Los ciberataques colapsan todas las webs del régimen tunecino
Madrid, El País
La inmolación de un joven hace algo más de dos semanas en una pequeña ciudad de Túnez ha incendiado al país del norte de África supuestamente más estable y el más mimado por la Unión Europea después de Marruecos. Túnez vive su mayor crisis desde que hace 23 años Ben Alí accedió a la jefatura del Estado. Es además el primer país del mundo cuyas webs oficiales han quedado inoperativas después de un masivo ataque de los hackers de Anonymous.
Todo empezó el 17 de diciembre cuando la policía volcó en la pequeña ciudad de Sidi Bouzid el carrito repleto de frutas y hortalizas de Mohamed Bouazizi, un licenciado en informática de 26 años en paro desde que acabó la carrera. Aunque es el país del pequeño Magreb con la renta per cápita más alta, en Túnez hay más de medio millón de parados, sobre un total de 10 millones de habitantes, muchos de ellos jóvenes diplomados.
Bouazizi se había convertido en vendedor ambulante para proporcionar unos ingresos a su familia, pero los agentes le castigaron porque carecía de la preceptiva licencia para dedicarse a ello. Desesperado, se inmoló ante la sede del Gobierno Civil -ha fallecido este miércoles en un hospital- y su gesto provocó una onda expansiva. Las protestas se desataron en gran parte del país, primero en pequeñas ciudades y después en la capital, donde miles de personas se concentraron ante la sede del sindicato único, la UGTT, que da la espalda a los manifestantes.
En la pequeña localidad de Mezel Bouzayane dos manifestantes heridos de bala el 24 de diciembre también fallecieron días después y a continuación otro joven se suicidó lanzándose contra unos cables de alta tensión al tiempo que gritaba contra el paro y la carestía de la vida. En total ha habido hasta ahora cuatro muertos, decenas de heridos, probablemente más de 100 detenidos y cuantiosos daños materiales en edificios públicos.
"El paro es la chispa"
"El paro es la chispa que ha provocado esta revuelta", explica en su blog Lina Ben Mhenni, de 27 años, "pero los manifestantes critican también al poder". "Los tunecinos están hartos de los 23 años de dictadura, corrupción y de la falta de libertad de expresión", añade. Las consignas coreadas espontáneamente empezaron por denunciar las injusticias sociales, pero se ampliaron rápidamente para abarcar a la corrupción de la familia presidencial sobre la que los cables del Departamento de Estado revelados por WikiLeaks aportan jugosos detalles.
En el entierro de Bouazizi unas 5.000 personas gritaban este miércoles en Sidi Bouzid "¡Vergüenza para el Gobierno!", al tiempo que prometían vengarse: "Hoy te lloramos, pero mañana haremos llorar a los que te han empujado el suicidio". Numerosos internautas y el Colegio de Abogados han convocado una huelga general para este jueves.
El presidente Ben Alí ha reaccionado mezclando gestos de compasión, promesas y amenazas. Visitó a Bouazazi en el hospital del Ben Arous en el que estuvo ingresado, anunció en televisión que dedicará en los próximos años 3.495 millones de euros a luchar contra el paro juvenil, destituyó a los ministros de Comunicación y Comercio, pero también arremetió contra las "instrumentalizaciones políticas" de las protestas.
Este miércoles ha habido disturbios en Argel, Staoueli, Fouka y, sobre todo, Orán (segunda ciudad de Argelia). En Orán los accesos al centro están cortados. Todo el centro es una batalla campal entre manifestates y antidisturbios. Numerosos coches arden.
Atacó además a Al Yazira, la televisión panárabe vía satélite, que se ha convertido en la principal fuente audiovisual de información de los tunecinos -los medios públicos ignoran la revuelta-, aunque es en Internet donde se libra buena parte de la batalla entre el régimen y sus detractores. Túnez es el país del área con mayor penetración de Internet, pero también donde la Red está más controlada.
Arde Internet
Los internautas tunecinos se las ingenian para sortear los controles y difundir vídeos de las manifestaciones o convocar el lunes en Thala, a través de Facebook, una huelga de estudiantes de bachillerato. Pidieron ayuda a Anonymous, los hackers que la emprendieron con las empresas e instituciones que perjudicaron a Julian Assange, y estos han respondido. "El pueblo de Túnez nos ha solicitado ayuda y se la hemos dado", asegura el colectivo de hackers. "Quién se habría imaginado la primera ciberguerra (entre un pueblo y su régimen) tendría lugar en Túnez", se pregunta la bloguera tunecina Sarah Ben Hamadi.
A principios de semana el conjunto de las webs de la presidencia, del Gobierno y de las instituciones públicas del país habían dejado de funcionar a causa de la ofensiva de Anonymous, aunque el portal tunecino Tunisie Numérique precisaba que algunas de esas páginas habían sido cerradas por sus gestores para evitar males mayores en caso de ataque de los piratas.
Anonymous colgó un texto en las webs atacadas en el que denuncia la "censura insultante" impuesta por Ben Alí en Internet. También criticaba a "la prensa libre y abierta" del mundo occidental cuya responsabilidad consiste "en dar cuenta de lo que los medios de comunicación tunecinos, sometidos a la censura, no pueden relatar".
