Un exministro peruano pidió colaboración a EE UU para frenar a Ollanta Humala
Madrid, El País
Corría noviembre de 2005 y Perú calentaba motores para las elecciones presidenciales que se celebrarían en abril del año siguiente. En esas fechas, Fernando Rospigliosi, exministro del Interior en el Gobierno de Alejandro Toledo, pidió la colaboración de la Embajada de Estados Unidos para llevar a cabo una campaña contra Ollanta Humala. El objetivo era frenar el avance del candidato nacionalista en las regiones cocaleras. Y es que las proclamas de Humala a favor del cultivo de la coca suscitaban la preocupación en los sectores vinculados a la lucha antidroga. Rospigliosi estaba acompañado por Rubén Vargas, exdirector de la Defensa Nacional. Por entonces, ambos trabajaban en una consultora contratada por la sección antinarcóticos de la Embajada. A pesar de compartir la inquietud de los exfuncionarios, el embajador estadounidense, James C. Struble, rechazó implicarse "en campañas de información o comentarios antiHumala".
Según un cable diplomático fechado el 29 de noviembre de 2005, Rospigliosi y Vargas se reunieron con los consejeros políticos de la Embajada 11 días antes. En el encuentro, explicaron que Humala tenía su base política en el altiplano del sur, y también en algunas zonas fronterizas del sur y del norte del país, donde espoleaba "los sentimientos antichilenos y antiecuatorianos". Los exfuncionarios, además, temían que una eventual victoria de Evo Morales en Bolivia [que se concretó en diciembre de 2005] tuviera un efecto contagio y aupara la figura de su aliado Humala.
En opinión de Rospigliosi, Humala, capitán retirado, tenía la mentalidad del "típico militar" y "poca comprensión de los matices políticos". En cambio, su esposa, licenciada en periodismo, sabía cómo comunicarse con el público y ejercía "una considerable influencia sobre él". Además, el radicalismo extremo de Antauro Humala, hermano de Ollanta y mayor del Ejército, que protagonizó una asonada contra Alejandro Toledo que dejó seis muertos en enero de 2005, hacía aparecer a Ollanta como "moderado".
Vargas y Rospigliosi, señala el cable redactado por el embajador, no tenían una estrategia muy precisa sobre cómo contener el crecimiento de Humala, si bien rechazaban los "ataques directos". "Al final", escribe, "los exfuncionarios del Ministerio del Interior arrojaron la pelota al tejado del Gobierno de EE UU". Con dos sugerencias. Por un lado, que la empresa de comunicación Nexum, que realizaba monitoreos de medios para la Embajada, incluyera las noticias sobre Humala en las zonas cocaleras, para poder "medir mejor su influencia / popularidad" en esas regiones rurales, ignoradas por los grandes medios y las encuestadoras. Por otro, que la Embajada considerase "apoyar un programa de comunicaciones antiHumala".
"Eso corresponde a los partidos"
El embajador Struble es claro es sus comentarios finales. "Compartimos muchas de las preocupaciones de Rospigliosi sobre el despunte de Ollanta Humala en las encuestas y la posibilidad de que, después de las elecciones de 2006, asiente una fuerte base proEvo y proChávez. Dicho esto, no tenemos intención de implicar a la Embajada en campañas de información o comentarios antiHumala: eso corresponde a los partidos políticos en liza". En cambio, sí está de acuerdo en dar seguimiento a las noticias sobre Humala en las regiones cocaleras, "dada su política a favor de la coca y la probabilidad de que se alíe con organizaciones cocaleras".
Además del problema que podría suponer una eventual victoria de Humala en la lucha antidroga de EE UU, la preocupación de la Embajada es que el candidato nacionalista, a quien Struble define como "fascistoide", pudiera convertirse en correa de transmisión de Hugo Chávez. En un cable fechado el 22 de noviembre de 2005, el diplomático señala que Perú, con un índice de pobreza del 52% y su decepción con el Gobierno, es un terreno fértil para los planes de Chávez de exportar su revolución bolivariana.
