Los partidarios de Gadafi hacen de 'escudos humanos'
La televisión libia informa de ataques del "enemigo cruzado" contra áreas civiles de Trípoli y contra tanques de combustible en Misrata.- Gadafi se refugia en la propaganda
Trípoli, El País
Ocurrió ya por la noche, mientras los partidarios de Gadafi inundaban el centro de la ciudad. "¿Han llegado los pájaros", preguntaba uno de los trabajadores del Gobierno que deambulaban con preocupación por el vestíbulo del hotel Rixos, donde se alojan los periodistas. Poco después él daba la respuesta. "Han atacado zonas militares a 30 kilómetros de aquí y en el distrito de Tajura", decía. La televisión estatal libia informó del ataque del "enemigo cruzado" contra zonas civiles de Trípoli y contra tanques de combustible en Misrata, informa Reuters.
Pese a la euforia de los rostros durante la tarde en la calle, en otros puntos empezó a brotar el nerviosismo. En algunos supermercados pudo verse a familias haciendo acopio de víveres. Muchos contrarios al régimen se encerraron en sus casas y siguieron por los medios disponibles el curso de los acontecimientos en una ciudad donde no hay Internet y algunos canales como Al Yazira no pueden verse fácilmente.
El dueño de un ultramarinos estuvo toda la mañana conectado al canal de televisión. "Gadafi tiene que irse ya", dijo. Horas después, ante la presencia de voluntarios del Gobierno, apagó la televisión, enmudeció e hizo gestos de que no podía hablar en presencia de ellos.
La alternativa a la información era la propaganda del régimen. La televisión libia emitió durante todo el día imágenes de maniobras militares, disparos de tanques en el desierto y desfiles para vender el poderío militar de su Ejército. En la pantalla, se repetían imágenes de soldados estadounidenses en Irak. Uno de ellos era rodeado con un círculo rojo para destacar su sonrisa mientras pateaba a un iraquí. "Esta es la democracia estadounidense. Pues no la queremos", dijo un funcionario del Ejecutivo.
En general, los disidentes, callados durante los últimos días, empiezan a expresarse con más libertad. "Yo estuve en las revueltas. Quemé banderas verdes. Apoyo la revolución y a la gente de Bengasi, pero no quiero que nadie de fuera me diga lo que tengo que hacer ni que bombardeen mi país", dijo un joven que conducía su coche cerca de la plaza Verde, el lugar donde los partidarios del régimen se manifiestan todos los días.
El nerviosismo también pareció apoderarse del Gobierno libio. En una carrera a la desesperada para intentar evitar el inminente bombardeo de las tropas extranjeras, el régimen del coronel Gadafi lanzó hoy varios mensajes contradictorios. Primero atacó Bengasi por tierra y aire. Luego negó los hechos e insistió en que estaba cumpliendo el alto el fuego prometido el día antes. Luego dijo que todo había sido un teatro montado por los disidentes.
Con casi toda su capacidad de maniobra agotada, Gadafi envió dos cartas a líderes de las potencias extranjeras. La primera, dirigida al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, tenía un tono conciliador: "A nuestro hijo, su excelencia, el Sr. Barack Hussein Obama. Si Libia y los Estados Unidos de América entran en guerra, Dios no lo quiera, siempre serás nuestro hijo. Tu imagen no cambiará para nosotros. Tengo a toda la gente de Libia conmigo y estoy preparado para morir. Al Qaeda es una organización que traspasa Argelia, Mauritania y Mali. ¿Qué harías tú si supieras que controlan América con el poder de las armas? ¿Qué harías tú? Dímelo para que pueda seguir tu ejemplo".
La segunda carta tuvo un tono más agresivo. Estaba dirigida al presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, al primer ministro de Reino Unido, David Cameron, y al secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon. "Libia no es vuestra", escribió, "Libia es para los libios. La resolución del Consejo de Seguridad no es válida porque interfiere en los asuntos internos del país. Se arrepentirán de haberse metido en nuestro país".
La esperanza para los contrarios a Gadafi es que los ataques les den fuerzas para salir de sus casas y del escenario de terror impuesto por la policía del régimen. Castigados durante las últimas semanas con una severa represión en forma de disparos y botes de humo, los opositores confían en encontrar valor para copar la ciudad en los próximos días. En Trípoli, la última batalla podría librarse en las calles.