La inmolación de un joven hace algo más de dos semanas en una pequeña ciudad de Túnez ha incendiado al país del norte de África supuestamente más estable y el más mimado por la Unión Europea después de Marruecos. Túnez vive su mayor crisis desde que hace 23 años Ben Alí accedió a la jefatura del Estado. Es además el primer país del mundo cuyas webs oficiales han quedado inoperativas después de un masivo ataque de los hackers de Anonymous.
Todo empezó el 17 de diciembre cuando la policía volcó en la pequeña ciudad de Sidi Bouzid el carrito repleto de frutas y hortalizas de Mohamed Bouazizi, un licenciado en informática de 26 años en paro desde que acabó la carrera. Aunque es el país del pequeño Magreb con la renta per cápita más alta, en Túnez hay más de medio millón de parados, sobre un total de 10 millones de habitantes, muchos de ellos jóvenes diplomados.
Bouazizi se había convertido en vendedor ambulante para proporcionar unos ingresos a su familia, pero los agentes le castigaron porque carecía de la preceptiva licencia para dedicarse a ello. Desesperado, se inmoló ante la sede del Gobierno Civil -ha fallecido este miércoles en un hospital- y su gesto provocó una onda expansiva. Las protestas se desataron en gran parte del país, primero en pequeñas ciudades y después en la capital, donde miles de personas se concentraron ante la sede del sindicato único, la UGTT, que da la espalda a los manifestantes.
En la pequeña localidad de Mezel Bouzayane dos manifestantes heridos de bala el 24 de diciembre también fallecieron días después y a continuación otro joven se suicidó lanzándose contra unos cables de alta tensión al tiempo que gritaba contra el paro y la carestía de la vida. En total ha habido hasta ahora cuatro muertos, decenas de heridos, probablemente más de 100 detenidos y cuantiosos daños materiales en edificios públicos.
"El paro es la chispa"
"El paro es la chispa que ha provocado esta revuelta", explica en su blog Lina Ben Mhenni, de 27 años, "pero los manifestantes critican también al poder". "Los tunecinos están hartos de los 23 años de dictadura, corrupción y de la falta de libertad de expresión", añade. Las consignas coreadas espontáneamente empezaron por denunciar las injusticias sociales, pero se ampliaron rápidamente para abarcar a la corrupción de la familia presidencial sobre la que los cables del Departamento de Estado revelados por WikiLeaks aportan jugosos detalles.
En el entierro de Bouazizi unas 5.000 personas gritaban este miércoles en Sidi Bouzid "¡Vergüenza para el Gobierno!", al tiempo que prometían vengarse: "Hoy te lloramos, pero mañana haremos llorar a los que te han empujado el suicidio". Numerosos internautas y el Colegio de Abogados han convocado una huelga general para este jueves.
El presidente Ben Alí ha reaccionado mezclando gestos de compasión, promesas y amenazas. Visitó a Bouazazi en el hospital del Ben Arous en el que estuvo ingresado, anunció en televisión que dedicará en los próximos años 3.495 millones de euros a luchar contra el paro juvenil, destituyó a los ministros de Comunicación y Comercio, pero también arremetió contra las "instrumentalizaciones políticas" de las protestas.
Este miércoles ha habido disturbios en Argel, Staoueli, Fouka y, sobre todo, Orán (segunda ciudad de Argelia). En Orán los accesos al centro están cortados. Todo el centro es una batalla campal entre manifestates y antidisturbios. Numerosos coches arden.
Atacó además a Al Yazira, la televisión panárabe vía satélite, que se ha convertido en la principal fuente audiovisual de información de los tunecinos -los medios públicos ignoran la revuelta-, aunque es en Internet donde se libra buena parte de la batalla entre el régimen y sus detractores. Túnez es el país del área con mayor penetración de Internet, pero también donde la Red está más controlada.
Arde Internet
Los internautas tunecinos se las ingenian para sortear los controles y difundir vídeos de las manifestaciones o convocar el lunes en Thala, a través de Facebook, una huelga de estudiantes de bachillerato. Pidieron ayuda a Anonymous, los hackers que la emprendieron con las empresas e instituciones que perjudicaron a Julian Assange, y estos han respondido. "El pueblo de Túnez nos ha solicitado ayuda y se la hemos dado", asegura el colectivo de hackers. "Quién se habría imaginado la primera ciberguerra (entre un pueblo y su régimen) tendría lugar en Túnez", se pregunta la bloguera tunecina Sarah Ben Hamadi.
A principios de semana el conjunto de las webs de la presidencia, del Gobierno y de las instituciones públicas del país habían dejado de funcionar a causa de la ofensiva de Anonymous, aunque el portal tunecino Tunisie Numérique precisaba que algunas de esas páginas habían sido cerradas por sus gestores para evitar males mayores en caso de ataque de los piratas.
Anonymous colgó un texto en las webs atacadas en el que denuncia la "censura insultante" impuesta por Ben Alí en Internet. También criticaba a "la prensa libre y abierta" del mundo occidental cuya responsabilidad consiste "en dar cuenta de lo que los medios de comunicación tunecinos, sometidos a la censura, no pueden relatar".