España: Se reanima la derecha de la derecha
Rajoy permite el protagonismo de Mayor y Aznar para cuidar su electorado - La precampaña municipal, pese al lema "centrados en ti", dominada por ETA
Madrid, El País
Llevaba varios meses en la UVI, con apariciones muy esporádicas, pero ahora regresa con fuerza. El sector más a la derecha del PP, cuyo máximo exponente es Jaime Mayor, se ha reanimado. Tanto, que en las últimas semanas casi domina todo el discurso público del partido, arrastrado por la fuerza mediática del ala derecha de la derecha española.
El motivo fundamental de ese revivir, según admiten tanto los marianistas como los dirigentes más escépticos, es la decisión de Mariano Rajoy, una vez más, de dejar hacer. El líder del PP no es partidario casi nunca del choque ni la desautorización. Pero en este caso mucho menos.
Rajoy, aseguran en su entorno, no quiere enfrentarse ni descuidar a un electorado muy importante para el PP, que es el más extremo. En España, caso único en Europa, no hay ningún partido con representación parlamentaria a la derecha de la derecha. Por eso el PP tiene un electorado muy amplio que va desde el centro hasta la derecha más extrema.
Rajoy quiere evitar cualquier choque con ellos. No son muchos, dicen en la calle Génova, son una parte minoritaria del electorado, pero son muy activos, están muy politizados, cuentan con mucho apoyo mediático y se organizan para presionar. El líder del PP lo comprueba cada vez que hay un asunto polémico, como sus ambigüedades sobre la derogación de la ley del aborto y del matrimonio homosexual, o su decisión de no acudir a una manifestación organizada por las víctimas del terrorismo. La web del PP se llena de mensajes, y en la red se organizan exitosas campañas de presión que acaban por cuajar en el ánimo de la dirección.
Precisamente por eso, para evitar chocar con ese electorado, Rajoy deja hacer. Pero él trata de protegerse. Ni acudió a la manifestación, ni tiene ninguna intención de llevar el asunto de la lucha antiterrorista, ni siquiera la fuga del etarra Troitiño, a sus preguntas de los miércoles a José Luis Rodríguez Zapatero. Tampoco lo hará, en principio, Soraya Sáenz de Santamaría.
La estrategia es clara: Rajoy habla solo de economía, cuida su imagen para no dar miedo y no movilizar al electorado de izquierda, pero permite que algunos de sus dirigentes clave -en especial Dolores de Cospedal, Esteban González Pons o Federico Trillo- alimenten la sed del ala más dura de esa caña que se pide en los mítines.
El líder del PP, señalan en su entorno, está muy tranquilo. De vacaciones en Canarias, no ha hecho ni una mención al asunto Troitiño. Rajoy ofrece mítines controlados y evita en lo posible preguntas y entrevistas para no hablar de nada más que de economía. Su último videoblog, centrado en sus paseos canarios y dedicado al silbo, el lenguaje de los silbidos, sin una sola mención a los asuntos de actualidad, es una prueba de esa estrategia. Los marianistas están convencidos de que funciona. Las encuestas les avalan, dicen. "En algunas cosas, la política de la anterior legislatura, los monstruos que creamos, nos condicionan, a veces hay que hacer concesiones, pero no es un problema de fondo, es algo puntual, pasará", analiza un dirigente.
Sin embargo, mientras Rajoy trata de lanzar ese mensaje moderado y centrado en la economía para la campaña de las municipales -"centrados en ti", es el lema- la precampaña ya está monopolizada por los mensajes de Mayor, que se multiplica en apariciones públicas y entrevistas; de José María Aznar, que además tendrá hasta siete mítines en campaña, o de Trillo.
Este último vive una esquizofrenia permanente. Por un lado representa, como miembro del Opus Dei, a ese electorado más a la derecha. Por otro, es un hombre de confianza de Rajoy, que no dice nada sin su autorización, y es el interlocutor oficial del PP con Alfredo Pérez Rubalcaba.
Su esquizofrenia llega al culmen cuando se manifiesta, hace 15 días, en una marcha dominada por gritos de "Rubalcaba a prisión" mientras asegura que mantiene el apoyo a la política antiterrorista del ministro del Interior y habla con él con frecuencia. Ahora, además le presiona con el caso Troitiño. Trillo, insisten en Génova, no dice nada no autorizado por Rajoy.
De fondo, algunos dirigentes quieren ver una batalla interna en el PP. Creen que el ala más conservadora está aprovechando la lucha antiterrorista para colocarse ante una más que posible recuperación del poder en 2012. Pero si la estrategia de Rajoy le lleva a La Moncloa, allí estará tan fuerte que no tendrá que pagar hipotecas, analizan.
