Gobierno desplaza misión para evaluar desplome de cima de Cerro Rico de Potosí
Potosí, Abi
El gobierno de Evo Morales destacó el viernes una misión para evaluar las consecuencias del desplome de la cima del legendario Cerro Rico de Potosí, el miércoles pasado.
El viceministro de Minería y Metalurgia, Héctor Córdova, constató en terreno las dimensiones de un cráter de 17m de diámetro y 22m de profundidad que se abrió en la punta de la montaña, en cuyas entrañas la actividad de extracción minera se mantenía invariable.
Córdova dijo que la misión primaria del Gobierno para plantear una solución estructural al problema es "identificar qué es lo que se puede hacer".
De acuerdo con versiones extraoficiales el forado provocado por el desplome de miles de toneladas, supuestamente a causa de la erosión provocada por la explotación de minerales por décadas, tiene una circunferencia de 22m y más de 30m de profundidad.
El hundimiento, que dio por tierra una decena de antenas de radio, televisión y telefonía celular, perdió la forma cónica de la montaña históricamente más célebre de los Andes sudamericanos.
A la distancia, desde la ciudad de Potosí, el daño a la estética de la montaña era evidente, de acuerdo con informes de radio.
El Cerro Rico, aún explotado por cooperativas de mineros privados, ha sido declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
A principios del siglo XVI el indígena Diego Huallpa descubrió accidentalmente el potencial argentífero del cerro cuando encendió una fogata para mitigar el frío andino.
La plata extraída del Cerro Rico dio lustre al imperio español de Carlos V, donde, por su extensión a emplazamientos ultramarinos, "no se ponía el sol", reza la historiografía universal.
Según el escritor uruguayo Eduardo Galeano, del Cerro Rico se extrajo, entre los siglos XVI y XIX de dominio español, 60.000 millones de toneladas del mineral, suficiente, intenta ilustrar el mito, para tender un puente entre la andina Potosí y Madrid, capital de la Metrópoli.
A fines del siglo XVI Potosí era la tercera ciudad más poblada del orbe, detrás de París y Londres, producto de la economía boyante de la plata.
El gobierno de Evo Morales destacó el viernes una misión para evaluar las consecuencias del desplome de la cima del legendario Cerro Rico de Potosí, el miércoles pasado.
El viceministro de Minería y Metalurgia, Héctor Córdova, constató en terreno las dimensiones de un cráter de 17m de diámetro y 22m de profundidad que se abrió en la punta de la montaña, en cuyas entrañas la actividad de extracción minera se mantenía invariable.
Córdova dijo que la misión primaria del Gobierno para plantear una solución estructural al problema es "identificar qué es lo que se puede hacer".
De acuerdo con versiones extraoficiales el forado provocado por el desplome de miles de toneladas, supuestamente a causa de la erosión provocada por la explotación de minerales por décadas, tiene una circunferencia de 22m y más de 30m de profundidad.
El hundimiento, que dio por tierra una decena de antenas de radio, televisión y telefonía celular, perdió la forma cónica de la montaña históricamente más célebre de los Andes sudamericanos.
A la distancia, desde la ciudad de Potosí, el daño a la estética de la montaña era evidente, de acuerdo con informes de radio.
El Cerro Rico, aún explotado por cooperativas de mineros privados, ha sido declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
A principios del siglo XVI el indígena Diego Huallpa descubrió accidentalmente el potencial argentífero del cerro cuando encendió una fogata para mitigar el frío andino.
La plata extraída del Cerro Rico dio lustre al imperio español de Carlos V, donde, por su extensión a emplazamientos ultramarinos, "no se ponía el sol", reza la historiografía universal.
Según el escritor uruguayo Eduardo Galeano, del Cerro Rico se extrajo, entre los siglos XVI y XIX de dominio español, 60.000 millones de toneladas del mineral, suficiente, intenta ilustrar el mito, para tender un puente entre la andina Potosí y Madrid, capital de la Metrópoli.
A fines del siglo XVI Potosí era la tercera ciudad más poblada del orbe, detrás de París y Londres, producto de la economía boyante de la plata.