Fiel a su estilo, Berlusconi promete salvar Lampedusa de los inmigrantes
Roma, Agencias
Fiel a su estilo, Silvio Berlusconi protagonizó este miércoles un verdadero show en la isla de Lampedusa, al prometer a sus habitantes todo tipo de maravillas, desde un campo de golf hasta el premio Nobel de la Paz para indemnizarlos por la masiva entrada de inmigrantes a raíz de las revueltas en el norte de África.
Vestido con traje oscuro, sin corbata y con camisa negra, Berlusconi llegó a las 12H20 GMT a la minúscula isla, de 20 km2, situada entre Túnez y Sicilia, para celebrar la primera visita de un jefe de gobierno a ese gajo de Italia en el Mediterráneo.
Rodeado y aplaudido por un centenar de habitantes, bajo un sol asfixiante, 'Il Cavaliere' protagonizó uno de sus clásicos shows en los que alterna el anuncio de medidas económicas con promesas inesperadas.
"Vengo a explicarles el plan que hemos trazado y a garantizarles que entrará en vigor desde esta medianoche", declaró ante los habitantes, exasperados por la convivencia forzada con los más de 6.000 inmigrantes que se encuentran en la isla, donde viven en condiciones lamentables, sin agua, ni camas, ni servicios higiénicos.
Berlusconi prometió "la evacuación en dos o dos días y medio, es decir 48 a 60 horas" de los inmigrantes para que Lampedusa sea habitada "sólo por lampedusanos", suscitando aplausos y ovaciones al ritmo de "¡Silvio, Silvio!".
El mandatario explicó que se están llevando a cabo negociaciones con las autoridades tunecinas para impedir que zarpen clandestinamente de las costas de ese país y anunció la compra de barcos de pesca locales para evitar que sean empleados por traficantes de personas.
"Eso me permitirá abrir una empresa de pescado fresco", bromeó el multimillonario político, quien en su juventud fue vendedor de aspiradoras.
Luego enumeró una larga lista de promesas: limpiar la "colina de la vergüenza", cerca del puerto, en donde se acumulan montañas de basura y excrementos debido a la falta de baños públicos, el reembolso de los gastos hechos por la alcaldía, o la promoción del turismo local.
"Lampedusa volverá a ser un paraíso", garantizó tras ofrecer su contribución para "dar color" a la isla, con jardines y parques, para transformar el monótono color de su paisaje mediterráneo.
La lista de promesas no se agota: gasolina a precios reducidos para los pescadores, "cero" burocracia para abrir tiendas, facilidades como "zona franca", un campo de golf y por último, nada menos que la candidatura de Lampedusa a premio Nobel de la Paz.
"Lampedusa es el punto de unión entre las civilizaciones sin democracia ni libertad y la civilización occidental", clamó, lo que suscitó vivas y aplausos.
Hombre de espectáculo, que forjó su propia fortuna con astucia, Berlusconi fue capaz de tocar el corazón de los isleños con una salida sorprendente: anunciar la compra la víspera "por internet" de una casa en la isla.
"Me dije, ¿cómo puedo garantizar a los lampedusanos que las promesas serán respetadas? Pues me convierto personalmente en lampedusano", explicó.
Sin dejar de aprovechar el momento para enviar un flechazo a la prensa que lo detesta, agregó: "Mañana van a leer en los diarios de izquierda que entré en 'conflicto de intereses'. Pues bien, si señores, aquí defiendo mis intereses", agregó con tono provocador.
Al término de su perorata, Il Cavaliere desapareció tan rápido como apareció, tal vez para ir a conocer su última adquisición: una pequeña casa blanca, rodeada de palmas y pinos marítimos.
"Cuántas promesas", suspira una habitante, aturdida por ese torbellino: "Sería bueno que primero evacuaran la isla", comentó.
"Berlusconi se compró Cerdeña (donde es propietario de una magnífica mansión veraniega) y ahora quiere Lampedusa", sonríe conquistada.