La Embajada venezolana en Lima, explica, ha sido "muy activa" organizando eventos y viajes de jóvenes a Caracas, y "financiando, quizás a través de la Embajada cubana, partidos de extrema izquierda y el Partido Nacionalista Peruano de Ollanta Humala, de corte fascista". Esos esfuerzos, señala, sin embargo, no han dado demasiados frutos, en parte por el rechazo que despiertan en la población peruana los aliados chavistas (estalinistas, maoístas), a quienes se asocia con los grupos terroristas de Sendero Luminoso y el movimiento Tupac Amaru (MRTA). En cambio, señala el cable, "al camisa marrón Ollanta Humala le va mucho mejor". [Camisas marrones era el nombre que recibía una organización paramilitar del Partido Nazi, algo así como los camisas negras mussolinianos].
Un 'outsider'
Al embajador Struble, definitivamente, no le convencen los esfuerzos de Humala por ubicarse "en el centro político". En un cable del 15 de noviembre de 2005, el diplomático afirma que el candidato se ha desmarcado del etnocacerismo (un movimiento ultranacionalista e indigenista que fundó su padre, y que llegó a defender a Sendero Luminoso) y de la asonada de su hermano Antauro. Sin embargo, explica, sigue considerando a Chávez "un ejemplo democrático" y se ha convertido en la mejor baza para una izquierda radical muy impopular en Perú. En el juego de alianzas electorales, Ollanta "sobresale como un faro, un outsider que sirve de comodín y cuyo carisma atrae por igual a los fascistas y a los marxistas".
Humala ganó la primera vuelta, con un 25% de los votos, y perdió en la segunda frente a Alan García. Actualmente busca de nuevo la presidencia peruana con la alianza Gana Perú, y las encuestas le dan alrededor de un 10% de los votos. Las elecciones se celebrarán el próximo 10 de abril.
Corría noviembre de 2005 y Perú calentaba motores para las elecciones presidenciales que se celebrarían en abril del año siguiente. En esas fechas, Fernando Rospigliosi, exministro del Interior en el Gobierno de Alejandro Toledo, pidió la colaboración de la Embajada de Estados Unidos para llevar a cabo una campaña contra Ollanta Humala. El objetivo era frenar el avance del candidato nacionalista en las regiones cocaleras. Y es que las proclamas de Humala a favor del cultivo de la coca suscitaban la preocupación en los sectores vinculados a la lucha antidroga. Rospigliosi estaba acompañado por Rubén Vargas, exdirector de la Defensa Nacional. Por entonces, ambos trabajaban en una consultora contratada por la sección antinarcóticos de la Embajada. A pesar de compartir la inquietud de los exfuncionarios, el embajador estadounidense, James C. Struble, rechazó implicarse "en campañas de información o comentarios antiHumala".
Según un cable diplomático fechado el 29 de noviembre de 2005, Rospigliosi y Vargas se reunieron con los consejeros políticos de la Embajada 11 días antes. En el encuentro, explicaron que Humala tenía su base política en el altiplano del sur, y también en algunas zonas fronterizas del sur y del norte del país, donde espoleaba "los sentimientos antichilenos y antiecuatorianos". Los exfuncionarios, además, temían que una eventual victoria de Evo Morales en Bolivia [que se concretó en diciembre de 2005] tuviera un efecto contagio y aupara la figura de su aliado Humala.
En opinión de Rospigliosi, Humala, capitán retirado, tenía la mentalidad del "típico militar" y "poca comprensión de los matices políticos". En cambio, su esposa, licenciada en periodismo, sabía cómo comunicarse con el público y ejercía "una considerable influencia sobre él". Además, el radicalismo extremo de Antauro Humala, hermano de Ollanta y mayor del Ejército, que protagonizó una asonada contra Alejandro Toledo que dejó seis muertos en enero de 2005, hacía aparecer a Ollanta como "moderado".
