Esposa del hincha de San Lorenzo muerto: "Lo mató la policía"
Buenos Aires, Olé
Ramón Aramayo, hincha de San Lorenzo, murió luego de ser detenido en un cacheo para acceder a la cancha de Vélez. Antes y durante, hubo zona liberada y cruce de hinchadas. La gente del Ciclón provocó la suspensión del partido. La viuda no tiene dudas sobre lo que sucedió...
"Lo mató la Policía”.
La frase, sin doble lectura, la repitió una y otra vez, en la puerta de la Comisaría 44, Mabel Flores, esposa de Ramón Aramayo, quien falleció en los alrededores de la cancha de Vélez, minutos antes de que comenzara el partido entre el Fortín y San Lorenzo, hecho por el cual el público visitante se enardeció y rompió el alambrado forzando, instantes después de que un piedrazo acertara en Migliore, la suspensión del juego a apenas siete minutos de haberse iniciado. Sí, el fútbol perdió otra vez. La sociedad fue derrotada nuevamente, porque, amén de las varias versiones acerca del deceso de Aramayo, de 36 años, lo cierto es que en la previa de un partido caliente, el pan y circo del fútbol se cobró otra víctima. Porque un micro con hinchas de San Lorenzo apareció “sorpresivamente” por donde todo el mundo sabe que transita la gente de Vélez, porque un centenar de personas vestidas con los colores fortineros accedió “inesperadamente” hasta el ingreso a la tribuna visitante y porque en un cacheo previo, Aramayo fue detenido y, según testigos, maltratado por la Policía. A los pocos minutos murió. Y la Argentina está de luto una vez más y van ...
En este marco, los focos de “sorpresa” son varios. Y se utilizan las comillas porque si no hubo que lamentar más muertos fue por milagro. Es que a pesar del intento dirigencial por frenar la creciente violencia entre las parcialidades (el viernes hubo un almuerzo entre los presidentes como gesto), también se sabía que algo podía pasar, en un duelo con exceso de antecedentes negativos, a los que se suma el caso Aramayo, abierto desde las 15.20 de ayer. A esa hora, este hincha cuervo discutió con oficiales policiales en el retén de Barragán al 200, fue detenido y, luego, murió. Aunque una de las versiones indicó que Aramayo le había pegado a un policía, Néstor Rodríguez, el jefe de prensa de la fuerza, no hizo referencia a un hecho así: “Esta persona comenzó molestándose por un control de seguridad, pero siguió su camino, pasó el cacheo y, luego de caminar unos 50 metros, se sentó sobre la vereda, posiblemente se desvaneció y falleció”. Por el contrario, Alberto Crescenti, jefe médico del servicio de emergencias, fue claro: “Tenía politraumatismos y estaba sin vida cuando llegó la ambulancia”. El corazón pudo fallarle a Aramayo, pero, antes, “lo tenían entre cinco policías, forcejeando, pegándole, hasta que lo subieron a la vereda y lo esposaron, sangrando en varias partes del cuerpo”, según le contó a Olé un periodista sanlorencista testigo del hecho.
Con el dolor instalado, lo que llamó la atención, a la misma hora, fue que los de Vélez que iban por Juan B. Justo se cruzaran con un micro azulgrana que llegaba del Oeste. ¿Cómo la Policía no lo previó? Más: el encontronazo entre unos 150 velezanos y ese micro se extendió. Es que los de Liniers pasaron por un lugar prohibido: en Fragueiro debía haber un vallado y no fue colocado, aunque la comanda policial lo indicaba expresamente. Fue así que los de Vélez llegaron hasta Barragán y Reservistas Argentinos, ¡la entrada a la popu visitante! Y no a mano limpia: había piedras amontonadas, cuando en una recorrida realizada dos días antes no había nada en la zona. Los piedrazos volaron y la batalla duró diez minutos, con 20 heridos (siete de ellos policías) y siete detenidos como saldo, y distrajo las miradas de quienes, al mismo tiempo, estaban en el retén de Barragán, viendo cómo Aramayo moría, ya sin esposas. Y sin asistencia.