Fiel a su estilo, Silvio Berlusconi protagonizó este miércoles un verdadero show en la isla de Lampedusa, al prometer a sus habitantes todo tipo de maravillas, desde un campo de golf hasta el premio Nobel de la Paz para indemnizarlos por la masiva entrada de inmigrantes a raíz de las revueltas en el norte de África.
Vestido con traje oscuro, sin corbata y con camisa negra, Berlusconi llegó a las 12H20 GMT a la minúscula isla, de 20 km2, situada entre Túnez y Sicilia, para celebrar la primera visita de un jefe de gobierno a ese gajo de Italia en el Mediterráneo.
Rodeado y aplaudido por un centenar de habitantes, bajo un sol asfixiante, 'Il Cavaliere' protagonizó uno de sus clásicos shows en los que alterna el anuncio de medidas económicas con promesas inesperadas.
"Vengo a explicarles el plan que hemos trazado y a garantizarles que entrará en vigor desde esta medianoche", declaró ante los habitantes, exasperados por la convivencia forzada con los más de 6.000 inmigrantes que se encuentran en la isla, donde viven en condiciones lamentables, sin agua, ni camas, ni servicios higiénicos.
Berlusconi prometió "la evacuación en dos o dos días y medio, es decir 48 a 60 horas" de los inmigrantes para que Lampedusa sea habitada "sólo por lampedusanos", suscitando aplausos y ovaciones al ritmo de "¡Silvio, Silvio!".
El mandatario explicó que se están llevando a cabo negociaciones con las autoridades tunecinas para impedir que zarpen clandestinamente de las costas de ese país y anunció la compra de barcos de pesca locales para evitar que sean empleados por traficantes de personas.
"Eso me permitirá abrir una empresa de pescado fresco", bromeó el multimillonario político, quien en su juventud fue vendedor de aspiradoras.
Luego enumeró una larga lista de promesas: limpiar la "colina de la vergüenza", cerca del puerto, en donde se acumulan montañas de basura y excrementos debido a la falta de baños públicos, el reembolso de los gastos hechos por la alcaldía, o la promoción del turismo local.
"Lampedusa volverá a ser un paraíso", garantizó tras ofrecer su contribución para "dar color" a la isla, con jardines y parques, para transformar el monótono color de su paisaje mediterráneo.
La lista de promesas no se agota: gasolina a precios reducidos para los pescadores, "cero" burocracia para abrir tiendas, facilidades como "zona franca", un campo de golf y por último, nada menos que la candidatura de Lampedusa a premio Nobel de la Paz.
"Lampedusa es el punto de unión entre las civilizaciones sin democracia ni libertad y la civilización occidental", clamó, lo que suscitó vivas y aplausos.
Hombre de espectáculo, que forjó su propia fortuna con astucia, Berlusconi fue capaz de tocar el corazón de los isleños con una salida sorprendente: anunciar la compra la víspera "por internet" de una casa en la isla.
"Me dije, ¿cómo puedo garantizar a los lampedusanos que las promesas serán respetadas? Pues me convierto personalmente en lampedusano", explicó.
Sin dejar de aprovechar el momento para enviar un flechazo a la prensa que lo detesta, agregó: "Mañana van a leer en los diarios de izquierda que entré en 'conflicto de intereses'. Pues bien, si señores, aquí defiendo mis intereses", agregó con tono provocador.
Al término de su perorata, Il Cavaliere desapareció tan rápido como apareció, tal vez para ir a conocer su última adquisición: una pequeña casa blanca, rodeada de palmas y pinos marítimos.
"Cuántas promesas", suspira una habitante, aturdida por ese torbellino: "Sería bueno que primero evacuaran la isla", comentó.
"Berlusconi se compró Cerdeña (donde es propietario de una magnífica mansión veraniega) y ahora quiere Lampedusa", sonríe conquistada.