Rajoy cede a la presión y confirma a Camps
Madrid, El País
Ha sido un pulso largo. El presidente de la Generalitat, Francisco Camps, lleva semanas utilizando todos los mecanismos de presión posibles para que Mariano Rajoy le confirmara como candidato. Ha llamado casi todos los días a casi todos los dirigentes importantes. Era su obsesión. Nadie se fiaba del todo en Valencia, y él necesitaba la confirmación oficial. Pero Camps sólo recibía largas. "Tranquilo, ya lo haremos". Rajoy quería ganar tiempo por si había novedades judiciales. Quería ganar tiempo para que aumentara la presión sobre Camps. El líder del PP nunca ha pensado en echar a Camps, señalan en su entorno, pero hace mucho tiempo que desea e intenta que dimita. Es la misma estrategia que siguió con su ex tesorero, Luis Bárcenas. Con él le costó un año lograrlo. Con Camps no ha sido posible.
Rajoy quería retrasar al máximo la confirmación. El tiempo jugaba a su favor y en contra de Camps, porque el PP espera decisiones judiciales que solo pueden ser perjudiciales para el valenciano. En Génova insistían en que se le nombraría cuando se convoquen las elecciones, a finales de marzo. Pero la presión de Camps se intensificó. Dirigentes valencianos llegaron a criticar abiertamente la decisión de Génova de retrasar el nombramiento, como Alfonso Rus o Carlos Fabra. Rus llegó a recordar que Camps apoyó a Rajoy "cuando le faltaba la peseta para el duro", en 2008, cuando estaba muy débil. Esto es, que se la debía.
La semana pasada, Camps supo que Dolores de Cospedal iba a ser confirmada el jueves. Montó en cólera. ¿Por qué ella sí y él no, que tanto lo había pedido? Y optó por una nueva estrategia aún más atrevida. Presionó a Génova tanto que obtuvo la autorización para convocar de forma apresurada el Comité Electoral regional. Una autoproclamación sin valor real, porque sólo Génova nombra a los candidatos autonómicos, según los estatutos. Pero una gran medida de presión pública.
Aún así, Camps no logró su objetivo, que era que le nombraran la semana pasada con Cospedal. Pero siguió con la presión. Hubo más declaraciones, más llamadas. Hasta que Rajoy cedió. Aceptó que debía nombrarle antes de la convención autonómica del próximo 4 y 5 de marzo, para evitar que este asunto ocultara cualquier intento de vender el programa del PP. El líder del PP ha hecho sufrir a Camps hasta el final, pero esta mañana le ha permitido finalmente respirar.
El Comité Electoral Nacional, presidido por Miguel Arias Cañete, se ha reunido esta mañana, como siempre de forma discreta -el PP sostiene que nombrar candidatos es un acto interno-, para confirmar a todos los presidentes autonómicos del PP donde hay elecciones -además de Camps, Esperanza Aguirre en Madrid, Ramón Luis Valcárcel en Murcia, Juan Vicente Herrera en Castilla y León, Pedro Sanz en La Rioja, Juan José Imbroda en Melilla, Juan Jesús Vivas en Ceuta- y los jefes de la oposición que quedaban por confirmar -Luisa Fernanda Rudi en Aragón, José Manuel Soria en Canarias e Ignacio Diego en Cantabria. Los demás ya estaban nombrados a finales de diciembre -cuando se dejó fuera a Francisco Álvarez Cascos en Asturias- y Cospedal la semana pasada.
Génova siempre pensó en nombrar a Camps con todos los demás presidentes para evitar la interpretación de que había cedido al pulso con el valenciano. Sin embargo, aunque le ha costado más de lo que esperaba, lo cierto es que ha logrado arrancarle a Rajoy al menos cuatro semanas, un mes en el que puede pasar cualquier cosa en el recorrido judicial del caso Gürtel en Valencia.
Rajoy ha decidido así arriesgar, pese a que la mayoría de los dirigentes querían que Camps dejara paso a otro -hay mucho enfado por su falta de generosidad-. El problema, señalan varios dirigentes de peso, es que este asunto puede estallar justo cuando Rajoy entre en su propia precampaña, en otoño. Aún así, por motivos que nadie alcanza a comprender del todo, Rajoy ha decidido asumir ese riesgo.
"Dije que no iba a acabar con la carrera de Camps solo por los trajes, y lo mantengo, yo no doy bandazos", señalaba Rajoy la semana pasada en una conversación con periodistas. En Génova explican que el PP esperaba avances en el asunto de la financiación ilegal y el cohecho propio para poder cambiar la decisión de mantener a Camps, pero como estos no llegan -el asunto sigue a la espera de ser admitido a trámite en el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana- Rajoy se ha visto atrapado por los tiempos y no ha tenido más remedio que confirmar a Camps.
