La gente de Boca ya se cansó de perder


Buenos Aires, Clarín
Quejas al por mayor. Una salida complicada para Boca. Tanto al dejar la cancha como al salir del estadio. La gente manifestó su disconformidad por la pobrísima campaña del equipo.

La Bombonera no late, tampoco tiembla. Pero sus habitantes frecuentes la utilizan como escenario para manifestarse: silban a los propios y aplauden a los rivales. La última escena sirve de testimonio: el 2-0 ya es una certeza bajo el cielo de la Boca. Olimpo, ese que había arrancado este Clausura como último en la tabla de los promedios, acaba de imponerse y construye una incomodidad para Julio César Falcioni y los suyos. Se escuchan insultos y todo tipo de rechazos, incluso proyectiles. Los principales señalados como culpables de este momento traumático son los jugadores. Julio Falcioni no se salva y también recibe su parte.

Las consecuencias se trasladaron al vestuario: por primera vez en estas seis fechas del torneo, los jugadores no quisieron hablar. Silenzio stampa colectivo. Se quedó sin palabras Martín Palermo; también se retiró del mismo modo Juan Riquelme, los dos que suelen ponerle explicaciones a los inconvenientes de Boca.
José Beraldi, vicepresidente del club, procuró ofrecer alguna respuesta. “¿Hay algo para decirle al hincha de Boca?”, le preguntaron por radio La Red. Dijo: “No, nada. Uno trata de hacer lo mejor posible, compra a los mejores jugadores, pero qué se le va a hacer, entendemos a la gente con mucha razón. Hoy otra cosa no te puedo decir...” Tenía la voz de quien no está conforme. El dirigente se perdió esa despedida con mensajes inequívocos: había ido al Sanatorio Mitre para acompañar a Walter Erviti, quien se retiró del estadio con un traumatismo de cráneo.

Juan Carlos Crespi -también vicepresidente- fue el único miembro de la comisión directiva que se acercó al plantel tras la derrota.

La paciencia se había agotado bastante antes de ese desenlace. En el primer tiempo, tras el gol de Martín Rolle, la gente comenzó a exigir. Nació un cantito unánime para la circunstancia: “Movete, Boca movete / movete dejá de joder / esta hinchada está loca, hoy no podemos perder”.

Hubo más canciones de la bronca. Mientras el equipo no ofrecía respuestas, desde el contorno se escuchaba: “A ver, a ver los jugadores si pueden oír / la camiseta de Boca es ganar o morir”. Sin embargo, la más sintomática sucedió al final, tras el partido. Unas 300 personas esperaron al plantel en el playón. Y, frente al micro, gritaron su enojo: “La camiseta de Boca se tiene que transpirar / y si no se la pongan, vayansé no roben más”. A esa altura de la noche, no había resquicio para ninguna duda: la gente ya se cansó de perder.

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