Mensaje de Evo, más cifras que propuestas de solución
La Paz, Erbol
Aunque sistemático y detallado, el mensaje-informe del presidente Evo Morales resultó decenas de páginas de cifras sobre logros gubernamentales en cinco años más que propuestas reales respecto de la crisis socio-económica actual, ante el poco entusiasmo de la gente apostada en la plaza Murillo de La Paz.
Nada más que al comenzar a hablar, a las 14.59, el Mandatario hizo una comparación de las inversiones en obras públicas entre las de sus antecesores y los últimos cinco años. Así, dijo que ellas subieron de 886 millones de dólares a 1.714 millones de dólares.
Ante cada logro importante descrito por Morales, el auditorio de la Asamblea Legislativa respondía con aplausos, y desde los palcos algunos invitados hacían sonar sus pututos (instrumentos de sonido hechos de cuerno de vaca). Afuera, los seguidores del Movimiento Al Socialismo (MAS) y del Gobierno, al menos 5.000, ondeaban banderas, aunque no con la misma algarabía de otras ocasiones.
Ni el mandatario pudo ocultar su semblante abatido, aunque expuso una sonrisa cuando dijo que hay que recuperar Atacama, el otrora territorio boliviano usurpado por Chile. También se solazó un poco cuando dijo que el nevado Sajama se encuentra como la cabeza calva de algunos curas o cuando confundió adrede como “oveja” al analista Carlos Cordero.
Atento a su ayuda memoria, aunque con una lectura llena de lapsus, Morales habló casi nada de la especulación de precios y la escasez de algunos alimentos en los mercados del país. Sobre este problema ha propuesto una estrategia a los empresarios del país, en sentido de producir no solamente para abastecer el mercado interno, sino también para la exportación, y así contribuir al mejoramiento de los ingresos del país.
Expresó en breves palabras su preocupación sobre el contrabando de alimentos y carburantes, y no planteó ninguna acción para frenar ese ilícito acentuado en los últimos meses en el país.
A más de anunciar la inversión de 1.752 millones de dólares en la perforación de 41 pozos, tampoco habló de una política de hidrocarburos real. “El gabinete y el Gobierno hemos salvado nuestra responsabilidad histórica” con la emisión frustrada de la nivelación de precios del diesel y la gasolina a través del Decreto Supremo 748, que el 26 de diciembre de 2010 puso en shock al país.
Respecto de eso, consideró necesario abrir un debate con los movimientos sociales en el afán de encontrar propuestas alternativas a la subvención de hidrocarburos, que atribuyó al fallecido Hugo Banzer Suárez y la política de diesel, a Víctor Pas Estensoro, “que en paz descanse”.
En relación a la minería, ofreció impulso a la explotación del litio, metal liviano del que dijo en Bolivia alcanza una reserva de 100 millones de toneladas métricas, Además, planteó la consolidación de la cadena minera de producción con la participación de los sectores sociales.
Abundó en detalles numéricos sobre el crecimiento de las exportaciones, de las reservas, de las inversiones, de los ingresos por hidrocarburos, las transferencias a los gobiernos subnacionales y de los superávit recurrentes en los cinco años de su administración. Uso varias cifras favorables a su gestión económica de organismos internacionales, como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Omitió hablar, de manera inusual, de sus detractores. No aludió a ningún político ni expresó calificativos, ni habló de una coordinación con los gobiernos departamentales, más planteó “acabar con las broncas”. Estuvo muy centrado en su informe, del que pocas veces se salió para improvisar algo, como cuando aludió al vicepresidente García Linera para explicar los conceptos de déficit y superávit.
Tampoco se refirió a los polémicos temas de su primer año de administración en el Estado Plurinacional, como fueron el ajusticiamiento de cuatro policías por facciones indígenas en el norte de Potosí, los conflictos regionales de Paranavai y Potosí, o la filtración del video-soborno.
El Jefe de Estado lamentó que Estados Unidos le haya quitado a Bolivia el financiamiento para la lucha contra el narcotráfico en más de la mitad, hasta apenas llegar a los 15 millones de dólares. Al contrario, destacó la erradicación de coca y la interdicción a la droga, y afirmó que Bolivia es más tránsito de pasta peruana que productora de cocaína.
En su mensaje político, Morales desafió a su par de Chile, Sebastián Piñera, a llegar a acuerdos en relación de la demanda boliviana de retorno pacífico y soberano al mar. “Estoy seguro de que este año debemos empezar con mucha fuerza, pero también tiene que haber resultados”, dijo.
También deslindó responsabilidades sobre las secuelas del Estado centralista del país. “No me echen la culpa por eso”, señaló un par de veces.
Al final, por unos segundos se apartó de su guión, para despedirse en su informe. Terminó su discurso con un “patria o muerte”, al que el auditorio le respondió con “viva”. Eran las 17.31, completó tres horas y media de mensaje, antes de la entonación del Salve Oh Patria en la Asamblea Legislativa y la plaza Murillo.
