Roland Garros podría mudarse
París, Agencias
La Federación Francesa de Tenis (FFT) decidirá el próximo domingo si el Grand Slam de París necesita mudarse para crecer y modernizarse o si su histórico emplazamiento puede adaptarse para preparar el torneo de Roland Garros del futuro.
El actual enclave de la competición sobre tierra batida más importante del mundo se ha quedado estancado en el siglo pasado y la Alcaldía de París, que en 2015 perderá la concesión que le vincula con el Grand Slam, lucha por mantener en sus dominios el proyecto para diseñar el Roland Garros de lo que queda de siglo XXI.
Sus actuales 8,5 hectáreas de superficie, la mitad del espacio que consagran a sus torneos el Abierto de Australia o Wimbledon, lo han convertido en el más reducido de los cuatro grandes.
Además, todas sus pistas, incluidas las míticas Philippe Chatrier y Suzanne Lenglen, están sometidas a los caprichos del cielo de París, por lo que es habitual que la lluvia, compañera fiel de la capital francesa, interrumpa una y otra vez los partidos, para desesperación de tenistas, periodistas, televisiones y anunciantes.
Por ello, cerca de doscientos delegados de la FFT están llamados a votar el domingo entre cuatro proyectos que apuran sus últimas energías para recabar la simpatía de quienes decidirán dónde se levantará la Copa de los Mosqueteros desde 2016.
El proyecto para conservar las actuales coordenadas, elaborado por los arquitectos y paisajistas Michel Corajoud y Marc Mimram y defendido a capa y espada por el alcalde de la capital, Bertrand Delanoë, contempla dotar a la pista Philippe Chartier de una cubierta retráctil similar a la de la Caja Mágica de Madrid e, incluso, a la Suzanne Lenglen, y una nueva pista para 8.000 aficionados.
Además, se ampliará la superficie en cinco hectáreas, es decir, un 60 por ciento, se edificarán 2.500 metros cuadrados de locales para público y patrocinadores en una nueva concesión de 99 años, que llegaría acompañada de una subvención de 20 millones de euros, a parte de los cerca de 250 que se invertirían en la remodelación.
Entre aquellos que han mostrado su apoyo a conservar ochenta años de historia del tenis intacta se cuentan el tenista suizo Roger Federer, probablemente el mejor tenista de todos los tiempos, y el español Rafael Nadal, un jugador que empezó a forjar su leyenda en París.
"Roland Garros es parte de la historia. No puedo imaginármelo en otro lado", declaraba recientemente a "Le Monde" el número uno del ránking mundial.
Sin embargo, ampliar las actuales instalaciones, allí donde el torneo ha ido viendo a coronarse a campeones desde su creación en 1928, no cuenta con un apoyo unánime.
El principal escollo proviene desde las filas ecologistas, que rechazan que el ensanche de Roland Garros asalte el cercano Bosque de Bolonia (la mayor zona verde de la capital) y que se niegan a que la transformación del torneo arrample con las 5.000 plantas que albergan los Invernaderos de Auteuil, obra de Jean-Camille Formigé.
Los dos grandes rivales de la iniciativa para conservar Roland Garros allí donde nació son Versalles y Marne-La-Vallée.
El primero, a 19 kilómetros de la capital, mantendría un nombre valorado en términos de marca, gracias al célebre y homónimo palacio, tendría un coste de entre 500 y 800 millones de euros, ofrecería una pista central con cubierta retráctil y dispondría de un espacio de 35 hectáreas.
El segundo, que entre otros apoya fervientemente el ex futbolista Lilian Thuram en pro de la descentralización, habilitaría 55 pistas en 35 hectáreas con tres canchas centrales de las que dos tendrían techo retráctil y a un coste de unos 500 millones de euros, pero a 35 kilómetros de la capital, cerca de las instalaciones de Eurodisney.
Se baraja también desplazar el Grand Slam hasta Gonesse, al norte de la capital, donde por 473 millones de euros se instalarían tres pistas centrales con cabida para 18.000, 12.000 y 8.000 espectadores, la primera también con posibilidad de cubrirse, en una superficie de 32 hectáreas, aunque parece que la falta de carisma del lugar podría mermar sus posibilidades.
Los cuatro candidatos apuran sus opciones para acoger al Grand Slam de París y proyectarse en el mundo gracias al deporte con más federados de Francia, después del fútbol.