Madrid, El País
Llevaba varios meses en la UVI, con apariciones muy esporádicas, pero ahora regresa con fuerza. El sector más a la derecha del PP, cuyo máximo exponente es Jaime Mayor, se ha reanimado. Tanto, que en las últimas semanas casi domina todo el discurso público del partido, arrastrado por la fuerza mediática del ala derecha de la derecha española.
El motivo fundamental de ese revivir, según admiten tanto los marianistas como los dirigentes más escépticos, es la decisión de Mariano Rajoy, una vez más, de dejar hacer. El líder del PP no es partidario casi nunca del choque ni la desautorización. Pero en este caso mucho menos.
Rajoy, aseguran en su entorno, no quiere enfrentarse ni descuidar a un electorado muy importante para el PP, que es el más extremo. En España, caso único en Europa, no hay ningún partido con representación parlamentaria a la derecha de la derecha. Por eso el PP tiene un electorado muy amplio que va desde el centro hasta la derecha más extrema.
Rajoy quiere evitar cualquier choque con ellos. No son muchos, dicen en la calle Génova, son una parte minoritaria del electorado, pero son muy activos, están muy politizados, cuentan con mucho apoyo mediático y se organizan para presionar. El líder del PP lo comprueba cada vez que hay un asunto polémico, como sus ambigüedades sobre la derogación de la ley del aborto y del matrimonio homosexual, o su decisión de no acudir a una manifestación organizada por las víctimas del terrorismo. La web del PP se llena de mensajes, y en la red se organizan exitosas campañas de presión que acaban por cuajar en el ánimo de la dirección.
Precisamente por eso, para evitar chocar con ese electorado, Rajoy deja hacer. Pero él trata de protegerse. Ni acudió a la manifestación, ni tiene ninguna intención de llevar el asunto de la lucha antiterrorista, ni siquiera la fuga del etarra Troitiño, a sus preguntas de los miércoles a José Luis Rodríguez Zapatero. Tampoco lo hará, en principio, Soraya Sáenz de Santamaría.
La estrategia es clara: Rajoy habla solo de economía, cuida su imagen para no dar miedo y no movilizar al electorado de izquierda, pero permite que algunos de sus dirigentes clave -en especial Dolores de Cospedal, Esteban González Pons o Federico Trillo- alimenten la sed del ala más dura de esa caña que se pide en los mítines.
El líder del PP, señalan en su entorno, está muy tranquilo. De vacaciones en Canarias, no ha hecho ni una mención al asunto Troitiño. Rajoy ofrece mítines controlados y evita en lo posible preguntas y entrevistas para no hablar de nada más que de economía. Su último videoblog, centrado en sus paseos canarios y dedicado al silbo, el lenguaje de los silbidos, sin una sola mención a los asuntos de actualidad, es una prueba de esa estrategia. Los marianistas están convencidos de que funciona. Las encuestas les avalan, dicen. "En algunas cosas, la política de la anterior legislatura, los monstruos que creamos, nos condicionan, a veces hay que hacer concesiones, pero no es un problema de fondo, es algo puntual, pasará", analiza un dirigente.
Sin embargo, mientras Rajoy trata de lanzar ese mensaje moderado y centrado en la economía para la campaña de las municipales -"centrados en ti", es el lema- la precampaña ya está monopolizada por los mensajes de Mayor, que se multiplica en apariciones públicas y entrevistas; de José María Aznar, que además tendrá hasta siete mítines en campaña, o de Trillo.
Este último vive una esquizofrenia permanente. Por un lado representa, como miembro del Opus Dei, a ese electorado más a la derecha. Por otro, es un hombre de confianza de Rajoy, que no dice nada sin su autorización, y es el interlocutor oficial del PP con Alfredo Pérez Rubalcaba.
Su esquizofrenia llega al culmen cuando se manifiesta, hace 15 días, en una marcha dominada por gritos de "Rubalcaba a prisión" mientras asegura que mantiene el apoyo a la política antiterrorista del ministro del Interior y habla con él con frecuencia. Ahora, además le presiona con el caso Troitiño. Trillo, insisten en Génova, no dice nada no autorizado por Rajoy.
De fondo, algunos dirigentes quieren ver una batalla interna en el PP. Creen que el ala más conservadora está aprovechando la lucha antiterrorista para colocarse ante una más que posible recuperación del poder en 2012. Pero si la estrategia de Rajoy le lleva a La Moncloa, allí estará tan fuerte que no tendrá que pagar hipotecas, analizan.