Vargas y Rospigliosi, señala el cable redactado por el embajador, no tenían una estrategia muy precisa sobre cómo contener el crecimiento de Humala, si bien rechazaban los "ataques directos". "Al final", escribe, "los exfuncionarios del Ministerio del Interior arrojaron la pelota al tejado del Gobierno de EE UU". Con dos sugerencias. Por un lado, que la empresa de comunicación Nexum, que realizaba monitoreos de medios para la Embajada, incluyera las noticias sobre Humala en las zonas cocaleras, para poder "medir mejor su influencia / popularidad" en esas regiones rurales, ignoradas por los grandes medios y las encuestadoras. Por otro, que la Embajada considerase "apoyar un programa de comunicaciones antiHumala".
"Eso corresponde a los partidos"
El embajador Struble es claro es sus comentarios finales. "Compartimos muchas de las preocupaciones de Rospigliosi sobre el despunte de Ollanta Humala en las encuestas y la posibilidad de que, después de las elecciones de 2006, asiente una fuerte base proEvo y proChávez. Dicho esto, no tenemos intención de implicar a la Embajada en campañas de información o comentarios antiHumala: eso corresponde a los partidos políticos en liza". En cambio, sí está de acuerdo en dar seguimiento a las noticias sobre Humala en las regiones cocaleras, "dada su política a favor de la coca y la probabilidad de que se alíe con organizaciones cocaleras".
Además del problema que podría suponer una eventual victoria de Humala en la lucha antidroga de EE UU, la preocupación de la Embajada es que el candidato nacionalista, a quien Struble define como "fascistoide", pudiera convertirse en correa de transmisión de Hugo Chávez. En un cable fechado el 22 de noviembre de 2005, el diplomático señala que Perú, con un índice de pobreza del 52% y su decepción con el Gobierno, es un terreno fértil para los planes de Chávez de exportar su revolución bolivariana.
La Embajada venezolana en Lima, explica, ha sido "muy activa" organizando eventos y viajes de jóvenes a Caracas, y "financiando, quizás a través de la Embajada cubana, partidos de extrema izquierda y el Partido Nacionalista Peruano de Ollanta Humala, de corte fascista". Esos esfuerzos, señala, sin embargo, no han dado demasiados frutos, en parte por el rechazo que despiertan en la población peruana los aliados chavistas (estalinistas, maoístas), a quienes se asocia con los grupos terroristas de Sendero Luminoso y el movimiento Tupac Amaru (MRTA). En cambio, señala el cable, "al camisa marrón Ollanta Humala le va mucho mejor". [Camisas marrones era el nombre que recibía una organización paramilitar del Partido Nazi, algo así como los camisas negras mussolinianos].
Un 'outsider'
Al embajador Struble, definitivamente, no le convencen los esfuerzos de Humala por ubicarse "en el centro político". En un cable del 15 de noviembre de 2005, el diplomático afirma que el candidato se ha desmarcado del etnocacerismo (un movimiento ultranacionalista e indigenista que fundó su padre, y que llegó a defender a Sendero Luminoso) y de la asonada de su hermano Antauro. Sin embargo, explica, sigue considerando a Chávez "un ejemplo democrático" y se ha convertido en la mejor baza para una izquierda radical muy impopular en Perú. En el juego de alianzas electorales, Ollanta "sobresale como un faro, un outsider que sirve de comodín y cuyo carisma atrae por igual a los fascistas y a los marxistas".
Humala ganó la primera vuelta, con un 25% de los votos, y perdió en la segunda frente a Alan García. Actualmente busca de nuevo la presidencia peruana con la alianza Gana Perú, y las encuestas le dan alrededor de un 10% de los votos. Las elecciones se celebrarán el próximo 10 de abril.