que hacen de ella casi su único cultivo. “La plantación excedentaria de la hoja de coca sigue siendo una tentación que incentiva la migración de pobladores movidos por la falta de alternativas concretas de ingresos. La ganancia aumenta significativamente si se entra en la cadena productiva del narcotráfico que se alimenta de las necesidades económicas de las personas o de sus aspiraciones pero que desconoce los valores éticos. El narcotráfico sigue siendo el destino de dicho cultivo excedentario”, señala la Carta Pastoral.
Tras alertar la vulnerabilidad ecológica en los lugares donde se siembra la coca, la Iglesia subraya que la lucha antidroga constituye una prioridad del Estado y requiere la corresponsabilidad de los sectores sociales y de la sociedad civil.
En la carta pastoral, denominada “Los Católicos en la Bolivia de hoy: presencia de esperanza y compromiso”, presentada anoche a una parte de la comunidad católica, los obispos señalan que “el fenómeno relativamente nuevo de la difusión de sofisticados centros de producción de drogas en pueblos y aldeas a lo largo de todo el territorio nacional, incluso en regiones donde no se produce coca, muestra con claridad y honda preocupación la insuficiente acción del gobierno en una efectiva lucha contra el narcotráfico, además del relajamiento del control social y de la referencia ética de nuestra sociedad”.
“Las organizaciones sociales, particularmente las instaladas en los lugares donde se produce la hoja de coca excedentaria, tienen el desafío de ejercer un verdadero control social”, indica la Carta que tiene ocho capítulos, en los que se expresa el pensamiento de la Iglesia respecto a temas sociales, políticos y económicos.
Según los obispos, “los grupos locales que manejaban el narcotráfico, paso a paso, se han puesto al servicio de los clanes internacionales que han asentado su presencia en varias regiones, ejerciendo una actividad delictiva marcada por una creciente violencia”.
“No menos impactantes son las consecuencias sociales y morales del narcotráfico, en especial entre los adolescentes y jóvenes inmiscuidos en el mismo o dependientes de las drogas, sus familias”, señala el documento de la Iglesia, meses después que el arzobispo de Cochabamba Tito Solari denunciara el uso de niños por parte del narcotráfico en la región del Chapare, lo que le costó una andanada de críticas por parte de dirigentes cocaleros y autoridades del gobierno.
En este mismo sentido, los obispos también alertan que el narcotráfico impacta negativamente entre miembros de la Policía y agrega que “son cada día más las víctimas de la cocaína de otras drogas en nuestra sociedad”.
En opinión de la Iglesia, la economía de la coca, por su rendimiento económico elevado, actúa como catalizador para varios pequeños y medianos productores que hacen de ella casi su único cultivo. “La plantación excedentaria de la hoja de coca sigue siendo una tentación que incentiva la migración de pobladores movidos por la falta de alternativas concretas de ingresos. La ganancia aumenta significativamente si se entra en la cadena productiva del narcotráfico que se alimenta de las necesidades económicas de las personas o de sus aspiraciones pero que desconoce los valores éticos. El narcotráfico sigue siendo el destino de dicho cultivo excedentario”, señala la Carta Pastoral.
Tras alertar la vulnerabilidad ecológica en los lugares donde se siembra la coca, la Iglesia subraya que la lucha antidroga constituye una prioridad del Estado y requiere la corresponsabilidad de los sectores sociales y de la sociedad civil.