Mario Cossío, su refugio dorado en Paraguay y el plan “Acero”
La Paz, Erbol
Mario Cossío es un refugiado singular. Al menos no resulta común que, normalmente, una comisión de millonarios se sacrifique por un político en fuga. Tampoco es habitual que un “perseguido” tenga adelantados trámites parlamentarios, hoteles cinco estrellas, avionetas y el diario más vendido del país a su disposición. Y Cossío tuvo eso y mucho más, incluida la opción de ignorar la clásica clausula de confidencialidad que debe asumir todo aspirante a refugiado.
“(…) El Vicepresidente (Federico Franco) y (el empresario) Marcio Schussmüller me llamaron y me consultaron si podía ir a sacarlo de Bolivia. Yo pensé tomar mi avión, entrar a Bolivia, rescatar a Mario. (…) La idea era irme de contrabando, recogerlo y traerlo acá para su refugio”, relató al Día D el senador y empresario Alfredo Jaeggli. El parlamentario luego explicó que Cossío contó con más amistades en el camino que evitaron la necesidad del operativo aéreo. Tras haber citado que el grupo cuenta con amigos en Formosa (Argentina), Jaeggli recordó que el Gobernador suspendido cruzó la frontera en el automóvil de otro singular empresario.
Alfredo Jaeggli es el expresivo del círculo de poderosos amigos que Cossío tiene en Paraguay. Dentro de las clásicas definiciones de política, Jaeggli encarna a cabalidad al ultraderechista desfachatado. Parece un personaje salido de aquellos filmes que reconstruyen las historias de los años 30 en EEUU, tal vez alguno de Coppola. No sólo por los habanos, trajes, motocicletas y autos deportivos con los que gusta posar, sino por las ideas que postula.
Este senador liberal propugna, por ejemplo, el derecho de cada ciudadano paraguayo a portar un arma de fuego. Ha planteado, en un libro de su autoría,
la dolarización de la moneda. También es un fervoroso defensor del uso discrecional de transgénicos en la agricultura. ¿Algo más impactante? Sí. Jaeggli es autor de proyectos como la exoneración de impuestos a la importación privada de aviones. Defender otro para que sean levantados todos los niños que mendigan y trabajan en las calles, “porque son un peligro para la seguridad pública y el buen estado de nuestros coches”. Obviamente, Jaeggli conjura a los gobiernos de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), en especial al de Hugo Chávez y a la “dictadura” de Evo. Jaeggli hace gala además de ser generoso colaborador de la disidencia cubana opuesta al régimen de Fidel y Raúl Castro. Vale sumar el hecho de que apenas iniciado el Gobierno de Fernando Lugo, el polémico senador liberal le auguró que duraría “escasos seis meses”.
En cuanto a afectos, Jaeggli tampoco se va con pequeñas. En 2004 impulsó un acuerdo político que intentaba facilitar el retorno del general Lino César Oviedo a Paraguay, por entonces huido a Brasil. Sobre el multimillonario general pesan gravísimas acusaciones por violencia política (masacres, magnicidio, golpes de Estado…) y narcotráfico. Por los primeros casos estuvo detenido durante casi tres años en la prisión militar de Viñas Cue. En cuanto a su narcosombra, ésta ha sido observada incluso por las propias autoridades estadounidenses (2). Sin embargo, Oviedo parece gozar del aprecio de Jaeggli y los otros amigos de Mario Cossío.
Otra de las características del senador Jaeggli son los constantes viajes a Brasil y Argentina donde se entrecruzan sus intereses comerciales, ligados a millonarias importaciones. De hecho, el día que conversó con Día D en Asunción, primero contestó su teléfono celular desde Florianópolis (Brasil) y por la tarde, luego de la entrevista, se aprestaba a volar a Buenos Aires.
EL ANFITRIÓN DE COSSÍO
El segundo anfitrión de Cossío es también un viajero empedernido de la franja central sudamericana y tampoco tiene la discreción como virtud. De hecho fue el primero en reconocer públicamente que este grupo de potentados ultristas había cobijado al Gobernador fugitivo. Es más, admitió que Cossío se hallaba en su casa. Luego empezó a contactarse selectivamente con algunos medios bolivianos para que registren las declaraciones de su protegido. Es, tal cual relató Jaeggli, el dueño del automóvil en cuya cajuela, pasó escondido la frontera Mario Cossío.
“El señor Schussmüller pide que la conferencia del gobernador Cossío se la organicen en el salón VIP”, señalaba uno de los emisarios del anfitrión a los responsables de la administración del exclusivo hotel Guaraní de Asunción. Eran las 18.00 del martes 18 de enero, apenas una hora después de que la Co- misión Nacional para el Refugiado (CONARE) aceptara la solicitud de Cossío. Un día antes el anfitrión se excusó de conceder una entrevista al DÍA D.
“Como soy el más involucrado, no puedo dar entrevistas, pero busca, a mi nombre, en el Congreso al diputado Salustiano Salinas (presidente de la comisión que trató el caso Cossío), la senadora Zulma Gómez (principal defensora de Cossío en el Congreso y miembro del CONARE) o a Orlando Fioroto. Ellos trabajan con nosotros”, recomendó amistosamente. Luego añadió: “Mañana, después de que se reúna el CONARE, te consigo una entrevista con ÉL”. Finalmente preguntó: “¿Dijiste PAT (Periodistas Asociados de Televisión)?”, confundiendo la sonoridad del nombre con el medio de otros colegas bolivianos destacados a la capital paraguaya.
