La Amazonia brasileña sufre la mayor sequía desde hace cien años
Brasilia, El País
La Amazonia brasileña, santuario ecológico de la Humanidad que cuenta con el 25% del agua potable del mundo, se está secando. Los millones de árboles muertos por la falta de lluvias podrían emitir en los próximos años 5.000 millones de toneladas de C02, en vez de absorver los gases de efecto invernadero lanzados a la atmósfera, según aparece en un estudio del Instituto de Investigaciones Ambientales de Amazonia ( Ipam) y de la Universidad de Leeds en Inglaterra, publicado por Science.
Y se trata del 80% de la selva amazónica aún conservada, no de la desforestada. El Negro, uno de los principales afluentes de la Amazonia, ha bajado al menor nivel de su historia. Comunidades enteras que vivían en sus márgenes han sido desalojadas y muchas de ellas han quedado aisladas sin agua y sin luz.
Al mismo tiempo, los ambientalistas y científicos temen que en los próximos meses de marzo y abril, otro fenómeno, opuesto, el de fuertes tempestades como las sufridas en 2005, cuando las lluvias asociadas a vientos de 140 kilómetros por hora arrancaron 663 millones de árboles, pueda repetirse, por lo que se ha lanzado una alarma.
En ese mismo 2005, la sequía que había acabado con millones de árboles hizo que la selva se hiciera más vulnerable a las tormentas. El miedo es que pueda ocurrir lo mismo este año, en el que medio Brasil se ahoga en las lluvias con más de mil muertos y otro medio sufre la tragedia por la sequía que dura meses.
El temor de los expertos es que ambos fenómenos extremos -sequía y lluvias torrenciales- puedan acabar dañando definitivamente el bioma de aquella zona, uno de los más ricos del planeta, lo que supondría una pérdida irreparable. Basta recordar que la Amazonia brasileña concentra 100 billones de toneladas de carbono, la misma cantidad de la emitida por toda la Tierra en diez años.
La pregunta del millón es cuál es el motivo real de esa tragedia de sequía y tormentas sufridas por la Amazonia. Ningún científico ha sido capaz hasta ahora de dar una respuesta definitiva. Se acusa a los efectos del Niño, que actuó el año pasado y que ciertamente produjo sus efectos negativos, así como a una oscilación del Oceano Pacífico. Pero según declaraciones al diario O Globo del climatologista Marcos Heil Costa, harán falta aún muchos estudios para entender lo que está ocurriendo en la Amazonia.
La previsión, sin embargo, compartida esta vez por todos los climatologistas es que en las próximas décadas, la Amazonia, que ya sufre la mayor sequía desde hace cien años, seguirá sufriéndola, especialmente en los Estados de Mato Grosso y Pará, que ya están sufriendo una sequía persistente desde hace seis meses. Más aún, un aumento de la sequía como la que está en curso, llevaría a convertir a la frondosa Amazonia en una triste sabana. Sin vegetación, la Amazonia recibiría menos nubes, mientras que otros fenómenos como el Niño o el calentamiento del Océano Atlántico alejarían las nubes de aquella zona, fundamental para el equilibrio del Planeta.
La Amazonia brasileña, santuario ecológico de la Humanidad que cuenta con el 25% del agua potable del mundo, se está secando. Los millones de árboles muertos por la falta de lluvias podrían emitir en los próximos años 5.000 millones de toneladas de C02, en vez de absorver los gases de efecto invernadero lanzados a la atmósfera, según aparece en un estudio del Instituto de Investigaciones Ambientales de Amazonia ( Ipam) y de la Universidad de Leeds en Inglaterra, publicado por Science.
Y se trata del 80% de la selva amazónica aún conservada, no de la desforestada. El Negro, uno de los principales afluentes de la Amazonia, ha bajado al menor nivel de su historia. Comunidades enteras que vivían en sus márgenes han sido desalojadas y muchas de ellas han quedado aisladas sin agua y sin luz.
Al mismo tiempo, los ambientalistas y científicos temen que en los próximos meses de marzo y abril, otro fenómeno, opuesto, el de fuertes tempestades como las sufridas en 2005, cuando las lluvias asociadas a vientos de 140 kilómetros por hora arrancaron 663 millones de árboles, pueda repetirse, por lo que se ha lanzado una alarma.
En ese mismo 2005, la sequía que había acabado con millones de árboles hizo que la selva se hiciera más vulnerable a las tormentas. El miedo es que pueda ocurrir lo mismo este año, en el que medio Brasil se ahoga en las lluvias con más de mil muertos y otro medio sufre la tragedia por la sequía que dura meses.
El temor de los expertos es que ambos fenómenos extremos -sequía y lluvias torrenciales- puedan acabar dañando definitivamente el bioma de aquella zona, uno de los más ricos del planeta, lo que supondría una pérdida irreparable. Basta recordar que la Amazonia brasileña concentra 100 billones de toneladas de carbono, la misma cantidad de la emitida por toda la Tierra en diez años.
La pregunta del millón es cuál es el motivo real de esa tragedia de sequía y tormentas sufridas por la Amazonia. Ningún científico ha sido capaz hasta ahora de dar una respuesta definitiva. Se acusa a los efectos del Niño, que actuó el año pasado y que ciertamente produjo sus efectos negativos, así como a una oscilación del Oceano Pacífico. Pero según declaraciones al diario O Globo del climatologista Marcos Heil Costa, harán falta aún muchos estudios para entender lo que está ocurriendo en la Amazonia.
La previsión, sin embargo, compartida esta vez por todos los climatologistas es que en las próximas décadas, la Amazonia, que ya sufre la mayor sequía desde hace cien años, seguirá sufriéndola, especialmente en los Estados de Mato Grosso y Pará, que ya están sufriendo una sequía persistente desde hace seis meses. Más aún, un aumento de la sequía como la que está en curso, llevaría a convertir a la frondosa Amazonia en una triste sabana. Sin vegetación, la Amazonia recibiría menos nubes, mientras que otros fenómenos como el Niño o el calentamiento del Océano Atlántico alejarían las nubes de aquella zona, fundamental para el equilibrio del Planeta.