Cuba y EE.UU., una enemistad vigente cincuenta años después de Playa Girón
La Habana, Agencias
Cuando se cumplen cinco décadas de la victoria cubana de Playa Girón frente a la fallida invasión anticastrista de Bahía Cochinos, Cuba y EE.UU. mantienen aún vivo un histórico enfrentamiento jalonado de leves avances, retrocesos e interrogantes sobre las posibilidades de acercamiento.
Mañana, 19 de abril, se cumplen 50 años de la considerada en la isla como la "primera derrota del imperialismo en América", que ha sido recordada ampliamente en las últimas semanas por los medios cubanos y también en un desfile militar y popular multitudinario celebrado el pasado fin de semana en La Habana.
La efeméride de Playa Girón, junto al también 50 aniversario de la proclamación del carácter socialista de la Revolución cubana, han tenido especial simbolismo al hacer coincidir el crucial VI Congreso del gobernante Partido Comunista con estas fechas.
En un recorrido con corresponsales el pasado domingo por escenarios de aquella batalla, varios veteranos de las tropas cubanas rememoraron el episodio y reflexionaron sobre el momento de la relación entre su país y Estados Unidos.
Francisco Suárez, de 70 años y que fue combatiente de Girón en el frente de artillería terrestre, se mostró pesimista sobre el futuro de las relaciones porque "los imperios nunca han entregado su poder", al tiempo que destaca que en Cuba no se ha "sembrado odio" contra los norteamericanos.
Para Juan Antonio Cárdenas, otro veterano, la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca y su premio Nobel de la Paz abrió "algunas esperanzas" sobre avances en el contencioso pero, a su juicio, se han disipado: "El premio (nobel) no estuvo bien dado", sostiene.
Eugenio Quintela recuerda que el sacrificio de la batalla de Playa Girón fue necesario porque "la revolución significó la madre y el padre" de su generación y a sus 75 años añade: "estamos dispuestos a dar otra derrota más (a EE.UU.), si la quieren se la damos".
Tampoco este antiguo miliciano en las trincheras de Girón es optimista con respecto al futuro de las relaciones con Estados Unidos: "Será nuestro enemigo toda la vida", añade Quintela, quien cree, sin embargo, que el futuro de la isla no depende de su poderoso vecino del norte.
El 17 de abril de 1961, un día después de que Fidel Castro proclamara el socialismo en Cuba, arribaron a Bahía Cochinos (a 180 kilómetros al sureste de La Habana) unos 1.500 exiliados cubanos y mercenarios, agrupados en la "Brigada 2506" y apoyados por aviones y buques norteamericanos, que habían sido entrenados por la CIA en Guatemala y Nicaragua.
Previamente, el 15 de abril, aviones enviados por Estados Unidos habían bombardeado bases cubanas para facilitar el desembarco.
La batalla de Playa Girón, que se saldó con la victoria cubana, duró 72 horas en un combate donde las tropas de Fidel Castro tuvieron 156 bajas y 800 heridos, mientras que las fuerzas anticastristas perdieron a 108 de sus hombres y hubo unos 300 heridos y desaparecidos, según las cifras del museo conmemorativo instalado en la zona.
Aquel episodio marcó el conflicto entre dos países separados tan solo por 90 millas y que cinco décadas después siguen enemistados.
El momento actual de las relaciones está marcado por un repunte de la tensión bilateral tras la condena a 15 años de cárcel del contratista estadounidense Alan Gross, acusado de subversión por La Habana, y por los continuos reclamos de la isla por la liberación de cinco de sus agentes encarcelados en Estados Unidos a los que Cuba considera "héroes".
Tampoco ha caído bien a La Habana la reciente absolución del anticastrista Luis Posada Carriles en un juicio por cuestiones migratorias celebrado hace unas semanas en El Paso (Texas): el Gobierno cubano lo ha tachado de "farsa" y ha instado a EE.UU a asumir la lucha contra el terrorismo sin "hipocresías ni dobles raseros".
Al mismo tiempo, el régimen cubano sostiene que EE.UU. continúa promoviendo la subversión en la isla para destruir su revolución con métodos como la "ciberguerra" o financiando económicamente a la disidencia interna.
También son constantes las denuncias de La Habana sobre los perjuicios que causa el bloqueo que Estados Unidos ejerce sobre la isla desde hace medio siglo.
Bajo la retórica de confrontación también se han producido otras señales como el restablecimiento del diálogo migratorio, las medidas de ampliación de viajes y remesas a la isla impulsadas por Obama y los tímidos aunque perceptibles acercamientos culturales entre artistas de las dos orillas.
También está por ver si tendrá algún efecto en la relación bilateral de quienes algunos definen como "enemigos íntimos" la reciente y amplia visita a La Habana del expresidente norteamericano Jimmy Carter, que fue recibido por el mandatario Raúl Castro y por su hermano Fidel y quien también pudo conversar sin problemas con disidentes y críticos del régimen.