Ha sido un pulso largo. El presidente de la Generalitat, Francisco Camps, lleva semanas utilizando todos los mecanismos de presión posibles para que Mariano Rajoy le confirmara como candidato. Ha llamado casi todos los días a casi todos los dirigentes importantes. Era su obsesión. Nadie se fiaba del todo en Valencia, y él necesitaba la confirmación oficial. Pero Camps sólo recibía largas. "Tranquilo, ya lo haremos". Rajoy quería ganar tiempo por si había novedades judiciales. Quería ganar tiempo para que aumentara la presión sobre Camps. El líder del PP nunca ha pensado en echar a Camps, señalan en su entorno, pero hace mucho tiempo que desea e intenta que dimita. Es la misma estrategia que siguió con su ex tesorero, Luis Bárcenas. Con él le costó un año lograrlo. Con Camps no ha sido posible.
Rajoy quería retrasar al máximo la confirmación. El tiempo jugaba a su favor y en contra de Camps, porque el PP espera decisiones judiciales que solo pueden ser perjudiciales para el valenciano. En Génova insistían en que se le nombraría cuando se convoquen las elecciones, a finales de marzo. Pero la presión de Camps se intensificó. Dirigentes valencianos llegaron a criticar abiertamente la decisión de Génova de retrasar el nombramiento, como Alfonso Rus o Carlos Fabra. Rus llegó a recordar que Camps apoyó a Rajoy "cuando le faltaba la peseta para el duro", en 2008, cuando estaba muy débil. Esto es, que se la debía.
La semana pasada, Camps supo que Dolores de Cospedal iba a ser confirmada el jueves. Montó en cólera. ¿Por qué ella sí y él no, que tanto lo había pedido? Y optó por una nueva estrategia aún más atrevida. Presionó a Génova tanto que obtuvo la autorización para convocar de forma apresurada el Comité Electoral regional. Una autoproclamación sin valor real, porque sólo Génova nombra a los candidatos autonómicos, según los estatutos. Pero una gran medida de presión pública.
Aún así, Camps no logró su objetivo, que era que le nombraran la semana pasada con Cospedal. Pero siguió con la presión. Hubo más declaraciones, más llamadas. Hasta que Rajoy cedió. Aceptó que debía nombrarle antes de la convención autonómica del próximo 4 y 5 de marzo, para evitar que este asunto ocultara cualquier intento de vender el programa del PP. El líder del PP ha hecho sufrir a Camps hasta el final, pero esta mañana le ha permitido finalmente respirar.
El Comité Electoral Nacional, presidido por Miguel Arias Cañete, se ha reunido esta mañana, como siempre de forma discreta -el PP sostiene que nombrar candidatos es un acto interno-, para confirmar a todos los presidentes autonómicos del PP donde hay elecciones -además de Camps, Esperanza Aguirre en Madrid, Ramón Luis Valcárcel en Murcia, Juan Vicente Herrera en Castilla y León, Pedro Sanz en La Rioja, Juan José Imbroda en Melilla, Juan Jesús Vivas en Ceuta- y los jefes de la oposición que quedaban por confirmar -Luisa Fernanda Rudi en Aragón, José Manuel Soria en Canarias e Ignacio Diego en Cantabria. Los demás ya estaban nombrados a finales de diciembre -cuando se dejó fuera a Francisco Álvarez Cascos en Asturias- y Cospedal la semana pasada.
Génova siempre pensó en nombrar a Camps con todos los demás presidentes para evitar la interpretación de que había cedido al pulso con el valenciano. Sin embargo, aunque le ha costado más de lo que esperaba, lo cierto es que ha logrado arrancarle a Rajoy al menos cuatro semanas, un mes en el que puede pasar cualquier cosa en el recorrido judicial del caso Gürtel en Valencia.
Rajoy ha decidido así arriesgar, pese a que la mayoría de los dirigentes querían que Camps dejara paso a otro -hay mucho enfado por su falta de generosidad-. El problema, señalan varios dirigentes de peso, es que este asunto puede estallar justo cuando Rajoy entre en su propia precampaña, en otoño. Aún así, por motivos que nadie alcanza a comprender del todo, Rajoy ha decidido asumir ese riesgo.
"Dije que no iba a acabar con la carrera de Camps solo por los trajes, y lo mantengo, yo no doy bandazos", señalaba Rajoy la semana pasada en una conversación con periodistas. En Génova explican que el PP esperaba avances en el asunto de la financiación ilegal y el cohecho propio para poder cambiar la decisión de mantener a Camps, pero como estos no llegan -el asunto sigue a la espera de ser admitido a trámite en el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana- Rajoy se ha visto atrapado por los tiempos y no ha tenido más remedio que confirmar a Camps.