La Federación Francesa de Tenis (FFT) decidirá el próximo domingo si el Grand Slam de París necesita mudarse para crecer y modernizarse o si su histórico emplazamiento puede adaptarse para preparar el torneo de Roland Garros del futuro.
El actual enclave de la competición sobre tierra batida más importante del mundo se ha quedado estancado en el siglo pasado y la Alcaldía de París, que en 2015 perderá la concesión que le vincula con el Grand Slam, lucha por mantener en sus dominios el proyecto para diseñar el Roland Garros de lo que queda de siglo XXI.
Sus actuales 8,5 hectáreas de superficie, la mitad del espacio que consagran a sus torneos el Abierto de Australia o Wimbledon, lo han convertido en el más reducido de los cuatro grandes.
Además, todas sus pistas, incluidas las míticas Philippe Chatrier y Suzanne Lenglen, están sometidas a los caprichos del cielo de París, por lo que es habitual que la lluvia, compañera fiel de la capital francesa, interrumpa una y otra vez los partidos, para desesperación de tenistas, periodistas, televisiones y anunciantes.
Por ello, cerca de doscientos delegados de la FFT están llamados a votar el domingo entre cuatro proyectos que apuran sus últimas energías para recabar la simpatía de quienes decidirán dónde se levantará la Copa de los Mosqueteros desde 2016.
El proyecto para conservar las actuales coordenadas, elaborado por los arquitectos y paisajistas Michel Corajoud y Marc Mimram y defendido a capa y espada por el alcalde de la capital, Bertrand Delanoë, contempla dotar a la pista Philippe Chartier de una cubierta retráctil similar a la de la Caja Mágica de Madrid e, incluso, a la Suzanne Lenglen, y una nueva pista para 8.000 aficionados.
Además, se ampliará la superficie en cinco hectáreas, es decir, un 60 por ciento, se edificarán 2.500 metros cuadrados de locales para público y patrocinadores en una nueva concesión de 99 años, que llegaría acompañada de una subvención de 20 millones de euros, a parte de los cerca de 250 que se invertirían en la remodelación.
Entre aquellos que han mostrado su apoyo a conservar ochenta años de historia del tenis intacta se cuentan el tenista suizo Roger Federer, probablemente el mejor tenista de todos los tiempos, y el español Rafael Nadal, un jugador que empezó a forjar su leyenda en París.
"Roland Garros es parte de la historia. No puedo imaginármelo en otro lado", declaraba recientemente a "Le Monde" el número uno del ránking mundial.
Sin embargo, ampliar las actuales instalaciones, allí donde el torneo ha ido viendo a coronarse a campeones desde su creación en 1928, no cuenta con un apoyo unánime.
El principal escollo proviene desde las filas ecologistas, que rechazan que el ensanche de Roland Garros asalte el cercano Bosque de Bolonia (la mayor zona verde de la capital) y que se niegan a que la transformación del torneo arrample con las 5.000 plantas que albergan los Invernaderos de Auteuil, obra de Jean-Camille Formigé.
Los dos grandes rivales de la iniciativa para conservar Roland Garros allí donde nació son Versalles y Marne-La-Vallée.
El primero, a 19 kilómetros de la capital, mantendría un nombre valorado en términos de marca, gracias al célebre y homónimo palacio, tendría un coste de entre 500 y 800 millones de euros, ofrecería una pista central con cubierta retráctil y dispondría de un espacio de 35 hectáreas.
El segundo, que entre otros apoya fervientemente el ex futbolista Lilian Thuram en pro de la descentralización, habilitaría 55 pistas en 35 hectáreas con tres canchas centrales de las que dos tendrían techo retráctil y a un coste de unos 500 millones de euros, pero a 35 kilómetros de la capital, cerca de las instalaciones de Eurodisney.
Se baraja también desplazar el Grand Slam hasta Gonesse, al norte de la capital, donde por 473 millones de euros se instalarían tres pistas centrales con cabida para 18.000, 12.000 y 8.000 espectadores, la primera también con posibilidad de cubrirse, en una superficie de 32 hectáreas, aunque parece que la falta de carisma del lugar podría mermar sus posibilidades.
Los cuatro candidatos apuran sus opciones para acoger al Grand Slam de París y proyectarse en el mundo gracias al deporte con más federados de Francia, después del fútbol.