Obama y América Latina, dos años después

Carlos Chirinos, BBC Mundo, Washington
El 74% de los latinoamericanos tiene una visión favorable de EE.UU. según un trabajo presentado en junio pasado por la encuestadora Latinobarómero, un aumento de casi un 20% con respecto a 2008.

Ese cambio de percepción se logró en buena medida gracias al carisma del presidente Barack Obama, quien cumple la mitad de su período presidencial con el mérito de haber establecido notables diferencias en la manera de manejar las relaciones exteriores con su predecesor George W. Bush.

Obama llegó a una Casa Blanca con imagen agresiva (a raíz de la manera unilateral en que se embarcó en la guerra contra Irak), hipócrita (por la mancha que dejó la prisión militar de Guantánamo o Abu Ghraib en su historial de derechos humanos) y en general poco confiable, por cómo Bush ignoró a muchos de sus aliados cercanos.

En dos años, Guantánamo sigue activo y los militares estadounidenses continúan en Irak y Afganistán, pero Washington tiene puntos diplomáticos para vanagloriarse, como la reducción de las tensiones con Rusia y China, dos rivalidades que exacerbó el gobierno republicano.

Ese cambio de ánimo fue suficiente para el comité del Premio Nobel, que en 2009 entregó el prestigioso premio a Obama, con el polémico argumento de estar reconociendo sus buenas intenciones más que su legado.

Un poder suave


Hacia América Latina Obama también expresó buenas intenciones en la Cumbre de las Américas, realizada en abril de 2009 en Trinidad y Tobago, donde su fugaz encuentro con el presidente venezolano, Hugo Chávez, llevó a muchos a pensar que la manera de Washington de vincularse con la región iba a cambiar sustancialmente.

"Desde el primer día en el poder, el gobierno de Obama ha trabajado muy duro para cambiar el balance de la relación entre EE.UU. y América Latina de una manera positiva y constructiva", dijo en un reciente evento en Washington, el subsecretario de Asuntos Hemisféricos del Departamento de Estado, Arturo Valenzuela.

"La estrategia del gobierno ha disparado una importante reposición del 'poder suave' de EE.UU. en América Latina, revirtiendo el peligroso agotamiento de la buena voluntad hacia EE.UU. que había ocurrido durante la década anterior", afirmó Valenzuela.

En la Revisión Cuatrienal Diplomática y de Desarrollo que presentó hace poco el Departamento de Estado, la política hacia la región busca promover oportunidades sociales y económicas, garantizar seguridad ciudadana y apuntalar instituciones efectivas y gobiernos democráticos.

Esa política basada más en la cooperación, ha implicado que en la práctica Washington se haya "retirado" de América del Sur –aunque manteniendo fuertes relaciones con Brasil, Colombia, Chile y Argentina- para concentrarse en America Central, el Caribe y México.

Libre comercio y viajes a Cuba


Mientras los roces con el gobierno de Venezuela parecen haberse reducido -a pesar del impasse diplomático que mantiene sin embajadores a ambas capitales- los buenos vínculos con Colombia no hacen prosperar el Acuerdo de Libre Comercio con Bogotá, que sigue esperando el impulso de la Casa Blanca para buscar la aprobación del Congreso.
Países cercanos a la esfera venezolana, como Ecuador, Bolivia y hasta Nicaragua, han negociado acuerdos bilaterales sectoriales en seguridad o economía, en un acercamiento que rompió con la anterior estrategia republicana de aislar a los aliados de Chávez.

Incluso Obama ha introducido cambios en los controles de viajes y envío de dinero a Cuba, en lo que algunos interpretan como el tácito reconocimiento de la Casa Blanca sobre la inutilidad de la política del embargo.

"Hay bastantes cambios que se ven en el hemisferio occidental, pero a mi juicio, yo no veo tantos en la política extranjera hacia la región", aseguró a BBC Mundo Peter Romero, ex subsecretario de Estado para Asuntos Hemisféricos durante el gobierno de Bush hijo.

"No hay razón por la cual no podamos hacer un liderazgo fuerte en América Latina. Es lastimoso porque yo hice bastante campaña por Obama con tantas expectativas y esperanzas de un cambio tremendo, pero hasta el momento eso no sucede".

"Empuje fresco"

Sin embargo, John Maisto, ex embajador y ex consejero de asuntos latinoamericanos de la Casa Blanca, considera que los puntos recogidos en el Reporte Cuatrienal se vienen desarrollando desde la caída del muro de Berlín en 1989, cuando empezó lo que llama "un hilo de sustancia en las relaciones" basado en democracia y seguridad.

"Ahora, además de sustancia hay forma y hay una mejor percepción. El gobierno del presidente Obama empezó con una percepción bastante buena, que fue lanzada en la reunión de Trinidad y Tobago (…) ayudada por la personalidad singular muy positiva del propio presidente", aseguró Maisto.

Para el ex diplomático, al igual que hizo en el ámbito global, reconociendo nuevamente la importancia de Naciones Unidas como espacio para la negociación de conflictos internacionales, el gobierno demócrata apuntaló el multilateralismo hemisférico representado en la Organización de Estados Americanos, OEA.

"Este es un gobierno que siempre quiere hablar, quiere negociar, quiere vincularse. Está dispuesto a ver las cosas de una nueva manera. Este empuje sigue y sigue siendo fresco", afirmó Maisto.

Sin embargo, algunos destacan que esa filosofía de la política exterior de Obama encuentra algunas resistencias en sectores de la clase política estadounidense, sobre todo entre los republicanos vinculados al llamado "lobby cubano".

En general, existe la convicción de que las relaciones con América Latina son importantes, pero que no revisten la urgencia de otras partes del planeta donde Washington considera que se debate su seguridad nacional, como Medio Oriente o Asia.
Y por eso quedan siempre condenadas a un permanente segundo plano, independientemente de la buena voluntad del ocupante de turno en la Casa Blanca.

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