Aunque sistemático y detallado, el mensaje-informe del presidente Evo Morales resultó decenas de páginas de cifras sobre logros gubernamentales en cinco años más que propuestas reales respecto de la crisis socio-económica actual, ante el poco entusiasmo de la gente apostada en la plaza Murillo de La Paz.
Nada más que al comenzar a hablar, a las 14.59, el Mandatario hizo una comparación de las inversiones en obras públicas entre las de sus antecesores y los últimos cinco años. Así, dijo que ellas subieron de 886 millones de dólares a 1.714 millones de dólares.
Ante cada logro importante descrito por Morales, el auditorio de la Asamblea Legislativa respondía con aplausos, y desde los palcos algunos invitados hacían sonar sus pututos (instrumentos de sonido hechos de cuerno de vaca). Afuera, los seguidores del Movimiento Al Socialismo (MAS) y del Gobierno, al menos 5.000, ondeaban banderas, aunque no con la misma algarabía de otras ocasiones.
Ni el mandatario pudo ocultar su semblante abatido, aunque expuso una sonrisa cuando dijo que hay que recuperar Atacama, el otrora territorio boliviano usurpado por Chile. También se solazó un poco cuando dijo que el nevado Sajama se encuentra como la cabeza calva de algunos curas o cuando confundió adrede como “oveja” al analista Carlos Cordero.
Atento a su ayuda memoria, aunque con una lectura llena de lapsus, Morales habló casi nada de la especulación de precios y la escasez de algunos alimentos en los mercados del país. Sobre este problema ha propuesto una estrategia a los empresarios del país, en sentido de producir no solamente para abastecer el mercado interno, sino también para la exportación, y así contribuir al mejoramiento de los ingresos del país.
Expresó en breves palabras su preocupación sobre el contrabando de alimentos y carburantes, y no planteó ninguna acción para frenar ese ilícito acentuado en los últimos meses en el país.
A más de anunciar la inversión de 1.752 millones de dólares en la perforación de 41 pozos, tampoco habló de una política de hidrocarburos real. “El gabinete y el Gobierno hemos salvado nuestra responsabilidad histórica” con la emisión frustrada de la nivelación de precios del diesel y la gasolina a través del Decreto Supremo 748, que el 26 de diciembre de 2010 puso en shock al país.
Respecto de eso, consideró necesario abrir un debate con los movimientos sociales en el afán de encontrar propuestas alternativas a la subvención de hidrocarburos, que atribuyó al fallecido Hugo Banzer Suárez y la política de diesel, a Víctor Pas Estensoro, “que en paz descanse”.
En relación a la minería, ofreció impulso a la explotación del litio, metal liviano del que dijo en Bolivia alcanza una reserva de 100 millones de toneladas métricas, Además, planteó la consolidación de la cadena minera de producción con la participación de los sectores sociales.
Abundó en detalles numéricos sobre el crecimiento de las exportaciones, de las reservas, de las inversiones, de los ingresos por hidrocarburos, las transferencias a los gobiernos subnacionales y de los superávit recurrentes en los cinco años de su administración. Uso varias cifras favorables a su gestión económica de organismos internacionales, como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Omitió hablar, de manera inusual, de sus detractores. No aludió a ningún político ni expresó calificativos, ni habló de una coordinación con los gobiernos departamentales, más planteó “acabar con las broncas”. Estuvo muy centrado en su informe, del que pocas veces se salió para improvisar algo, como cuando aludió al vicepresidente García Linera para explicar los conceptos de déficit y superávit.
Tampoco se refirió a los polémicos temas de su primer año de administración en el Estado Plurinacional, como fueron el ajusticiamiento de cuatro policías por facciones indígenas en el norte de Potosí, los conflictos regionales de Paranavai y Potosí, o la filtración del video-soborno.
El Jefe de Estado lamentó que Estados Unidos le haya quitado a Bolivia el financiamiento para la lucha contra el narcotráfico en más de la mitad, hasta apenas llegar a los 15 millones de dólares. Al contrario, destacó la erradicación de coca y la interdicción a la droga, y afirmó que Bolivia es más tránsito de pasta peruana que productora de cocaína.
En su mensaje político, Morales desafió a su par de Chile, Sebastián Piñera, a llegar a acuerdos en relación de la demanda boliviana de retorno pacífico y soberano al mar. “Estoy seguro de que este año debemos empezar con mucha fuerza, pero también tiene que haber resultados”, dijo.
También deslindó responsabilidades sobre las secuelas del Estado centralista del país. “No me echen la culpa por eso”, señaló un par de veces.
Al final, por unos segundos se apartó de su guión, para despedirse en su informe. Terminó su discurso con un “patria o muerte”, al que el auditorio le respondió con “viva”. Eran las 17.31, completó tres horas y media de mensaje, antes de la entonación del Salve Oh Patria en la Asamblea Legislativa y la plaza Murillo.