Wikileaks: Michelle Bachelet: "Argentina tiene problemas de credibilidad como país"

Madrid, El País
Habló sin pelos en la lengua. En un almuerzo celebrado con el máximo responsable para América Latina de Estados Unidos, Arturo Valenzuela, la entonces presidenta de Chile expresó su visión sobre los líderes del continente sin ningún tapujo. Fue el 12 de enero de 2010 en el palacio presidencial de La Moneda. Tres días después, el embajador de EE UU en Chile, Paul Simons, enviaba su informe a Washington. Argentina, según Bachelet, tiene problemas de "credibilidad como país". "Su democracia no es robusta y sus instituciones no son fuertes. Tiende a vivir de crisis en crisis, en vez de perseguir políticas estables", indicó.

El subsecretario de Exteriores, Ángel Flisfisch, presente en la reunión, añadió que el "inusual sistema federal" de Argentina y la ideología peronista, que "pueden llevar a la paranoia política, suman obstáculos a la estabilidad". Eduardo Frei, el candidato presidencial en 2010 por la Concertación, se expresaba en parecidos términos en otra reunión privada con Arturo Valenzuela por las mismas fechas: "Argentina destruye por el día lo que la naturaleza crea por la noche".

Respecto a la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, Bachelet añadió que condensaba en su persona los problemas de Argentina. "Kirchner no es anti-Estados Unidos, pero está convencida de que el maletinazo de 2007 [el empresario venezolano-estadounidense Guido Alejandro Antonini Wilson fue sorprendido en el aeropuerto de Buenos Aires con un maletín con 800.000 dólares para financiar presuntamente la campaña de Cristina Kirchner] fue tramado contra ella y no admitirá pruebas que la contradigan". "Kirchner tiende a creer los rumores y los artículos calumniosos de prensa y tiene tendencia a hacer comentarios desafortunados en público", añadió.

El interlocutor de la ex presidenta en aquel almuerzo era y sigue siendo el máximo representante para América Latina de la Administración Obama. Valenzuela nació en Chile en 1944 y emigró a Estados Unidos con 16 años. Michelle Bachelet parecía expresarse con plena confianza frente a su antiguo compatriota.

Respecto a Brasil, la ex presidenta indicó que aunque la prensa retrata a este país como un importante mediador regional, "no ejerce un papel importante en la mayoría de los temas regionales". Brasil está más interesado en desempeñar una función importante en la escena mundial en temas como el cambio climático y la no proliferación de armamento nuclear, según Bachelet. Para ella, Lula es "un zorro político, inteligente y encantador". Y la entonces candidata presidencial brasileña Dilma Rousef era vista como "distante y formal".

La ex presidenta y máxima responsable de ONU Mujeres insistió en la necesidad de no dejarse llevar por los estereotipos de países populistas o prooccidentales y fijarse en los matices de cada líder latinoamericano. Insistió en que el boliviano Evo Morales es "muy diferente" del venezolano Hugo Chávez y añadió que Morales había sido elegido de forma limpia. Se mostró especialmente elogiosa con el ministro de Exteriores boliviano, David Choquehuanca, de quien destacó que es "sereno y capaz" y mejor preparado que otros líderes bolivianos. Señaló que es importante tener en cuenta las diferencias culturales para comprender a Bolivia. Hablando con Bachelet sobre crecimiento económico, Choquehuanca se mostró más interesado en la "calidad de vida que en el desarrollo económico como objetivo en sí mismo".

En cuanto a la situación doméstica, Bachelet mostró su preocupación ante la "tremenda concentración de poder" que podría acaparar el multimillonario Sebastián Piñera si alcanzase la presidencia, cosa que ocurriría en menos de dos meses. La ex presidenta expresó también su preocupación por el "sensacionalismo" de la prensa chilena y los prejuicios contra la Concertación, la formación de centro-izquierda que gobernó el país durante 20 años. Cada vez que el entonces candidato presidencial Eduardo Frei hablaba del conflicto de intereses que podría producirse con Piñera como presidente, la prensa conservadora lo tachaba de "guerra sucia", según Bachelet.

La Embajada de Estados Unidos miraba con muy buenos ojos a Bachelet. Con motivo de un viaje a Washington en junio de 2009 en el que Bachelet se iba a entrevistar con Barack Obama, el embajador Simons presentó unas credenciales inmejorables sobre ella. El viaje era visto como la oportunidad para "ensanchar y profundizar la relación con una de las más exitosas democracias del hemisferio". El diplomático elogió los logros del ministro de Economía, Andrés Velasco, por responder de forma eficiente a la crisis financiera mundial. "A pesar de su éxito económico, Bachelet observa su legado, sobre todo en la esfera social. Sus iniciativas han expandido el esquema de pensiones privadas a la población de ingresos más bajos, ha ofrecido cuidados gratis para los niños y nutrición básica para familias de bajos ingresos, ha expandido el acceso a la sanidad y fortalecido la educación pública". Y aún hay más: "Gracias al crecimiento económico y a las medidas puestas en marcha, la pobreza ha caído desde el 40% de la población en 1990 al 14% en 2006".

Dos meses después del encuentro con Obama, en agosto de 2009, con motivo de la visita a Chile del general Douglas Fraser, el embajador en Santiago enviaba otro cable a Washington en el que elogiaba la política internacional de Bachelet, pero recordaba: "El pasado otoño, durante la Asamblea General de la ONU, Bachelet dijo que Estados Unidos y Chile son 'amigos políticos, pero no amigos incondicionales' y criticó a Estados Unidos por su papel en precipitar la crisis financiera".

No obstante, el diplomático recordó: "En los últimos tres meses Chile ha desempeñado un papel constructivo en la entrada con condiciones de Cuba en la Organización de Estados Americanos, en el conflicto de Honduras y en rebajar la retórica que surgió contra los acuerdos militares de cooperación entre Colombia y Estados Unidos". En ese último aspecto, al que Venezuela se opuso de lleno, Bachelet desempeñó un trabajo tan eficaz como discreto, según Estados Unidos: "Chile no se siente cómodo con la retórica y las acciones populistas del presidente Hugo Chávez, pero ha preferido trabajar calladamente detrás de la escena para conseguir una moderada influencia antes que rebatir en público sus declaraciones más descabelladas".

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