Adjabiya celebra eufóricamente la entrada de los insurgentes libios
Adjabiya, Agencias
Los habitantes de Ajdabiya sonríen en las puertas de sus hogares a los rebeldes que pasan felices en sus camionetas, celebrando este sábado por la mañana la partida, durante la noche, de las fuerzas fieles al líder libio, Muamar Gadafi.
Ante los bombardeos de la coalición internacional y el hostigamiento de los insurgentes, cada vez mejor armados, lo que quedaba del ejército de Gadafi partió hacia el oeste, a lo largo de la costa, aprovechando la oscuridad.
Omar Bashi, un obrero de la construcción argelino, instalado desde hace 20 años en Ajdabiya, dijo a la AFP que "los enfrentamientos eran incesantes el viernes y luego todo se detuvo hacia las 23H30. Los hombres de Gadafi partieron a medianoche". "Los rebeldes entraron a la ciudad poco después y nos dijeron que todo había terminado. Era hora, desde hacía varios días sólo teníamos arroz para comer", explicó.
Salim Ali, acompañado de su hijo Anas, de 8 años, declaró que era la primera vez en seis días que podían salir de su vivienda. "Escuchábamos los combates a nuestro alrededor, permanecimos en la casa, tratando de sobrevivir únicamente con la gracia de Dios", dijo.
En la entrada este de la ciudad, lo que queda de las posiciones defensivas instaladas por las tropas de Trípoli pone en evidencia la violencia de los combates y de los bombardeos aéreos. Se observan tanques cortados en dos, camiones calcinados, vehículos con tracción en las cuatro ruedas convertidos en cenizas y numerosos casquillos de gran calibre.
En la arena, bajo los árboles, los cadáveres de dos soldados africanos, presentados por los insurgentes como mercenarios a sueldo del régimen libio, atraían a la multitud. Algunos trataron de patearlos, pero fueron disuadidos por otros que les recordaron que "ellos también son musulmanes". Los dos cadáveres fueron cargados en la parte trasera de una camioneta y transportados al hospital de la ciudad.
Allí, el doctor Ahmad El Ganahi aseguró a la AFP que los combates de la víspera sólo dejaron "tres heridos civiles. No hubo muertos del lado de los insurgentes. Y en lo que respecta a los hombres de Gadafi, no cabe duda de que ellos se llevaron a sus muertos".
Ese hospital, donde desde hace diez días sólo funciona un generador para la sala de operaciones, alojaba este sábado por la mañana únicamente a unos 15 heridos leves. "Tuvimos que enviar a Bengasi a los otros heridos, más graves, por las pistas del desierto", precisó el médico.
Según fuentes locales, hacía varios día que se habían comenzado negociaciones a través de los religiosos de Ajdabiya con los oficiales del ejército libio atrapados en la ciudad para persuadirlos de que partieran. La violencia de los bombardeos aéreos del viernes, los ataques de los rebeldes y la certeza de no poder recibir refuerzos ni aprovisonamientos seguramente los convencieron de abandonar posiciones que ya eran insostenibles.
Según insurgentes interrogados por la AFP, las fuerzas leales a Gadafi partieron en vehículos civiles, abandonando su material pesado, para no atraer la atención de los caza-bombaderos de la coalición.
A primeras horas de la mañana comenzaron a formarse filas de coches en la ciudad, donde se escuchaban bocinazos y disparos al aire de alegría. Los habitantes hacían la 'V' de la victoria.
Con una gran sonrisa, el doctor El Ganahi recibía a amigos que fueron al hospital para tener noticias suyas. "Ahora la ciudad ha sido liberada, todo irá bien", exclamó.
Los habitantes de Ajdabiya sonríen en las puertas de sus hogares a los rebeldes que pasan felices en sus camionetas, celebrando este sábado por la mañana la partida, durante la noche, de las fuerzas fieles al líder libio, Muamar Gadafi.
Ante los bombardeos de la coalición internacional y el hostigamiento de los insurgentes, cada vez mejor armados, lo que quedaba del ejército de Gadafi partió hacia el oeste, a lo largo de la costa, aprovechando la oscuridad.
Omar Bashi, un obrero de la construcción argelino, instalado desde hace 20 años en Ajdabiya, dijo a la AFP que "los enfrentamientos eran incesantes el viernes y luego todo se detuvo hacia las 23H30. Los hombres de Gadafi partieron a medianoche". "Los rebeldes entraron a la ciudad poco después y nos dijeron que todo había terminado. Era hora, desde hacía varios días sólo teníamos arroz para comer", explicó.
Salim Ali, acompañado de su hijo Anas, de 8 años, declaró que era la primera vez en seis días que podían salir de su vivienda. "Escuchábamos los combates a nuestro alrededor, permanecimos en la casa, tratando de sobrevivir únicamente con la gracia de Dios", dijo.
En la entrada este de la ciudad, lo que queda de las posiciones defensivas instaladas por las tropas de Trípoli pone en evidencia la violencia de los combates y de los bombardeos aéreos. Se observan tanques cortados en dos, camiones calcinados, vehículos con tracción en las cuatro ruedas convertidos en cenizas y numerosos casquillos de gran calibre.
En la arena, bajo los árboles, los cadáveres de dos soldados africanos, presentados por los insurgentes como mercenarios a sueldo del régimen libio, atraían a la multitud. Algunos trataron de patearlos, pero fueron disuadidos por otros que les recordaron que "ellos también son musulmanes". Los dos cadáveres fueron cargados en la parte trasera de una camioneta y transportados al hospital de la ciudad.
Allí, el doctor Ahmad El Ganahi aseguró a la AFP que los combates de la víspera sólo dejaron "tres heridos civiles. No hubo muertos del lado de los insurgentes. Y en lo que respecta a los hombres de Gadafi, no cabe duda de que ellos se llevaron a sus muertos".
Ese hospital, donde desde hace diez días sólo funciona un generador para la sala de operaciones, alojaba este sábado por la mañana únicamente a unos 15 heridos leves. "Tuvimos que enviar a Bengasi a los otros heridos, más graves, por las pistas del desierto", precisó el médico.
Según fuentes locales, hacía varios día que se habían comenzado negociaciones a través de los religiosos de Ajdabiya con los oficiales del ejército libio atrapados en la ciudad para persuadirlos de que partieran. La violencia de los bombardeos aéreos del viernes, los ataques de los rebeldes y la certeza de no poder recibir refuerzos ni aprovisonamientos seguramente los convencieron de abandonar posiciones que ya eran insostenibles.
Según insurgentes interrogados por la AFP, las fuerzas leales a Gadafi partieron en vehículos civiles, abandonando su material pesado, para no atraer la atención de los caza-bombaderos de la coalición.
A primeras horas de la mañana comenzaron a formarse filas de coches en la ciudad, donde se escuchaban bocinazos y disparos al aire de alegría. Los habitantes hacían la 'V' de la victoria.
Con una gran sonrisa, el doctor El Ganahi recibía a amigos que fueron al hospital para tener noticias suyas. "Ahora la ciudad ha sido liberada, todo irá bien", exclamó.