Ramón Aramayo, hincha de San Lorenzo, murió luego de ser detenido en un cacheo para acceder a la cancha de Vélez. Antes y durante, hubo zona liberada y cruce de hinchadas. La gente del Ciclón provocó la suspensión del partido. La viuda no tiene dudas sobre lo que sucedió...
"Lo mató la Policía”.
La frase, sin doble lectura, la repitió una y otra vez, en la puerta de la Comisaría 44, Mabel Flores, esposa de Ramón Aramayo, quien falleció en los alrededores de la cancha de Vélez, minutos antes de que comenzara el partido entre el Fortín y San Lorenzo, hecho por el cual el público visitante se enardeció y rompió el alambrado forzando, instantes después de que un piedrazo acertara en Migliore, la suspensión del juego a apenas siete minutos de haberse iniciado. Sí, el fútbol perdió otra vez. La sociedad fue derrotada nuevamente, porque, amén de las varias versiones acerca del deceso de Aramayo, de 36 años, lo cierto es que en la previa de un partido caliente, el pan y circo del fútbol se cobró otra víctima. Porque un micro con hinchas de San Lorenzo apareció “sorpresivamente” por donde todo el mundo sabe que transita la gente de Vélez, porque un centenar de personas vestidas con los colores fortineros accedió “inesperadamente” hasta el ingreso a la tribuna visitante y porque en un cacheo previo, Aramayo fue detenido y, según testigos, maltratado por la Policía. A los pocos minutos murió. Y la Argentina está de luto una vez más y van ...
En este marco, los focos de “sorpresa” son varios. Y se utilizan las comillas porque si no hubo que lamentar más muertos fue por milagro. Es que a pesar del intento dirigencial por frenar la creciente violencia entre las parcialidades (el viernes hubo un almuerzo entre los presidentes como gesto), también se sabía que algo podía pasar, en un duelo con exceso de antecedentes negativos, a los que se suma el caso Aramayo, abierto desde las 15.20 de ayer. A esa hora, este hincha cuervo discutió con oficiales policiales en el retén de Barragán al 200, fue detenido y, luego, murió. Aunque una de las versiones indicó que Aramayo le había pegado a un policía, Néstor Rodríguez, el jefe de prensa de la fuerza, no hizo referencia a un hecho así: “Esta persona comenzó molestándose por un control de seguridad, pero siguió su camino, pasó el cacheo y, luego de caminar unos 50 metros, se sentó sobre la vereda, posiblemente se desvaneció y falleció”. Por el contrario, Alberto Crescenti, jefe médico del servicio de emergencias, fue claro: “Tenía politraumatismos y estaba sin vida cuando llegó la ambulancia”. El corazón pudo fallarle a Aramayo, pero, antes, “lo tenían entre cinco policías, forcejeando, pegándole, hasta que lo subieron a la vereda y lo esposaron, sangrando en varias partes del cuerpo”, según le contó a Olé un periodista sanlorencista testigo del hecho.
Con el dolor instalado, lo que llamó la atención, a la misma hora, fue que los de Vélez que iban por Juan B. Justo se cruzaran con un micro azulgrana que llegaba del Oeste. ¿Cómo la Policía no lo previó? Más: el encontronazo entre unos 150 velezanos y ese micro se extendió. Es que los de Liniers pasaron por un lugar prohibido: en Fragueiro debía haber un vallado y no fue colocado, aunque la comanda policial lo indicaba expresamente. Fue así que los de Vélez llegaron hasta Barragán y Reservistas Argentinos, ¡la entrada a la popu visitante! Y no a mano limpia: había piedras amontonadas, cuando en una recorrida realizada dos días antes no había nada en la zona. Los piedrazos volaron y la batalla duró diez minutos, con 20 heridos (siete de ellos policías) y siete detenidos como saldo, y distrajo las miradas de quienes, al mismo tiempo, estaban en el retén de Barragán, viendo cómo Aramayo moría, ya sin esposas. Y sin asistencia.