La sequía de Palermo, uno de los dolores de Boca
Buenos Aires, Clarín
Lo de Martín Palermo es titánico. Es el máximo goleador en actividad con 300 gritos, es el máximo goleador de la historia de Boca con 221, es el debutante más veterano en convertir un gol en un Mundial para la Selección Argentina (ante Grecia), marcó un gol con las dos piernas (de penal, a Platense), un gol desde atrás de la mitad de la cancha (a Independiente), un gol de cabeza desde 40 metros (a Vélez); se recuperó de una rotura de ligamentos con un gol a River por Copa Libertadores, se recuperó, en España, de una fractura de tibia y peroné luego de que se le cayera una tribuna encima de la pierna, se recuperó de otra rotura de ligamentos (ante Lanús) en 2007... Impresionante.
Pero... Pero a Palermo se le cerró el arco. Justo en el torneo que eligió para cerrar una carrera de película, el Titán lucha con la sequía que padecen él y todo Boca. Palermo fue titular en los seis partidos de Boca en el Clausura (sólo salió ante Racing, a los 40 del ST reemplazado por Lucas Viatri) y no estuvo ni cerca del gol. ¿Se le acabó la pólvora? Ayer, en la derrota ante Olimpo en la Bombonera (es el futbolista que más goles marcó en esa cancha en la historia), quedó de cara al arco tras un gran pase de Riquelme y se desarmó antes de armar el remate de zurda. ¿Qué le pasa a Palermo?
Va de la mano con lo que le pasa a Boca. El equipo de Julio César Falcioni deambula por el Clausura rezando por goles que no llegan, porque el equipo no genera situaciones, porque no juega bien. Todo tiene que ver con todo. Boca no hace goles porque Palermo está en un nivel bajísimo. Pero sobre todo, Palermo no puede convertir porque Boca está en un nivel bajísimo también.
El delantero no marca un gol desde hace 621 minutos. El último se lo anotó a Gimnasia de La Plata, en la última fecha del Apertura que pasó. Justo el gol 300 de su carrera. Y se acerca a la peor racha sin goles de su trayectoria: 8 partidos en el Apertura 2009. ¿Es culpa de Palermo o del equipo? El Boca de Falcioni está lejos de mostrar un buen nivel de juego en campo, porque todavía el entrenador está decidiendo cuál va a ser la identidad que va a defender el equipo. "Con Riquelme es 4-3-1-2 y sin Riquelme es 4-4-2", había declarado Julio César. No se sabe a qué se juega.
Entonces ahí anda Palermo, dubitativo, como el resto de sus compañeros. Con la suerte cambiada, porque ahora los cabezazos heroicos se van afuera, las voleas salen mordidas; y ni siquiera como "pivote" encuentra socios para llegar al gol. El Titán, que gritó nada menos que 300 goles, está en el ocaso de su carrera. Y justo mañana Viatri volverá a entrenarse con sus compañeros tras un esguince en la rodilla. ¿Lo sacará Flacioni?, con Riquelme –ante All Boys- ya se animó. Pobre Palermo, más no se le puede pedir... ¿Más no se le puede pedir? Todavía quedan 13 fechas, y con Palermo, todavía, cualquier cosa puede suceder.