Mario Cossío es un refugiado singular. Al menos no resulta común que, normalmente, una comisión de millonarios se sacrifique por un político en fuga. Tampoco es habitual que un “perseguido” tenga adelantados trámites parlamentarios, hoteles cinco estrellas, avionetas y el diario más vendido del país a su disposición. Y Cossío tuvo eso y mucho más, incluida la opción de ignorar la clásica clausula de confidencialidad que debe asumir todo aspirante a refugiado.
“(…) El Vicepresidente (Federico Franco) y (el empresario) Marcio Schussmüller me llamaron y me consultaron si podía ir a sacarlo de Bolivia. Yo pensé tomar mi avión, entrar a Bolivia, rescatar a Mario. (…) La idea era irme de contrabando, recogerlo y traerlo acá para su refugio”, relató al Día D el senador y empresario Alfredo Jaeggli. El parlamentario luego explicó que Cossío contó con más amistades en el camino que evitaron la necesidad del operativo aéreo. Tras haber citado que el grupo cuenta con amigos en Formosa (Argentina), Jaeggli recordó que el Gobernador suspendido cruzó la frontera en el automóvil de otro singular empresario.
Alfredo Jaeggli es el expresivo del círculo de poderosos amigos que Cossío tiene en Paraguay. Dentro de las clásicas definiciones de política, Jaeggli encarna a cabalidad al ultraderechista desfachatado. Parece un personaje salido de aquellos filmes que reconstruyen las historias de los años 30 en EEUU, tal vez alguno de Coppola. No sólo por los habanos, trajes, motocicletas y autos deportivos con los que gusta posar, sino por las ideas que postula.
Este senador liberal propugna, por ejemplo, el derecho de cada ciudadano paraguayo a portar un arma de fuego. Ha planteado, en un libro de su autoría,
la dolarización de la moneda. También es un fervoroso defensor del uso discrecional de transgénicos en la agricultura. ¿Algo más impactante? Sí. Jaeggli es autor de proyectos como la exoneración de impuestos a la importación privada de aviones. Defender otro para que sean levantados todos los niños que mendigan y trabajan en las calles, “porque son un peligro para la seguridad pública y el buen estado de nuestros coches”. Obviamente, Jaeggli conjura a los gobiernos de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), en especial al de Hugo Chávez y a la “dictadura” de Evo. Jaeggli hace gala además de ser generoso colaborador de la disidencia cubana opuesta al régimen de Fidel y Raúl Castro. Vale sumar el hecho de que apenas iniciado el Gobierno de Fernando Lugo, el polémico senador liberal le auguró que duraría “escasos seis meses”.
En cuanto a afectos, Jaeggli tampoco se va con pequeñas. En 2004 impulsó un acuerdo político que intentaba facilitar el retorno del general Lino César Oviedo a Paraguay, por entonces huido a Brasil. Sobre el multimillonario general pesan gravísimas acusaciones por violencia política (masacres, magnicidio, golpes de Estado…) y narcotráfico. Por los primeros casos estuvo detenido durante casi tres años en la prisión militar de Viñas Cue. En cuanto a su narcosombra, ésta ha sido observada incluso por las propias autoridades estadounidenses (2). Sin embargo, Oviedo parece gozar del aprecio de Jaeggli y los otros amigos de Mario Cossío.
Otra de las características del senador Jaeggli son los constantes viajes a Brasil y Argentina donde se entrecruzan sus intereses comerciales, ligados a millonarias importaciones. De hecho, el día que conversó con Día D en Asunción, primero contestó su teléfono celular desde Florianópolis (Brasil) y por la tarde, luego de la entrevista, se aprestaba a volar a Buenos Aires.
EL ANFITRIÓN DE COSSÍO
El segundo anfitrión de Cossío es también un viajero empedernido de la franja central sudamericana y tampoco tiene la discreción como virtud. De hecho fue el primero en reconocer públicamente que este grupo de potentados ultristas había cobijado al Gobernador fugitivo. Es más, admitió que Cossío se hallaba en su casa. Luego empezó a contactarse selectivamente con algunos medios bolivianos para que registren las declaraciones de su protegido. Es, tal cual relató Jaeggli, el dueño del automóvil en cuya cajuela, pasó escondido la frontera Mario Cossío.
“El señor Schussmüller pide que la conferencia del gobernador Cossío se la organicen en el salón VIP”, señalaba uno de los emisarios del anfitrión a los responsables de la administración del exclusivo hotel Guaraní de Asunción. Eran las 18.00 del martes 18 de enero, apenas una hora después de que la Co- misión Nacional para el Refugiado (CONARE) aceptara la solicitud de Cossío. Un día antes el anfitrión se excusó de conceder una entrevista al DÍA D.
“Como soy el más involucrado, no puedo dar entrevistas, pero busca, a mi nombre, en el Congreso al diputado Salustiano Salinas (presidente de la comisión que trató el caso Cossío), la senadora Zulma Gómez (principal defensora de Cossío en el Congreso y miembro del CONARE) o a Orlando Fioroto. Ellos trabajan con nosotros”, recomendó amistosamente. Luego añadió: “Mañana, después de que se reúna el CONARE, te consigo una entrevista con ÉL”. Finalmente preguntó: “¿Dijiste PAT (Periodistas Asociados de Televisión)?”, confundiendo la sonoridad del nombre con el medio de otros colegas bolivianos destacados a la capital paraguaya.