La esperanza se transforma en furia
El Cairo, El País
"¡Abajo Hosni Mubarak!", "¡Fuera, fuera!". Miles de personas, con un grito común. La esperanza de que el presidente Mubarak anunciara su marcha se ha esfumado de la plaza de la Liberación en el momento en que ha anunciado que no se va, que se queda hasta septiembre, y se ha transformado en furia e indignación. Los gritos han sido acompañados con el ondear de zapatos, símbolo de insulto para los musulmanes.
Han sido muchos los nervios a lo largo de toda la tarde. Mubarak se ha hecho esperar y para cuando ha hablado la tensión ya era máxima. Una pantalla gigante ha retransmitido el discurso, que ha dejado de escucharse por los gritos, en cuanto el presidente ha anunciado que se queda. "Esto no nos lo esperábamos, pero nos da igual, porque mañana (Mubarak) volverá a tener al pueblo egipcio en las calles para exigirle que se marche", aseguraba a Efe un comerciante.
Horas antes, en el rezo del atardecer, todos oraban con la mente puesta en el reloj, contando los minutos que pasaban, esperando que Mubarak pronunciara su discurso, con gran expectación por saber sus palabras. Pero era otro el mensaje que querían escuchar. Esperaban su salida definitiva y por eso los nervios cargaban el ambiente en la plaza que ha sido el centro de las manifestaciones en Egipto, desde que el pasado 25 de enero estallaran las revueltas.
Todos estaban nerviosos, los rumores han ido llegando, las noticias han ido transmitiéndose por el boca a boca. Todos sabían que había un comité militar reunido y crecían los comentarios de que el presidente podría dejar el poder en las próximas horas. Lo sucedido por la tarde ha hecho que miles de egipcios hayan salido de sus casas con dirección a la plaza, que no ha tenido que ser controlada por los militares. Para cuando Mubarak ha hablado estaba llena.
En uno de los lados del Tahrir un miembro de la plataforma Jóvenes 25 de enero hacía de transmisor de noticias. A gritos, gracias a una megafonía, informaba a sus compatriotas sobre los últimos sucesos. "No nos importa dónde, no nos importa si se va a Alemania, pero no nos vamos de aquí hasta que se vaya".
Por la tarde, el Consejo Supremo del Ejército, tras reunirse para discutir sobre su posición en la situación que atraviesa el país, ha emitido un comunicado en la televisión estatal en el que se aseguraba que las demandas de los manifestantes "serán atendidas" y que el Ejército está preparado para "proteger al pueblo". Los manifestantes de la plaza de la Liberación temían que fuera el ejército el que tomara el poder.
Rania, una ingeniera miembro de la plataforma jóvenes 25 de enero lo tenía claro: ni ella ni ninguna de las organizaciones de la plataforma aceptaría un gobierno militar. "Sólo aceptaríamos que tomara el poder un grupo civil", aseguraba, mientras describía los sentimientos predominantes: "estamos ilusionados, confiamos en que Mubarak se vaya".
La plaza de la Liberación se ha convertido en el centro de las protestas. Allí, día tras día, miles de egipcios han reclamado la dimisión de un dictador, la disolución de un sistema represivo, el fin del terror policial y la celebración de unas elecciones libres. Y, previsiblemente, así continuará siendo. Tras el discurso han comenzado a alzarse las voces para animar a la gente a que acuda masivamente a la manifestación prevista para mañana para exigir la renuncia de Mubarak.
"¡Abajo Hosni Mubarak!", "¡Fuera, fuera!". Miles de personas, con un grito común. La esperanza de que el presidente Mubarak anunciara su marcha se ha esfumado de la plaza de la Liberación en el momento en que ha anunciado que no se va, que se queda hasta septiembre, y se ha transformado en furia e indignación. Los gritos han sido acompañados con el ondear de zapatos, símbolo de insulto para los musulmanes.
Han sido muchos los nervios a lo largo de toda la tarde. Mubarak se ha hecho esperar y para cuando ha hablado la tensión ya era máxima. Una pantalla gigante ha retransmitido el discurso, que ha dejado de escucharse por los gritos, en cuanto el presidente ha anunciado que se queda. "Esto no nos lo esperábamos, pero nos da igual, porque mañana (Mubarak) volverá a tener al pueblo egipcio en las calles para exigirle que se marche", aseguraba a Efe un comerciante.
Horas antes, en el rezo del atardecer, todos oraban con la mente puesta en el reloj, contando los minutos que pasaban, esperando que Mubarak pronunciara su discurso, con gran expectación por saber sus palabras. Pero era otro el mensaje que querían escuchar. Esperaban su salida definitiva y por eso los nervios cargaban el ambiente en la plaza que ha sido el centro de las manifestaciones en Egipto, desde que el pasado 25 de enero estallaran las revueltas.
Todos estaban nerviosos, los rumores han ido llegando, las noticias han ido transmitiéndose por el boca a boca. Todos sabían que había un comité militar reunido y crecían los comentarios de que el presidente podría dejar el poder en las próximas horas. Lo sucedido por la tarde ha hecho que miles de egipcios hayan salido de sus casas con dirección a la plaza, que no ha tenido que ser controlada por los militares. Para cuando Mubarak ha hablado estaba llena.
En uno de los lados del Tahrir un miembro de la plataforma Jóvenes 25 de enero hacía de transmisor de noticias. A gritos, gracias a una megafonía, informaba a sus compatriotas sobre los últimos sucesos. "No nos importa dónde, no nos importa si se va a Alemania, pero no nos vamos de aquí hasta que se vaya".
Por la tarde, el Consejo Supremo del Ejército, tras reunirse para discutir sobre su posición en la situación que atraviesa el país, ha emitido un comunicado en la televisión estatal en el que se aseguraba que las demandas de los manifestantes "serán atendidas" y que el Ejército está preparado para "proteger al pueblo". Los manifestantes de la plaza de la Liberación temían que fuera el ejército el que tomara el poder.
Rania, una ingeniera miembro de la plataforma jóvenes 25 de enero lo tenía claro: ni ella ni ninguna de las organizaciones de la plataforma aceptaría un gobierno militar. "Sólo aceptaríamos que tomara el poder un grupo civil", aseguraba, mientras describía los sentimientos predominantes: "estamos ilusionados, confiamos en que Mubarak se vaya".
La plaza de la Liberación se ha convertido en el centro de las protestas. Allí, día tras día, miles de egipcios han reclamado la dimisión de un dictador, la disolución de un sistema represivo, el fin del terror policial y la celebración de unas elecciones libres. Y, previsiblemente, así continuará siendo. Tras el discurso han comenzado a alzarse las voces para animar a la gente a que acuda masivamente a la manifestación prevista para mañana para exigir la renuncia de Mubarak.