Cuando se cumplen cinco décadas de la victoria cubana de Playa Girón frente a la fallida invasión anticastrista de Bahía Cochinos, Cuba y EE.UU. mantienen aún vivo un histórico enfrentamiento jalonado de leves avances, retrocesos e interrogantes sobre las posibilidades de acercamiento.
Mañana, 19 de abril, se cumplen 50 años de la considerada en la isla como la "primera derrota del imperialismo en América", que ha sido recordada ampliamente en las últimas semanas por los medios cubanos y también en un desfile militar y popular multitudinario celebrado el pasado fin de semana en La Habana.
La efeméride de Playa Girón, junto al también 50 aniversario de la proclamación del carácter socialista de la Revolución cubana, han tenido especial simbolismo al hacer coincidir el crucial VI Congreso del gobernante Partido Comunista con estas fechas.
En un recorrido con corresponsales el pasado domingo por escenarios de aquella batalla, varios veteranos de las tropas cubanas rememoraron el episodio y reflexionaron sobre el momento de la relación entre su país y Estados Unidos.
Francisco Suárez, de 70 años y que fue combatiente de Girón en el frente de artillería terrestre, se mostró pesimista sobre el futuro de las relaciones porque "los imperios nunca han entregado su poder", al tiempo que destaca que en Cuba no se ha "sembrado odio" contra los norteamericanos.
Para Juan Antonio Cárdenas, otro veterano, la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca y su premio Nobel de la Paz abrió "algunas esperanzas" sobre avances en el contencioso pero, a su juicio, se han disipado: "El premio (nobel) no estuvo bien dado", sostiene.
Eugenio Quintela recuerda que el sacrificio de la batalla de Playa Girón fue necesario porque "la revolución significó la madre y el padre" de su generación y a sus 75 años añade: "estamos dispuestos a dar otra derrota más (a EE.UU.), si la quieren se la damos".
Tampoco este antiguo miliciano en las trincheras de Girón es optimista con respecto al futuro de las relaciones con Estados Unidos: "Será nuestro enemigo toda la vida", añade Quintela, quien cree, sin embargo, que el futuro de la isla no depende de su poderoso vecino del norte.
El 17 de abril de 1961, un día después de que Fidel Castro proclamara el socialismo en Cuba, arribaron a Bahía Cochinos (a 180 kilómetros al sureste de La Habana) unos 1.500 exiliados cubanos y mercenarios, agrupados en la "Brigada 2506" y apoyados por aviones y buques norteamericanos, que habían sido entrenados por la CIA en Guatemala y Nicaragua.
Previamente, el 15 de abril, aviones enviados por Estados Unidos habían bombardeado bases cubanas para facilitar el desembarco.
La batalla de Playa Girón, que se saldó con la victoria cubana, duró 72 horas en un combate donde las tropas de Fidel Castro tuvieron 156 bajas y 800 heridos, mientras que las fuerzas anticastristas perdieron a 108 de sus hombres y hubo unos 300 heridos y desaparecidos, según las cifras del museo conmemorativo instalado en la zona.
Aquel episodio marcó el conflicto entre dos países separados tan solo por 90 millas y que cinco décadas después siguen enemistados.
El momento actual de las relaciones está marcado por un repunte de la tensión bilateral tras la condena a 15 años de cárcel del contratista estadounidense Alan Gross, acusado de subversión por La Habana, y por los continuos reclamos de la isla por la liberación de cinco de sus agentes encarcelados en Estados Unidos a los que Cuba considera "héroes".
Tampoco ha caído bien a La Habana la reciente absolución del anticastrista Luis Posada Carriles en un juicio por cuestiones migratorias celebrado hace unas semanas en El Paso (Texas): el Gobierno cubano lo ha tachado de "farsa" y ha instado a EE.UU a asumir la lucha contra el terrorismo sin "hipocresías ni dobles raseros".
Al mismo tiempo, el régimen cubano sostiene que EE.UU. continúa promoviendo la subversión en la isla para destruir su revolución con métodos como la "ciberguerra" o financiando económicamente a la disidencia interna.
También son constantes las denuncias de La Habana sobre los perjuicios que causa el bloqueo que Estados Unidos ejerce sobre la isla desde hace medio siglo.
Bajo la retórica de confrontación también se han producido otras señales como el restablecimiento del diálogo migratorio, las medidas de ampliación de viajes y remesas a la isla impulsadas por Obama y los tímidos aunque perceptibles acercamientos culturales entre artistas de las dos orillas.
También está por ver si tendrá algún efecto en la relación bilateral de quienes algunos definen como "enemigos íntimos" la reciente y amplia visita a La Habana del expresidente norteamericano Jimmy Carter, que fue recibido por el mandatario Raúl Castro y por su hermano Fidel y quien también pudo conversar sin problemas con disidentes y críticos del régimen.