Historias de más de 100 años de vida
La Paz, Erbol
Un hombre y cuatro mujeres centenarias con residencia en Cochabamba describen su vida íntima de hechos singulares que marcaron su existencia y las tradiciones vallunas que es la atracción de los compatriotas y foráneos.
El sacerdote Enrique Jiménez Rocha , nacido el 26 de enero de 1908 en Toco, fue bendecido por el papa Juan Pablo II, quien le dio la gracia de vivir más de un siglo. Participó de un Concilio en el Vaticano y habló con el papa Juan XXIII.
Tuvo a uno de sus mejores amigos en su niñez, al ex presidente Gualberto Villarroel, de quien se decía que era hijo de un sacerdote europeo de ojos claros (como los del ex mandatario) llamado Quintín y cuyo real apellido ya no recuerda.
Valeriana Avilés Riva tienen como la mejor remembranza de su vida el haber aprendido a escribir y leer a sus 100 años y recuerda que lo peor fueron las palizas de los patrones en Morochata.
Escribir su propio nombre, fue lo que recuerda como lo mejor que le pasó en sus casi 104 años de vida. Tuvo que vivir un siglo para ver, en el ocaso de su existencia, la luz del conocimiento.
Elcira Arteaga García fue la mujer que rompió el corazón del ex presidente Germán Busch, a pesar de que el ex mandatario fue “el hombre fuerte de los oficiales jóvenes del Chaco” y que llegó a la Presidencia de Bolivia.
Además, a sus 103 años recuerda a Adela Zamudio, la directora que la castigó “boca a la pared” cuando era niña por jugar a vencerse con sus compañeras haciendo bulla en el patio de la escuela ubicada en la calle Jordán
Cleofé Castro Gómez, nació el 9 de diciembre de 1909, y cuenta la historia viviente de las tradiciones vallunas como la fabricación de la chicha, los sombreros blancos y las pandillas del carnaval.
La fiesta que recuerda con más precisión es de la fotografía que tiene frente a ella, la festividad en Cerro Grande; época en que declaró la guerra del Chaco.
La llallagueña Isidora Chavéz Abastoflor, nacida en 1908, con casi 103 años, vivió toda su vida en Tarata. Durante un tiempo estuvo en La Paz donde fue testigo del asesinato del ex presidente Gualberto Villarroel.
Un hombre y cuatro mujeres centenarias con residencia en Cochabamba describen su vida íntima de hechos singulares que marcaron su existencia y las tradiciones vallunas que es la atracción de los compatriotas y foráneos.
El sacerdote Enrique Jiménez Rocha , nacido el 26 de enero de 1908 en Toco, fue bendecido por el papa Juan Pablo II, quien le dio la gracia de vivir más de un siglo. Participó de un Concilio en el Vaticano y habló con el papa Juan XXIII.
Tuvo a uno de sus mejores amigos en su niñez, al ex presidente Gualberto Villarroel, de quien se decía que era hijo de un sacerdote europeo de ojos claros (como los del ex mandatario) llamado Quintín y cuyo real apellido ya no recuerda.
Valeriana Avilés Riva tienen como la mejor remembranza de su vida el haber aprendido a escribir y leer a sus 100 años y recuerda que lo peor fueron las palizas de los patrones en Morochata.
Escribir su propio nombre, fue lo que recuerda como lo mejor que le pasó en sus casi 104 años de vida. Tuvo que vivir un siglo para ver, en el ocaso de su existencia, la luz del conocimiento.
Elcira Arteaga García fue la mujer que rompió el corazón del ex presidente Germán Busch, a pesar de que el ex mandatario fue “el hombre fuerte de los oficiales jóvenes del Chaco” y que llegó a la Presidencia de Bolivia.
Además, a sus 103 años recuerda a Adela Zamudio, la directora que la castigó “boca a la pared” cuando era niña por jugar a vencerse con sus compañeras haciendo bulla en el patio de la escuela ubicada en la calle Jordán
Cleofé Castro Gómez, nació el 9 de diciembre de 1909, y cuenta la historia viviente de las tradiciones vallunas como la fabricación de la chicha, los sombreros blancos y las pandillas del carnaval.
La fiesta que recuerda con más precisión es de la fotografía que tiene frente a ella, la festividad en Cerro Grande; época en que declaró la guerra del Chaco.
La llallagueña Isidora Chavéz Abastoflor, nacida en 1908, con casi 103 años, vivió toda su vida en Tarata. Durante un tiempo estuvo en La Paz donde fue testigo del asesinato del ex presidente Gualberto Villarroel.