Bolivia invoca el sosiego de la Madre Tierra en Carnaval desatado


Oruro, Abi
Miles de bolivianos invocaron el sábado en las calles de la ciudad andina de Oruro la lucha entre el bien y el mal, durante el mayor desfile folclórico cultural en Bolivia, castigada por la furia de la naturaleza que ha dejado al menos 55 muertos, 15.000 damnificados, entre ellos 6.000 sin techo y pérdidas materiales por varios millones de dólares.

La tradicional Entrada del Carnaval de Oruro puso en escena a 50.000 danzarines que se pusieron sobre tablas ante medio millón de turistas, nacionales y extranjeros.

En cabeza de Lucifer, los bailarines se soltaron, desde muy temprano, sobre una pista de 6 km que culmina a los pies de la Candelaria, la 'Mamita del Socavón'.

Bajo la consigna de pedir la clemencia de la naturaleza, que desató feroces aguaceros entre febrero y lo que va de marzo en diversas regiones de Bolivia, los danzarines rindieron tributo a la Virgen, madre de Cristo, para que obre el milagro en momentos en que los servicios de meteorología anuncian la reanudación de los aguaceros desde el lunes.

El costumbrista Carnaval de Oruro, declarado Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por Naciones Unidas, inscrito, además, entre los más vistosos y variopintos del mundo y caracterizado por una exposición de la máscara, la murga y el teatro callejero sin iguales, presenta la famosa danza de La Diablada, que Bolivia ha exportado, por efecto de la globalización, a regiones andinas de sus vecinos, tales como Chile y Perú, así como otros bailes inspirados en la resistencia que ofrecieron los indígenas a la catequización y colonización españolas los siglos XVI al XIX.

Es el mismísimo Diablo, de temibles ojos saltones, cuernos y caninos puntiagudos prominentes y expuestos que, sacado de las profundidades de las minas de Oruro, baila, en combinación de mito y religión, por el advenimiento del bien, que representa la Virgen María, en las antípodas de las creencia religiosas de los bolivianos.

El Diablo baila con procaces saltos de derecha a izquierda secundado por la China Supay, su pareja, una mujer de cuerpo escultural y sutiles pollerines cortos, que muestran sus torneados muslos que vuelan la imaginación de los expectadores, entre ellos el cuerpo diplomático acreditado en Bolivia en pleno.

El público, animado por una profusión de cerveza -elaborada con agua altamente mineralizada de deshiele andino- y singani, decantado de uva de los valles subandinos de la región de Tarija, celebra en las orillas de la apoteosis el baile que congrega a mujeres y hombres de disfraces multicolores.

Al menos 6.500 músicos, que sólo emplean instrumentos de viento y percusión, animan la fiesta de miles en las gradas especialmente instaladas para el fastuoso desfile que amenaza extenderse hasta el domingo.

Las autoridades bolivianas prohibieron, en el marco de su jurisdicción, festejos exacerbados en atención a las víctimas de deslizamientos, riadas e inundaciones que, según la oficina de Defensa Civil, se elevan a 77.000 en todo el país.

La Policía ha desplegado un estricto control sobre la carretera que vincula la ciudad de La Paz, sede de la mayor parte de los danzantes y turistas, y la de Oruro, la más peligrosa de Bolivia sobre la explanada altiplánica.

El Carvanal, que implica un feriado de 4 días hasta el martes de Ch'alla, en que se tributa honor a la Pachamama o Madre Tierra, paraliza ya Bolivia.

Con abluciones y una parafernalia de ritos andinos, los bolivianos pedirán el martes, además de bienes materiales, sosiego a la Madre Tierra.

La fiesta de las carnestolendas ha ocupado ya todas las regiones del país andino amazónico.

Los bolivianos de Santa Cruz (este) saltan en El Corso, al influjo de la música en una suerte de Carnaval del tipo carioca, animado, centralmente, por la belleza exuberante de sus mujeres, mientras que en Tarija (sur) se vive una fiesta con acento andaluz.

En La Paz, aún conmovida por el dolor que dejaron los deslizamientos, el Carnaval concitó a miles de niños disfrazados.

En un derroche de alegría, en Cochabamba (centro) y Chuquisaca (sudeste) el Carnaval también se materializa con un festín de comida y bebidas criollas, baile en las calles y cantatas picarescas.

El resto de los distritos bolivianos, Pando, Potosí y Beni, no se exime.

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